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Hablar de la intimidad y su relación con lo público, de cómo la memoria se convierte en esa intimidad y se escribe a partir de lo que fue presente a lo largo de la vida. Es una de las enseñanzas que Luis García Montero (Granada, ... 1958) quiere transmitir a los alumnos del taller 'Pensar la poesía' que imparte esta semana en la UIMP, donde el jueves recibirá el Premio Pedro Salinas. De un poeta a otro, unidos por un espacio en común.
-Este premio es un paso más en su larga relación con la UIMP.
-He comentado, al comenzar la clase, que para mí, venir aquí, es inevitablemente recordar que el Centro de Estudios Históricos puso en marcha en 1912 una política por la que apostó Ramón Menéndez Pidal y que fue muy importante: organizar cursos de verano para conectar a los estudiantes universitarios extranjeros con la cultura española. Se pusieron en marcha los de la Universidad de Zaragoza y los de la Universidad Internacional de Santander, que cayeron en manos de un poeta como Pedro Salinas. Aquí tuvo experiencias muy importantes que desembocaron en su poesía. Para mí venir aquí no es simplemente recibir un premio, sino uno que lleva su nombre y hacer un taller en una universidad llena de historia a la que empecé a venir en los años 80. Tengo una relación de amor de 40 años con esta universidad.
-Va a enseñar a los alumnos a 'Pensar en la poesía' con Blas de Otero, Gloria Fuertes, Ángel González, Gil de Biedma, Alberti y Lorca. No es mala selección.
-He querido plantear mi relación con algunos poetas que me han formado, que forman parte de mí y me han enseñado a pensar sobre la poesía y a plantear valores que tiene en un mundo como el de hoy. Hablaré de cómo en Granada fue fundamental para mí, en los años de mi formación, la memoria de García Lorca, muerto 22 años antes de que yo naciera y cómo eso me enseñó a mirar las cosas, que aprendí a descubrir, por ejemplo, leyendo a Ian Gibson. También mi relación con Alberti que fue el tema de mi tesis doctoral, con dos maestros de la primera generación de posguerra, Blas de Otero y Gloria Fuertes; dos amigos fundamentales en mi manera de entender la poesía como Gil de Biedma y Ángel González con el que estuve varias veces aquí. Recuerdo un Martes Literario maravilloso de Ángel. En estas clases veo lo que he aprendido de cada uno de estos poetas y lo que me lleva a defender la utilidad de la poesía.
Taller Hasta el jueves, García Montero imparte el taller 'Pensar la poesía'.
Galardón El jueves recibirá el III Premio Taller de Poesía-Pedro Salinas en el Paraninfo de la Magdalena (19.00 horas).
En contexto Tras la entrega del galardón, conversará con la fotógrafa Isabel Muñoz, también en el Paraninfo (19.30 horas)
-Ian Gibson estuvo el viernes en la Feria del Libro y señalaba la importancia que tuvo para él ir descubriendo los significados de las metáforas de García Lorca, sobre quien es especialista.
-Tiene mucha razón Gibson al darse cuenta de lo que cabe en las palabras. Cada uno de nosotros establece relaciones muy personales con ellas, por eso la poesía indaga en ese aspecto y enseña a pensar de qué forma podemos ser manipulados cuando las palabras se pervierten para introducir matices que inviten al odio, a la mentira, a la inseguridad. Esa es una de las cosas que quiero plantear aquí.
-Hoy hay dos palabras de plena actualidad internacional.
-Dímelas.
-«No pasarán».
- Creo que hay que decir no a la evolución hacia la extrema derecha en un momento muy triste en el que el neoliberalismo y la ambición de las grandes fortunas quieren liquidar el estado pervirtiendo la palabra libertad. Pasa de un ámbito de convivencia y respeto a los demás a un ámbito de la ley de la selva. Eso deriva en la liquidación de un estado democrático y la construcción de discursos autoritarios marcados por esa ley del más fuerte. A mí me emocionó que los franceses cantarán «No pasarán». Salí a tomar una copa en Santander para brindar con champán, pero mañana se acabaron las celebraciones, porque el resultado es un fracaso para lo que esperaban, pero han subido más de 50 diputados. Hay que preguntarse qué estamos haciendo los demócratas para generar situaciones en las que que se cultiven discursos de odio como los que estamos viendo con la señora Le Pen. El acuerdo de fuerzas democráticas para que la derecha extrema, autoritaria y neofascista no gobierne, me parece fundamental.
-El miedo es un campo que se cultiva bien con palabras. Lamentaba ayer, en una columna de opinión, el crecimiento del pseudo periodismo que utiliza estas maniobras.
-Así es. Recordaba el otro día una conferencia de Julio Cortázar en 1981, convocada por la Comisión de Derechos Humanos en Madrid, porque no se podían reunir en Buenos Aires por la dictadura de Videla. Cortázar dio una conferencia sobre las palabras, muy bonita y decía que los nazis empezaron a manipular palabras como patria o seguridad, para generar discursos de odio. «Ellos no tenían televisión, sin embargo Videla la usa con su discurso», dijo. Yo pensaba que si Cortázar viviera ahora, vería que la televisión es una broma en comparación con las redes sociales. La palabra seguridad, es otra de las que más se están pervirtiendo, empieza a entenderse como la necesidad de defender la propia identidad amenazada por los otros. Las palabras son un peligro si caen en manos de los que quieren contaminar y fragmentar la ilusión colectiva del bien común.
-Dentro de unos días, los directores del Instituto Cervantes se reúnen en Barcelona. ¿Con qué perspectivas encaran este encuentro anual?
-En Cataluña aún no se había hecho y hemos llegado a un acuerdo con el ayuntamiento para acoger la reunión de todos los directores en la que se hace balance de la situación del Cervantes, cuáles son las apuestas, qué se ha conseguido, y las limitaciones que tenemos. Nuestra consigna siempre es con orgullo pero sin autocomplacencia. Nos podemos seguir orgullosos de lo que significa el español, el segundo idioma más hablado del mundo, pero sin dejar de fijarnos en cómo está en la ciencia, la tecnología, el nuevo desarrollo demográfico...
-¿Practica mucho el ejercicio de pensar lo que dice?
-Intento hablar con honestidad, lo que significa haber aprendido que la verdad no es lo espontáneo, decir lo primero que se ocurre. La verdad es un punto de llegada. Cuando escribo un poema o estoy en una conversación como esta, lo que intento es contar en qué punto está mi verdad.
-Decía Nuria Espert que la felicidad es algo que siempre se recuerda en el pasado. ¿Es su caso?
-Cuando vas cumpliendo años le vas dando la razón a frases como esa. Es verdad que conforme vives vas teniendo pérdidas y te acostumbras a resistir, a sobrevivir, pero no tienes esos momentos de plenitud en los que veías la profundidad feliz de la vida, sin tomar conciencia de los hachazos que da. Uno puede resistir, reconstruirse, intentar ser feliz, pero sabe también que está acompañado de las sombras. Por eso, frente a las dificultades del mundo se vive en el pasado. Es una estrategia para no cerrar los ojos al presente. Me gusta una frase de Almudena que dice: la alegría es una forma de resistencia. Me gusta la modestia de la palabra alegría; no me declaro feliz, porque hay cosas del mundo que no me gustan, pero sí alegre, porque puedo estar pasando un buen momento o una buena conversación que me ayuda a seguir caminando.
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