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Paloma O'Shea, mecenas y artífice de buena parte de los hitos ligados a la educación y la excelencia musical española, anunció ayer su despedida del Concurso Internacional de Piano de Santander que fundó hace medio siglo. La Gala de entrega de Premios y Clausura ... de la XX edición sirvió de escenario en la tarde de ayer al anuncio más inesperado. O 'Shea convirtió su discurso en historia al desvelar su marcha. «Con 50 años cumplidos, el Concurso constituye un patrimonio cultural importante. Medio siglo es mucho tiempo. Estoy muy contenta de haber llegado bien a esta edición, pero ya tengo una edad y no es razonable pensar que dentro de 3 o 4 años conserve la energía necesaria para afrontar de nuevo este esfuerzo». Antes de la interpretación de los tres pianistas premiados y de desvelarse el palmarés, Paloma O'Shea decía adiós a una de sus criaturas musicales que dio sus primeros pasos en 1972 y que, coincidente con esta vigésima edición, conmemoraba su cincuenta aniversario.
Sin embargo, la presidenta de la Escuela de Música Reina Sofía no aclaró el futuro del certamen de sello internacional. En sus palabras apeló a la reflexión para emprender nuevos caminos musicales para Santander y Cantabria, pero no concretó nada sobre quién tomará las riendas del Concurso. Según la cronología, la próxima edición tendrá lugar en 2025. La cita pianística entra en un limbo a la espera de decisiones y anuncios sobre su proyección o posible transformación.
El triunfo rotundo del pianista canadiense Jaeden Izik-Dzurko (22 años), becado con la Gina Bachauer de la Juilliard School, reciente ganador del Concurso Maria Canals de Barcelona, pasó a un segundo plano tras la declaración de la presidenta de la Fundación Albéniz.
En sus palabras, emocionada, O'Shea subrayó que «con su historia, su prestigio en la Federación Internacional de Concursos, sus fantásticos ganadores de las últimas ediciones y el apoyo de la sociedad cántabra, el Concurso está en su apogeo y lleno de pujanza. Pero yo, no tanto», matizó.
El Concurso, insistió, está en un magnífico momento, y mirando al futuro reflexionó: «Son programas que han alcanzado una dinámica propia, pero necesito retirarme del Concurso, que requiere de mí una implicación personal que ya no puedo permitirme. Estoy convencida, además, de que después de llegar hasta aquí conviene tomarse un tiempo para reflexionar sobre la mejor manera de hacer llegar la música a más personas en Santander y Cantabria».
La presidenta de la Fundación Albéniz aclaró que mantendrá su «compromiso con la educación musical y con Cantabria», e igual de firme con el Encuentro de Música y Academia de Santander (que acaba de vivir su XXI edición) y la Escuela Superior de Música Reina Sofía. «Al anunciarlo siento pena, pero también satisfacción por lo logrado y, sobre todo, agradecimiento», confesó Paloma O'Shea.
En su intervención aludió a «una mayor ambición con el Encuentro –que es ya un elemento importante de la vida cultural de esta región– y a otras fórmulas que estudiaremos desde la FundaciÓn Albéniz en colaboración con el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander».
El público, que llenó la Sala Argenta, ovacionó de pie a Paloma O'Shea, a quien se le quebró la voz cuando agradeció a todos por haberla hecho «sentirse santanderina».
Al inicio de la Gala, recordó que «han sido 50 años apasionantes y los objetivos que nos marcamos se han cumplido». Miles de jóvenes pianistas, subrayó, han avanzado hacia una vida musical creativa por el solo hecho de inscribirse en el Concurso. Además, «durante el timo medio siglo, los santanderinos hemos podido ver cómo evolucionaba la interpretación pianística a nivel internacional. Pocas ciudades del mundo han tenido esa oportunidad. Nuestro querido Ricardo Hontañón– quien fuera crítico musical de El Diario–, a quien no olvidaremos, la disfrutaba como nadie».
