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«Yo soy muy bruto, pero muy bruto y no tengo mucho cultura que quieres que te diga, nací debajo de un puente». Javier Mariscal, que la semana pasada visitó Santander para conocer el Archivo Lafuente y participar en una jornada de conferencias del certamen ... de diseño gráfico 'Tipos', parece olvidar en el inicio de la entrevista que es uno de los diseñadores más destacados del panorama actual y un artista de fama internacional. Y no se sabe si bromea o es una de sus provocaciones. «Soy disléxico y también lo soy pensando», continúa y «no pararé hasta que me muera en hacer algo que merezca la pena».
Lo dice justo en el momento que acaba de contemplar algunas de sus primeras obras, las que ha vendido al Archivo Lafuente, y también las de algunos de sus amigos y colegas de su generación como Ceesepe y que, como él ya forman parte de la historia de la ilustración de este país. «A veces creo que nada de lo hecho sirve y necesito hacer algo bien por una vez porque me gusta mucho el trabajo de los demás y soy capaz de identificar quien es y quien no un buen dibujante o diseñador y cuando hacen algo que trasciende»,asegura.
Acaba de concluir un libro, una obra que le han encargado con motivo de la conmemoración del 500 aniversario de la ciudad de La Habana, el próximo 16 de noviembre, una obra que lamenta no ha quedado todo lo bien que a él le hubiera gustado. «Nunca estoy satisfecho del todo, dicen que es la dislexia, porque los que la sufrimos tenemos la autoestima por el suelo desde pequeños porque vemos que los demás saben leer bien, retienen los nombres y saben sumar y restar. Yo todo el día estoy buscando las palabras por las esquinas porque no las encuentro y si a veces soy bruto y suelto tantos tacos y esas cosas que la sociedad mojigata no quiere oír quizás sea porque toda la vida llevo disimulando e intentado que no se note que no soy tan listo como los demás».
El libro ya está impreso y, según explica «me han hablado de un tío de Miami que está loco por hacerlo en inglés». Se trata de un encargo de una sociedad española para hacer un regalo institucional de España a la ciudad de La Habana cuyo texto esta escrito por el periodista Mauricio Vicent y las ilustraciones dibujadas por Mariscal. «La Habana y Cuba siempre han sido el ojito derecho de la Corona española. Un lugar muy especial también para mí al que yo ya quería ir con cinco años. Me toca mucho», reconoce.
Por eso, asegura, que en La Habana se siente «en casa» como en Ciudad de México, Bogotá o Buenos Aires «porque tenemos la suerte de contar con muchos sitios en los que nos hablan la misma lengua y nos hacen sentirnos como hermanos. O al menos yo lo siento así».
No es la primera vez que trabaja en un proyecto relacionado con Cuba pues también es uno de los autores, junto a Fernando Trueba de la película de animación, premiada con un Goya, 'Chico y Rita',
Y es por ello, según explica que la posibilidad de poder contar «quinientos años de esa ciudad de una forma muy gráfica y personal ha sido algo maravilloso. De todas las formas cuanto más te metes en un proyecto así te das cuenta de lo poco sabes». El resultado, asegura, es un libro «muy personal y muy pasional, porque ninguno de los dos autores somos historiadores».
Entre sus múltiples actividades, además de diseñar imparte un gran número de conferencias por todo el país, en las que intenta «lanzar» con la ayuda de diapositivas su forma de ver el diseño que, también es su forma de ver la sociedad en la que vive desde hace 70 años. «Al final todos estos encuentros son una forma de exponerme que hago porque en el fondo siempre aprendo mucho, porque en esas charlas antes y después que yo interviene otra gente que siempre tienen algo que aportar». Y pone un ejemplo. «El otro día estuve en Vitoria y había una chica muy joven que ha pasado por la Escuela de Cine en la que está ahora mi hijo que nos enseñó su trabajo, una serie de vídeos hechos con 'stop motion' que es muy interesante porque te transmite emoción. Nosotros, en nuestra época y con sus años, que tendrá treinta y pocos, tocamos mucho dinero. Podíamos pedir hasta medio millón de las pesetas de aquella época y nos las pagaban. Ella trabaja con unos presupuestos de cinco o veinticinco euros. ¿Y qué hace? Pues trabajar con cartón o con papel y grabar por teléfono». Y eso, a Mariscal, al padre de Coby, le sirve según declara para «aprender mucho».
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