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«Pocas cosas habrá más antiguas e ingenuas que dibujar nubes. La nube está por todas partes». Carlos Limorti (Santander, 1956) expone en la galería ... Siboney y en la librería Gil algo más que una mera exposición. 'Esto no son nubes' supone su regreso al escaparate artístico tres décadas después y, a su vez, toda una declaración de principios. Además su comparecencia coincide con su despedida como coordinador de la actividad cultural de la Autoridad Portuaria. Con 20 años hizo su primera exposición. En 1982 obtuvo un beca del Ministerio de Cultura y ese mismo año expuso en el Museo de Bellas Artes de Santander. En 1987 realizó su última exposición -El puente-, precisamente en la galería Siboney. En su regreso, cada dibujo se presenta acompañado de la respectiva traducción que tiene la palabra nube en las diferentes lenguas existentes.
-Su regreso expositivo es coincidente con su progresiva marcha de la Autoridad Portuaria. ¿Era obligado casar ambos tiempos?
-La actividad creativa precisa tiempo, no solo para la ejecución sino fundamentalmente para la reflexión. A medida que me he ido desligando de la Autoridad Portuaria, esta posibilidad se ha abierto. Si hubiera simultaneado actividades, tal vez hubiera entrado en conflicto con el código de buenas prácticas que debe imperar en la administración pública.
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-¿Qué permanece y qué se ha perdido entre el artista Carlos Limorti y el que vuelve ahora?
-Permanece, y seguramente se ha agudizado, la curiosidad y, si alguna vez la tuve, que supongo que sí, la ambición ya no está presente en el horizonte.
- 'Esto no son nubes' son dibujos pero mucho más. ¿En los años de preparación ha construido todo una reflexión conceptual sobre la propia creación?
-Hay que situar el punto de partida en un encargo que recibí hace más de seis años para diseñar un nuevo espacio de trabajo, una oficina 'sin papeles' inmersa en la nebulosa informática. Este proyecto no se llevó a cabo pero me quedé enganchado con el 'motivo'. Pasado un tiempo decidí revisar la idea inicial y a la vez que realizaba los dibujos, me propuse indagar en el interés que han despertado las nubes tanto en artistas como en aquellos que han explorado diferentes fronteras teóricas de la historia del arte, del estudio de la representación, las semejanzas, las similitudes y el lenguaje. Esta curiosidad es la que pretendo contagiar a quien vea estos dibujos. El itinerario realizado en este viaje se puede consultar con más detalle en un documento, que en formato QR se puede descargar en la exposición.
-Reconózcalo...¿a usted lo que le gustaría es dedicarse a supervisar nubes?
-Ramón Gómez de la Serna lo revindicaba como el mejor destino al que se puede aspirar, si bien el concepto de supervisión parece implicar una función crítica que no me atrae en exceso. Me quedaría con una actitud más contemplativa, más cercana a la que el propio Ramón sugiere que debe ser la posición del citado supervisor: acostado en una hamaca y mirando al cielo.
-Apela a 'La utilidad de lo inútil'. ¿Considera al arte un museo de los esfuerzos inútiles?
-El conocimiento objetivo que nos propone la ciencia no es suficiente, dice Gastón Bachelard. Este debe construirse, integrando por un lado, el conocimiento científico y por otro, la imaginación creadora y el lenguaje poético, que escapa a toda utilidad.
No parece fácil, sobre todo en la actualidad, interesarse por aquello que no implica un uso práctico e inmediato, aunque proponga un discurso crítico con el mundo y con su propio lenguaje. n
-¿Hay un afán de vocabulario, de gramática personal en su catalogación de las nubes?
-La obra que expongo no necesita muchas explicaciones, pocas cosas habrá más antiguas e ingenuas que dibujar nubes. He ido dando forma y deformando las nubes de una manera dinámica sobre papeles de pequeño formato, minimizando el gesto que se produce al dibujar, disfrutando en la realización de un trabajo minucioso, intenso y metódico, seguramente influido por la relación mantenida con Eduardo Sanz en los últimos años de su vida.
-¿El resultado, en todo caso, es siempre un paisaje, una representación de imagen y palabra?
-Los objetos, los colores, las formas, son algo más que las palabras que las designan, el nombre de la cosa no es la cosa misma. El dibujo, tan universalmente conocido de Magritte, Esto no es una pipa consiste en una figura y el texto que la nombra. Es evidente que el dibujo que representa una pipa no es una pipa, pero lo que desconcierta, como señala Michel Foucault, es su relación con el texto, que en este caso niega lo que el dibujo da a ver. 'Esto no son nubes' reproduce este mecanismo.
-En estas décadas ha participado en la organización de decenas de exposiciones en los espacios portuarios. ¿Cuál es su opinión de la evolución del arte?
