La temporada expositiva se reanuda con fondos del Archivo Lafuente. Ceesepe, los fanzines, las huellas del relato underground y los materiales del crítico musical Jesús Ordovás centrarán la muestra
Pionero en la concepción de una propuesta cultural y, sobre todo artística, de calidad con proyección nacional e internacional. Referente emblemático de una manera de entender el vínculo entre ciudad y puerto, el espacio portuario del Palacete del Embarcadero ha albergado una de las trayectorias más intensas y singulares del hecho cultural en la comunidad. Además la creación del Centro de Arte Faro de Cabo Mayor supuso una nueva apuesta que reforzaba la personalidad de su actividad en todo el Estado. Esta temporada, que se inició precisamente con un diálogo inherente al arte, la ciudad y el puerto con la muestra de Juan López y Luis López Lejardi, 'Doble-T. Abrir los ojos y ver una sola imagen', el Palacete se ha sumado a la actividad generada como respuesta a la pandemia con esa 'Zona Cero Solidaria'. Una iniciativa que puso en marcha hace unas semanas el Puerto en el Palacete del Embarcadero, donde está recogiendo cada día productos de primera necesidad para el Banco de Alimentos.
El espacio portuario retomará, no obstante, su actividad expositiva con una gran exposición sobre la Movida con fondos del Archivo Lafuente, que abordará tanto la creación artística como la musical ligada a ese periodo de la Transición española. En perspectiva la temporada truncada y alterada por el estado de alarma y la necesidad ahora de emprender un calendario renovado, tiene en perspectiva otras citas aún sin fecha: es el caso de las muestras que finalmente organizara PHotoEspaña en su nueva edición con Santander como sede; la exposición sobre la biblioteca personal de Gerardo Diego, ya anunciada organizada con la Fundación del poeta y el Ayuntamiento y el Centenario de Magallanes con una muestra fotográfica de Eduardo Rivas.
A partir del próximo mes de agosto, cuando se cumplen 35 años de la inauguración del Palacete como espacio expositivo, la Autoridad Portuaria reabriá así su calendario con el Archivo Lafuente. Asimismo, el Centro de Arte Faro Cabo Mayor reabrirá sus instalaciones en esas mismas fechas, exhibiendo la colección permanente Eduardo Sanz- Isabel Villar y acogerá, como se avanzó, el Certamen de arte gráfico Miniprint en su tercera edición.
'Del muelle a Raos', las obras de Manuel G. Raba y la colectiva 'Atrévete Santander' abrieron el camino expositivo
El Archivo Lafuente partirá del fondo adquirido recientemente al crítico musical Jesús Ordovás, pero tendrá presencia de otras de sus colecciones, caso de Ceesepe, García Alix, Ouka Leele, El Hortelano, o Miguel Trillo. Hay que tener en cuenta que el proyecto de José María Lafuente ya exhibió en La Casa Encendida una ingente muestra vertebrada por la figura de Ceesepe, fallecido hace dos años y el movimiento cultural que convulsionó el país, a través de material representativo de la efervescencia cultural de los años de la transición como fotografías, grabados, fanzines, ilustraciones, y diverso material gráfico.
Un pequeño universo configurado por las creaciones multidisciplinares, el mundo de la viñeta underground, publicaciones como 'El rollo enmascarado', un cómic auto-editado que fue referente en su género durante la Transición y la apasionada libertad y creatividad que convirtió a la capital de España en un ejemplo de la cultura emergente en Europa. La aparición de numerosos artistas y músicos que convirtieron el momento de cambio político en una auténtica eclosión de modernidad.De la serie 'Slober' publicada en los cómics 'Star' y 'Bésame Mucho', a 'El Víbora' y 'Madriz', entre otras expresiones.
El pasado año la Casa Encendida de Madrid albergó esa exposición que buceaba en los orígenes de Ceesepe en su papel de puente con la Barcelona contracultural. El artífice vertebrador de este paisaje olvidado fue el Archivo Lafuente. 'Vicios Modernos. Ceesepe 1973-1983 incluía 'El día que muera Bombita', mediometraje, y 'Mis años Ceesepe', fotografías de García-Alix. Un proyecto que encumbró al Archivo Lafuente como generador de una indagación esencial.
Comisariada por Juan Riancho y Elsa Fernández Santos, la nueva exposición prevista en agosto en Santander atenderá a los dos frentes, el de la interrelación de lenguajes del arte y el musical. Hasta que surgió la pandemia la actividad del Archivo Lafuente ha sido tan intensa como en los últimos años de notoria presencia y colaboración con instituciones de arte de todo el país. Solo el pasado año dieciséis exposiciones llevaron su sello a través de préstamos que superan los mil elementos: Mncars, Musac, IVAM, CBA, CDIS, Guggenheim, Fundación March, Fundación Mapfre, Palacete del Embarcadero, más la edición de seis catálogos. Además de foros, participación activa en simposios sobre archivos en Italia, Hungría e Inglaterra, y la disponibilidad del Archivo a investigadores procedentes de Estados Unidos, Argentina, Holanda y España. Lafuente ya anunció un plan para el Archivo a tres, cinco y diez años dado que su evolución exige nuevos retos y planteamientos.
Puerto y ciudad
Uno de los fines establecidos en el momento de rehabilitar el Palacete como espacio expositivo fue el de mostrar el ayer, el hoy y el mañana del puerto, la historia, la actualidad y el futuro del mismo. Con la exposición 'Del muelle a Raos' se inauguró la sala en agosto de 1985, siendo la muestra sobre Manuel G. Raba y la colectiva de artistas emergentes 'Atrévete Santander', las otras dos muestras realizadas en ese año.
Con una programación muy ecléctica, en estas más de tres décadas de actividades sin interrupción, en el Palacete se han programado más de 300 exposiciones y eventos, con una afluencia anual de visitantes que supera habitualmente los 50.000.
La ciudad, tanto desde las instituciones como desde los diferentes colectivos que la integran, ha realizado en los últimos años una clara apuesta por la cultura y el conocimiento como elementos fundamentales para el desarrollo sostenible y coherente de una sociedad que quiera estar a la altura de los retos del siglo XXI. En este contexto adquiere mayor importancia el acierto y visión que acompañó a la decisión de la Autoridad Portuaria -en aquel entonces Junta de Obras del Puerto-, «al entender que la cultura era fundamental en un proceso de modernización de una infraestructura portuaria obsoleta y que tenía, en la estrecha vinculación y dependencia existente entre el puerto y la ciudad, una de sus más importantes señas de identidad».
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