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Esteban Sanz Vélez (Maracaibo, Venezuela 1960) es un nombre muy conocido en el ámbito musical de Cantabria. Pedagogo, compositor, director de varias agrupaciones corales e instrumentales, fue nombrado a finales de diciembre director artístico del Palacio de Festivales, un cargo que asume como una ... gran posibilidad para poner en práctica todas esas cosas que hasta ahora ha visto «desde el otro lado». La institución no le es nueva, pues durante 14 años dirigió el Coro Lírico del Palacio de Festivales y estrenado algunas obras, por lo que estos primeros días en el cargo dice sentirse de nuevo en casa. Entre sus planes, aunque insiste en que de momento son eso, proyectos de un recién llegado, está el que la programación -y él será el responsable de diseñar la que se ponga en marcha el próximo otoño- ofrezca algo más que diversión y entretenimiento.
-¿Qué hace un pedagogo y compositor metido a programador?
-De alguna manera uno está siempre programando. Llevo toda la vida siendo director de agrupaciones vocales e instrumentales y esto hace que haya estado siempre ideando programas y pensando en el público. También he sido director de cursos de verano... Programar no es una cosa que me resulte lejana.
-¿Qué fue lo que le animó a aceptar este cargo?
-El que de alguna manera se me ofrecía la posibilidad de hacer cosas que he estado viendo siempre desde el otro lado. De pronto tengo la oportunidad de llevar a la práctica mis propuestas.
-¿Qué le diría a alguien que viene de fuera para que se pasase por el Palacio de Festivales?
-Primero le diría lo que es y luego lo que me gustaría que fuera. El Palacio es el gran auditorio de Cantabria donde se ofrece un buen número de espectáculos al año de todas las disciplinas. Y lo que me gustaría que fuese, o por lo menos hacia lo que yo tendería, es a que no solo fuese una máquina de ofrecer espectáculos si no también una máquina de promover, de generar, de mezclar la programación con la generación de cultura. Es en esto en lo que me gustaría incidir.
-De momento ha presentado la nueva temporada, elaborada por la anterior dirección, pero ya ha empezado a trabajar en su propia programación. ¿Hacia dónde irá su propuesta?
-Poco puedo decir. Llevo apenas unos días, así que lo que estoy haciendo es ver cómo está la situación y los presupuestos que hay. ¿Qué me gustaría? Lo que comentaba antes, generar el mayor número posible de acontecimientos culturales. Mi concepción es que la cultura no es espectáculo, ni diversión o entretenimiento, aunque lógicamente debe contener estas cosas, pero creo que tiene mucho más calado y profundidad y que, además de entretenernos, debe enriquecernos como personas.
-Proviene de la música. ¿Qué propuestas musicales le gustaría que se viesen en el Palacio de Festivales?
-Me encantaría poder recuperar una temporada lírica potente y de calado, aunque soy consciente de que eso es muy difícil por el presupuesto que requiere. Así que no sé hasta que punto se va a poder hacer. Pero al menos me conformo con seguir avanzando. En estos últimos años se ha avanzado y se han puesto las bases para recuperar la lírica. Además, me gustaría relanzar la música de cámara y hacer actividades alrededor de conciertos. Lógicamente que lleguen a Santander orquestas sinfónicas de la mayor calidad posible e incidir en repertorios que no sean tan habituales. Eso es lo que me gustaría.
-Por supuesto, sin dejar de lado las actuaciones teatrales o la danza.
-Así es. En el Palacio debe haber y habrá espectáculos de todo tipo de la mayor calidad posible.
-Habla de recuperar una temporada de lírica y de los primeros pasos que se han dado con la Fundación Ópera de Cataluña y la Orquestra Simfònica del Vallès. Las óperas que se han traído al Palacio han recibido alabanzas y críticas a partes iguales. ¿En cuál de ellas está usted?
-Me quedo con la sensación que tuve la semana pasada en la representación de 'Madama Butterfly' y el entusiasmo que noté en el público y sus aplausos que se notaban sinceros. Me quedo con eso, pero al mismo tiempo pienso que nuestra obligación es intentar avanzar.