-Las prácticas artísticas han evolucionado -no confundir con progresando-, siempre cuestionando sus límites. En la época contemporánea y en lo que se refiere a las artes visuales, especialmente tras Marcel Duchamp, se ha acelerado el proceso de interrogación de su propio lenguaje, dando pie a acciones creativas más reflexivas que en sus mejores propuestas, contribuyen a revisar su relación con el pasado y descubrir en él huellas que abran nuevos caminos.
-¿El público ha demostrado también su propio cambio al enfrentarse a las exposiciones?
-El concepto de 'público' y el análisis de su comportamiento es una tarea compleja que se estudia en la Universidad. Es fácilmente observable que en las inauguraciones los asistentes suelen ser prácticamente los mismos, poniendo en evidencia la necesidad de incorporar nuevos 'públicos'. La facultad de 'visitar' exposiciones en medio mundo a través de Internet, abre unas posibilidades extraordinarias para que el 'público' esté informado, aunque el uso que a menudo se hace de esa opción, deja entrever una falta de conciencia crítica y un escaso interés por indagar en el fenómeno del arte. La estadística es una herramienta cuyo uso a veces es perverso. La asistencia de público (share) como árbitro del reconocimiento del éxito de las exposiciones es más que cuestionable, a lo que hay que añadir que la saludable perdida del miedo por parte del 'público' a manifestar las preferencias, a veces conlleva valoraciones temerarias de inquietantes consecuencias.
-¿El Archivo Lafuente puede simbolizar ese lazo cultural entre espacios e instituciones?
-Su particularidad, uno de los grandes archivos privados a nivel internacional sobre las vanguardias europeas de principios del XX hasta los ochenta, que por expresa decisión de su propietario va a quedarse en Santander, propiciando el desembarco del Reina Sofía como centro asociado, debe considerarse uno de los acontecimientos más excepcionales que han ocurrido por aquí en muchos años y es difícil que puedan volver a plantearse situaciones similares. Ahora bien, las dificultades aún por superar evidencian las carencias existentes para la formalización de esos lazos, que sin duda son indispensables.
-¿Dedicará todo su 'tiempo nuevo' al arte?
-Eso espero, pero si hablamos de producir y exponer objetos artísticos, ahí entran en juego otros mecanismos, fundamentalmente los del mercado, que lo hacen viable o no.
–¿El reto de Santander 2016 no pedía una actuación decidida del puerto y la ciudad para propiciar espacios de arte y cultura?
–Recientemente el presidente de la Autoridad Portuaria no solo ha comentado el interés de volver a abrir la Nave Sotoliva, sino también la voluntad de incorporar a la oferta de espacios útiles para la acción cultural, la sede del Nuevo Archivo en el Barrio Pesquero y la renovada Estación Marítima. Si añadimos los que ya se gestionan desde hace años, el compromiso de la entidad es más que evidente, aunque tiene en los limitados recursos humanos con los que cuenta un grave problema que resolver. La candidatura 2016 fue una especie de espejismo que se desvaneció con rapidez, pero germinó un cierto despertar ciudadano que tuvo con la creación de la Fundación Santander Creativa una acertada y conjunta respuesta por parte de instituciones y entidades. Las últimas noticias sobre el devenir de la citada Fundación, no nos permite ser muy optimista. Es cierto que ha faltado una planificación en la relación puerto/ciudad que hubiera permitido un mejor aprovechamiento de recursos y un proyecto cultural acorde con los tiempos. Esperemos que la miopía cortoplacista se pueda corregir, ya que solamente desde una colaboración leal, respetuosa y planificada entre instituciones y el ámbito privado, podrán desarrollarse actividades que realmente nos puedan situar en ese entorno europeo que apuesta por la cultura y la sociedad del conocimiento como modelo de desarrollo para sus ciudadanos.
–¿La comisión creada para gestionar los vasos comunicantes entre puerto y ciudad tiene capacidad de decisión?
–La toma de decisiones en un organismo público como son las Autoridades Portuarias está claramente establecida, y la función otorgada por los órganos de gobierno de la institución a esta comisión, tiene solamente un carácter consultivo. La intención es dotar a la Autoridad Portuaria de una estructura y un modelo de trabajo que pueda funcionar con rigor y con independencia. El todavía breve tiempo de existencia, fue creada a finales de 2018, y la excepcionalidad de este último año, ha impedido el normal desarrollo de sus actividades.
–En el presente, ¿ qué valora más del vínculo ciudad/puerto?
–El impacto económico que tanto para la ciudad como para la comunidad en su conjunto tiene la actividad industrial que desarrolla el Puerto no se pone en duda, pero hay momentos en que los lazos históricos y culturales que desde su origen unen este binomio, se diluyen por cuestiones relacionadas más con la recuperación de espacio para uso ciudadano y recalificaciones del suelo. Desde hace unos años es evidente una clara apuesta por la cultura como señas de identidad de la ciudad, y en ese marco debe valorarse la actividad que el puerto lleva impulsando desde mediados de los 80, en ocasiones a contracorriente.
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Ana del Castillo
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