La presidenta de la Fundación Albéniz sentenció: «El nombre de nuestra ciudad está grabado en la memoria de los grandes músicos que han venido como concursantes, jurados o colaboradores artísticos». En sus agradecimientos, dedicó una especial mención «a vosotros, el público de Santander, que nos habéis acompañado durante 50 años en esta bonita aventura, a la que habéis aportado vuestro conocimiento y vuestro entusiasmo».
También tuvo palabras de agradecimiento para los miembros del jurado, presidido por Joaquín Achúcarro que votó a su ganador el mismo jueves, nada más concluir el último de los conciertos interpretado precisamente por Jaeden Izik-Dzurko bajo un riguroso orden de sorteo –la final se celebró en dos días: miércoles y jueves–. El sistema de votación tiene su propia peculiaridad porque los miembros del prestigioso tribunal no hablan entre ellos. No es una decisión debatida o comentada como pudiera pensarse. Cada uno de ellos se limita a escribir el nombre de su ganador en un papel y luego se hace el recuento. En caso de empate, el presidente pide que se repita la votación entre los concursantes igualados pero sin especificar en que lugar están en el ranking, es decir, que el jurado compuesto en esta edición por Claudio Martínez Mehner y Rena Shereshevskaya, en calidad de vicepresidentes; y los miembros: Péter Csaba, Barry Douglas, Akiko Ebi, Ana Guijarro, Márta Gulyás y Hüseyin Sermet vuelve a votar entre los empatados sin conocer si están situados entre los dos primeros, o segundos, etc.
Sin embargo, en este certamen no hay filtraciones, ni embargos como ocurre en otros concursos y no es hasta la gala final cuando se conoce el nombre del ganador. Una ceremonia que el público, sobre todo los que han seguido todas las audiciones, vivió ayer, quién sabe si por última vez, con una gran emoción.
Miles de jóvenes pianistas han avanzado hacia una vida musical creativa por el solo hecho de inscribirse en el Concurso. De ellos, 643 han venido a Santander y 148 han recibido premios que han impulsado sus carreras. Hemos acercado la maravilla del piano a cientos de miles de personas, en directo o a través de las ondas, y hemos aportado nuestro granito de arena a la tarea de poner a Santander en el mundo. El nombre de nuestra ciudad está grabado en la memoria de los grandes músicos que han venido como concursantes, jurados o colaboradores artísticos. Además, durante el último medio siglo, los santanderinos hemos podido ver cómo evolucionaba la interpretación pianística a nivel internacional. Pocas ciudades del mundo han tenido esa oportunidad. Nuestro querido Ricardo Hontañón, a quien no olvidaremos, la disfrutaba como nadie. Con 50 años cumplidos, el Concurso constituye un patrimonio cultural importante. Con su historia , su prestigio en la Federación Internacional de Concursos, sus fantásticos ganadores de las últimas ediciones y el apoyo de la sociedad cántabra, el Concurso está en su apogeo y lleno de pujanza. Pero yo, no tanto.Medio siglo es mucho tiempo. Estoy muy contenta de haber llegado bien a esta edición, pero ya tengo una edad y no es razonable pensar que dentro de 3 o 4 años conserve la energía necesaria para afrontar de nuevo este esfuerzo. Mi compromiso con la educación musical y con Cantabria seguirá, por supuesto, igual de firme a través de la Fundación Albéniz en el Encuentro de Música y Academia de Santander y la Escuela Reina Sofía. Son programas que han alcanzado una dinámica propia, pero necesito retirarme del Concurso, que requiere de mí una implicación personal que ya no puedo permitirme. Estoy convencida, además, de que después de llegar hasta aquí conviene tomarse un tiempo para reflexionar sobre la mejor manera de hacer llegar la música a más personas en Santander y Cantabria, que podría ser con una mayor ambición con el Encuentro –que es ya un elemento importante de la vida cultural de esta región– u otras fórmulas que estudiaremos desde la Fundacion Albéniz en colaboración con el Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Santander. Al anunciarlo, siento pena, pero también satisfacción, por lo que hemos logrado entre todos y, sobre todo, agradecimiento.
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