-Cuando Paloma O'Shea anunció que dejaba el Concurso de Piano, lanzó un guante a las instituciones de Cantabria para que continuasen con él. ¿El Palacio podría asumir ese reto? ¿Han hablado con ella?
-Me da mucha pena que no se celebre más el Concurso que es muy interesante para la región y para la música, pero ese reto no me corresponde a mí asumirlo. Se va de mis competencias.
-Han pasado treinta años desde que se inauguró el Palacio de Festivales y cuatro directores antes que usted tenían entre sus objetivos atraer a gente más joven a las salas, pero se sigue resistiendo. ¿Viene con alguna fórmula para lograrlo?
-Creo que una buena fórmula enlaza con esto que te decía antes, no solamente programar si no también generar. Hay que buscar, y ese es uno de mis retos, más vías para llegar a la juventud, desde los pequeños a los jóvenes. Con los pequeños es más fácil porque les traen sus padres o viene con las actividades organizadas con sus colegios. Están en una edad en la que son muy receptivos y en la que cualquier cosa que les ofrezcas les va a interesar porque son muy curiosos y muy vivos. Las dificultades empiezan a partir de los 13 años y ahí la fórmula mágica no existe. Pero no me rindo y buscaremos las formas de llegar. También para los más pequeños porque observo que los espectáculos que se les ofrecen están centrados en la diversión, y por supuesto que les tienen que divertir porque si no los perdemos, pero deben tener algo más de manera que cuando lleguen a los 18 sigan teniendo esa necesidad de alimentarse.
-¿Hay alguna cosa que le gustaría eliminar?
-En principio no, pero sí que me planteo, como el presupuesto es limitado, comprimir un poco la programación y reducir el número de espectáculos para poder profundizar en algunas cosas. Pero eso es algo que tenemos que estudiar.
-¿El presupuesto, más bien la falta de presupuesto, es su mayor pesadilla?
-Creo que es la mayor pesadilla de cualquier programador. Al menos lo que más nos preocupa porque tengas el que tengas siempre te va a parecer poco. Dicho esto creo que para una institución como esta, que tiene que cubrir, conciertos, teatro u ópera, sí es que la cubre, está en el límite. No es un teatro pequeño, así que me gustaría que el presupuesto fuese lo más holgado posible. Porque además, lo considero una inversión para la sociedad y no un gasto. Es una inversión igual que lo es invertir en una carretera. Siempre estamos con ese debate de sí a la cultura se la subvenciona más o menos y yo eso lo tengo muy claro. Es un dinero que hay que gastar bien, justificarlo y, desde luego, no derrocharlo, pero me parece que es un dinero muy bien invertido siempre.
-Hasta ahora trabajaba en muchos proyectos musicales, dirige coros, compone... ¿Seguirá con ellos o los abandona para dirigir el Palacio?
-Me gustaría seguir, lo que no se es lo que podré o no hacer. Lo que más me gusta es componer, soy compositor, y espero seguir haciéndolo además de otras cosas. Pero, desgraciadamente, el tiempo no da para todo, así que tristemente tendré que renunciar a alguna cosa.
-Entonces, ¿no tiene contrato en exclusividad?
-No, no. Soy el director artístico del Palacio de Festivales y soy autónomo y he querido que sea así para poder seguir con mis otros proyectos. Además considero que es enriquecedor poder seguir desarrollándote como artista y llevar esa experiencia en las salas.
-¿Le preocupa que los políticos se metan mucho en su programación?
-No creo que lo hagan, la verdad. Aunque estoy abierto al diálogo y me parece razonable. En lo que no estoy de acuerdo es en las imposiciones, el que se metan suena a que te impongan, pero el diálogo me parece muy bien.
-¿De dónde le viene su pasión por la música?
-Es que me parece que no se puede vivir sin ella. En general, sin el arte, pero en particular sin la música. Es un alimento espiritual para cualquier persona, incluso para los que todavía no lo han descubierto o creen que la música es una cosa que se pone de fondo. Y pienso que otra de las tareas de este tipo de cargos, como la dirección artística del Palacio de Festivales, es que la gente descubra la potencia profunda de la música como elemento espiritual.
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