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Carlos Postigo y Carmen Revuelta atienden al público en la taquilla del Palacio de Festivales. Foto: Roberto Ruiz / Vídeo: Pablo Bermúdez

El papel estelar de las taquillas

Se cierra la temporada «más anómala» y dos de los empleados más veteranos cuentan cómo han vivido la organización de las entradas por el covid

Rosa Ruiz

Santander

Lunes, 8 de febrero 2021, 07:18

Cada vez que Concha Velasco actúa en el Palacio de Festivales, y en los últimos treinta años han sido decenas, sigue el mismo ritual. Lo primero que hace, según llega, es preguntar por «sus chicos de la taquilla», acercarse hasta su mostrador y saludarlos con cariño. Una costumbre que Carlos Postigo y Carmen Revuelta atesoran entre sus muchas anécdotas laborales y que recuerdan ahora que acaba la temporada más anómala se han vivido en las instalaciones de la calle Gamazo desde su inauguración.

Empezaron como acomodadores justo cuando el Palacio de Festivales abrió sus puertas. Desde entonces han pasado por distintos puestos, Carmen Revuelta incluso ha trabajado en el edificio de La Filmoteca de la calle Bonifaz, dependiente como el Palacio del Gobierno regional, y en el Festival Internacional de Santander. Han colaborado codo con codo con muchos de los artistas que han llegado a Cantabria y, sobre todo, con el público pues, en los últimos años son los responsables de la taquilla, ese mostrador al que los espectadores llegan para adquirir sus abonos y sus entradas y solucionar sus dudas. En este pequeño habitáculo, que desde el año pasado se ubica en la avenida Reina Victoria, han vivido este año -salvo los meses del confinamiento- la crisis del covid. Una situación que nos ha cambiado la vida a todos y también a su trabajo. «El Palacio de Festivales programa sus actividades en dos temporadas, la de otoño-invierno y la de primavera-principios de verano. Pues bien, se puede decir que desde marzo del año pasado estamos viviendo la misma temporada», comienza a contar Carlos Postigo.

Y es que, desde que se decretase el estado de alarma, su trabajo ha ido cambiando semana a semana y día a día. Desde responder a los espectadores que se cuestionaban cómo y cuándo se les iba a abonar el coste de las entradas ya adquiridas, a informar sobre posibles fechas de reanudación del programa. «Pero también recibí varias llamadas, cuando aún teletrabajábamos, simplemente para preguntarme cómo estaba y darme ánimos», asegura Carmen Revuelta, quien no duda en afirmar que le encanta su trabajo y que se siente muy orgullosa de «haber logrado quitar la barrera del mostrador con la calle» pues muchos de los espectadores, sobre todo los abonados y los más fieles, la saludan si se la encuentran fuera del Palacio y hasta la llaman por su nombre.

«La gente tiene ganas de teatro, de danza, de música porque la cultura es su evasión»

Carlos Postigo - Taquillero

«Estoy orgullosa de haber logrado eliminar la barrera del mostrador con la calle»

Carmen Revuelta - Taquillera

Aún así, define todo lo vivido en el último año como «muy intenso». «Ha sido muy fuerte y muy continuo porque las restricciones del Gobierno se iban modificando continuamente y lo que hoy era válido podía cambiar a los quince días. Esto nos ha hecho estar muy atentos a los datos y a la información que se daba al público porque cambiaba constantemente y nuestra labor es la de no confundir más. Yo, al menos, he estado muy concentrada y muy responsable».

El 'lío' del exceso de aforo

Uno de sus mayores retos tuvo lugar apenas hace unas semanas con un nuevo decreto publicado por el Gobierno regional en el que se reducía a un tercio el aforo de las actividades culturales. El Palacio, que ya venía trabajando con una limitación del 50% sus butacas, se encontró de pronto con un dilema, puesto que se habían vendido más de 300 entradas -el número permitido en la nueva normativa- para algunas de las representaciones, como 'Alento', el espectáculo de danza de la compañía de Antonio Najarro, o la obra de teatro 'Señora de rojo sobre fondo gris' con la que hoy despide la temporada. Pero a grandes males, grandes remedios. Lejos de cancelar o aplazar estas funciones se decidió programar una más en otra fecha inmediata para que todos aquellos que habían comprado su entrada pudieran disfrutar de la representación. Para ello era necesaria la colaboración del público y que algunos de los espectadores cambiasen su entrada por otra para la nueva función. Y de eso se encargaron Carlos Postigo y Carmen Revuelta que comenzaron a llamar por teléfono a los abonados más conocidos para preguntarles si estaban dispuestos a cambiar sus boletos. Y vaya si lo consiguieron. «Hemos hecho cientos de llamadas y la respuesta del público ha sido fantástica», explica Carlos Postigo quien reconoce que salvo por problemas laborales u otras causas de fuerza mayor, «todo el mundo estaba dispuesto a cambiar sus entradas con tal de que no se suspendiese la función».

Este taquillero, que también ha pasado por varios puestos de trabajo en su larga trayectoria en el Palacio de Festivales, está convencido de que «la gente tiene ganas de teatro, de danza de música... porque si la cultura en una situación normal es una forma de evadirte, en los momentos que estamos viviendo ayuda aún más».

En estos últimos meses, recuerdan ambos, algunos abonados, sobre todo los de mayor edad, han decidido devolver sus entradas por miedo a contraer el covid. «Pero la inmensa mayoría ha querido continuar con nosotros porque hay que venir, con toda la precaución del mundo, pero sin miedo», tal y como recalca Carlos Postigo. «Si venimos con miedo estamos perdidos. Ahora ya vamos conociendo más el virus, pero en mayo cuando reabrimos la taquilla todos teníamos nuestros miedos también, pero poco a poco hemos ido comprobando que, como dice José Sacristán que este fin de semana ha actuado en la sala Argenta, los cines y los teatros son los sitios más seguros para disfrutar de la cultura. Y así se ha demostrado pues no ha habido ningún brote aquí», afirma.

Carmen Revuelta, que confirma lo que dice su compañero asintiendo con la cabeza, quiere concluir diciendo que lo que más le gusta de su trabajo es que «cada día es diferente y no dejo de valorar la oportunidad que me ha dado de conocer a personas que jamás pensé que iba a tener a mi lado, y de trabajar con ellas codo con codo. Este trabajo me ha permitido ver las partes traseras de los espectáculos porque no es lo mismo sentarte como espectador y esperar a que se abra el telón que vivirlo desde que se contrata una actuación, se monta y se mete en el ordenador para poder venderla». Carlos Postigo también tiene sus propios recuerdos de los artistas que han pasado y de los estrenos absolutos que se han ofrecido, porque en su mano ha estado también el principio de cada función, un papel crucial en el engranaje del Palacio.

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