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Juanjo Mena
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Juanjo Mena
El concierto de esta noche en la Sala Argenta, a las 20.30 horas, será el de los reencuentros para el público del FIS. Por ... un lado con Juanjo Mena, un director al que respeta y admira; también con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León y con un programa de esos que siempre triunfan en Santander firmado por Beethoven y Mahler. Pero además será el reencuentro del maestro vasco con Midori, «una de las grandes señoras del violín» según la define y a la que ya dirigió hace quince años en Estados Unidos. Mena, que se encuentra preparando un disco del compositor vasco Gabriel Erkoreka, asegura estar viviendo un gran momento en lo profesional que le lleva a un terreno de mayor felicidad y seguridad.
-Empecemos por el concierto que va a dirigir esta noche. Beethoven y Mahler son dos compositores muy conocidos entre el público. ¿En qué se parecen y en qué se diferencian?
-En ambos la exigencia de la escritura es muy rotunda. Tienen una gran claridad en sus planteamientos y en sus ideas aunque sean dos mundos diferentes. En la obra de Mahler hay muchísima influencia de su personalidad y de sus criterios. Sus sinfonías son muy atractivas y están llenas de constrastes. Sin embargo, el 'Concierto de Violín' de Beethoven, que es también una de las obras maestras de la música clásica, es para mí un concierto casi perfecto en el sentido de su organización, sus estructuras y las riquezas orquestales.
-¿Cuál de las dos obras es más difícil de dirigir?
-La verdad es que con grandes solistas, como es el caso de Midori, es muy fácil enfrentarse a las dificultades. Ya hemos trabajado juntos antes y es un placer volverlo hacer hoy. Es una de las grandes señoras del violín que además conoce al dedillo el concierto de Beethoven. En cuanto a Mahler es un compositor tan grandioso que siempre nos sorprende y la obra que vamos a interpretar esta noche transportará a la gente a otro estado.
-Y luego está la Sinfónica de Castilla y León. Usted ha dirigido a alguna de las mejores orquestas del mundo, ¿qué diferencias aprecia entre estas y las españolas?
-Las orquestas españolas están viviendo un momento boyante, aunque creo que hay que seguir trabajando para mejorar sus estructuras y que puedan tener una mayor facilidad de acercamiento al repertorio, una mejor distribución, mejores convenios... Pero en general, te diría que las orquestas españolas están en mejor momento que las de Francia o en Italia donde se mantienen las grandes que siempre han tenido pero no existe un nivel intermedio, un nivel de paso hacia futuras orquestas potentes. La Sinfónica de Castilla y León, con ese maravilloso auditorio que tiene en Valladolid, hace un trabajo espectacular. Ahora tiene un director muy interesante: Thierry Fischer que está haciendo un gran trabajo. Es una orquesta muy flexible que sabe como se tiene que tocar. En cuanto al resto de orquestas, algunas aún necesitan ayuda para crecer y mejorar pero creo que, en general, podemos presumir de orquestas, incluso de las jóvenes que están haciendo un gran labor. Ahora mismo hay músicos españoles tocando en las grandes orquestas de todo el mundo. Yo me los encuentro a menudo en los conciertos que dirijo y eso me parece una gran señal.
-En una entrevista con este mismo periódico defendía la soledad como algo esencial para 'entrar' en la música. Sin embargo, usted es muy sociable. Explíquenos esto.
-Ahora mismo tengo delante de mí una partitura que estoy estudiando del compositor vasco Gabriel Erkoreka con el que dentro de dos o tres semanas vamos a grabar un disco. Y necesito estar solo frente a ella para poder entenderla y enfrentarme a lo que me dice. Este momento no se puede compartir, ni se debe porque siento que mi obligación es desarrollar todas las cosas que están ahí escritas para poder dárselas al público con la mayor sinceridad y belleza. Como he dicho muchas veces para mí la partitura es Dios y la tenemos que tener siempre presente. Es la verdad, algo que nos dice lo que tenemos que hacer. Yo soy muy muy tajante con las obras cuando las leo y cuando las estoy estudiando como ahora. Necesito tener un entendimiento con lo que tengo delante y eso lo hago mejor en soledad.
-Nos ha contado muchas veces sus orígenes y como llegó a la música gracias a una persona que llegó a su colegio y le animó a participar en un coro. Pero ¿que queda de ese niño de barrio obrero en el maestro que ahora recorre el mundo para dirigir a las mejores orquestas?
-Sigo siendo ese niño de barrio obrero pero con muchas más experiencias que entonces. Cuando estoy fuera con esas grandes orquestas solo pienso en la música y en cómo conseguir lo mejor de los músicos. Con un trato siempre educado, con mucho cariño e intentando abrir puertas y colores mi propósito es abrir la vida a aquel pequeño barrio en el que crecí.
-¿En qué momento está ahora como músico?
-Cada vez me siento más mayor y voy teniendo más claras algunas cosas sobre lo que tengo que hacer. Esto me permite solucionar los problemas o conseguir los resultados de una forma mucho más rápida, pero también me doy cuenta de que la edad va pasando sobre todo a nivel físico y empiezo a tener dolores en el hombro derecho. Pero, en general, estoy en un momento muy interesante porque siento que las cosas las puedo solucionar antes que cuando no tenía tanta experiencia y eso me lleva a otro terreno de mayor felicidad y seguridad. Cuando estás en el camino te ves obligado a pensar mucho que bifurcación quieres coger y ahora después de tantos años y tantas vueltas las cosas se ven más claras.
-¿Echa de menos cantar?
-Pues la verdad es que sí. Lo echo muchísimo de menos, pero la vida me llevó por otro camino y este me ha dado tanto que no me pesa. Sigo cantando, lo hago a menudo para poner ejemplos a los músicos de las orquestas, pero tengo un hermano, Carlos, que es un grandísimo contratenor, que ahora ha tomado posesión en su escuela en Basilea con su maestro R. R. Jacobs y también disfruto mucho escuchándole.
-Seguramente que esta noche habrá muchos estudiantes de música en la Sala Argenta a los que les gustaría llegar a ser lo que usted es ahora. ¿Qué les recomendaría?
-Que abran bien los ojos, que intenten pensar y que se quiten todo aquello que les impida estar concentrados. Que intenten escuchar y hacerse preguntas y, sobre todo, que mantengan una relación lo más intensa posible con el público y con los músicos. Que vayan sin ningún tipo de control personal porque la música solo viene a darnos la vida y momentos maravillosos.
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Ana del Castillo
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