Me parece que he viajado en el tiempo. Solo se oyen los pájaros
CUADERNO DE EXCEPCIÓN | DÍA 15 ·
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CUADERNO DE EXCEPCIÓN | DÍA 15 ·
El presidente del Gobierno anunció el sábado la paralización de todas las actividades no esenciales. El decreto entrará en vigor hoy lunes, día en el que se publica este artículo. Como mi trabajo no es esencial, cojo el coche y voy a Santillana del Mar, ... para hacer fotos en la Torre de Don Borja antes de que la prohibición sea efectiva. Voy como el que acude a coger provisiones para pasar el invierno, solo que yo recolecto material para las redes sociales. Francisco, responsable de mantenimiento, me dice que no me olvide de hacer fotos a las azaleas, y yo tengo que buscar en Internet qué son las azaleas para saber qué tengo que fotografiar.
Me cruzo con un coche de la Guardia Civil, llevo todos los papeles necesarios por si me paran pero no me dicen nada. Las carreteras están desiertas. Santillana del Mar también lo está. Ni rastro de tiendas, ni rastro de restaurantes, ni rastro de turistas, ni rastro de ningún tipo de vehículo. Es un espectáculo. Me parece que he viajado en el tiempo. Solo se oyen los pájaros. No es solo que antes no los pudiésemos escuchar por el ruido de las voces y las máquinas, es que parece que hay más. Los animales, ante nuestro repliegue, comienzan a recuperar el espacio perdido. Me lo decía el otro día un buen amigo, que las gaviotas, día a día, se estaban haciendo con el control de Maliaño, se preguntaba cómo lo íbamos a reconquistar cuando todo volviese a la normalidad, porque veía a las gaviotas muy bien organizadas. Nos acordamos en la conversación de Hitchcock, de 'Los pájaros' (por supuesto), de 'La ventana indiscreta' (cómo no), de 'Psicosis' (que de eso vamos sobrados en estos tiempos), también de 'Vértigo' ya que, al fin y al cabo, es lo que muchos sentimos. Vértigo no ante el coronavirus sino ante lo desconocido, porque aquí el problema es que ninguno sabemos lo que va a pasar. El futuro siempre ha sido una incógnita, es verdad, pero ahora todo parece menos previsible que nunca.
Tengo suerte y en Santillana del Mar hace sol. Hago muchas fotos. Primero del exterior, desde la plaza. Después del jardín. Encuentro las azaleas, que me llaman a gritos para que me fije en ellas, y veo cómo un abejorro, que no entiende de paralizaciones, sigue a lo suyo con la polinización.
Entro después al interior y me paro a ver con calma los cuadros y los libros, lo hago un poco como si me despidiera. Siento que me miran como si no entendiesen mi inquietud, mi exagerado dramatismo. Parece que quisieran decirme: tranquilo, esperaremos aquí todo el tiempo del mundo, hasta que vuelvas.
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