Cuando pasen los años, si vuelvo a mis ideas de estos días, no sabré distinguir
Cuaderno de excepción - Día 37 ·
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Cuaderno de excepción - Día 37 ·
Escribo en este cuaderno desde hace 37 días. No he vuelto a leer nada de lo escrito en los 36 días precedentes. Por las circunstancias en las que llevo a cabo este trabajo, no tengo margen para hacer correcciones. Lo escribo, lo envío y ya. ... Prefiero no echar la vista atrás porque es posible que, si lo hago, me entre la tentación de detenerme. La vergüenza tiene estas cosas. Tengo la sensación de que hay temas que van apareciendo de forma recurrente. Me viene a la cabeza la palabra aburrido. Y la escribo: aburrido. Es probable que esté escribiendo el mismo artículo muchas veces. O, quizás, siendo generoso, que tenga tres o cuatro temas a los que vuelvo una y otra vez, como el que sale de fiesta por los mismos bares vestido con distinta ropa pero acaba contando los chistes de siempre.
Me consuelo pensando que a todo el mundo le pasará igual, que todos, en la soledad de sus pensamientos, acabarán dando vueltas a los mismos asuntos. Pienso que eso nos sucederá más ahora, que andamos encerrados en nuestras casas. Ahora, que andamos solos o casi solos. Se me ocurre que en todas las personas, tras el deslumbramiento cuando las conocemos, acaban aflorando las repeticiones, los trucos de seducción, los mecanismos aprendidos que se ejecutan una vez y otra en el trabajo, en la pareja, con los amigos, en la vida. Todos tenemos nuestras inquietudes y aquí se van filtrando algunas de las mías. Las descubro a medida que voy avanzando en la escritura de este cuaderno. Son mis obsesiones del confinamiento. Pienso que cuando pasen los años, si vuelvo a mis ideas de estos días, no sabré distinguir qué era real y qué no. Porque al escribir construyo un personaje que soy yo y que no lo soy. Es la mía una exposición controlada: yo decido qué muestro y qué guardo, cuánto de realidad y cuánto de mentira hay en lo que escribo. Reservo para mí lo más inocente y preciado. Crear un personaje es una manera de protegerse, en la literatura y en la vida. Tengo la sensación de que dentro de un tiempo seré incapaz de distinguir quién era quién dentro de lo escrito, dónde estaba mi yo más verdadero y dónde la caricatura o lo fingido.
Caigo en la cuenta, de pronto, de que en este cuaderno estoy dando forma a mis recuerdos futuros sobre esta época extraña que nunca olvidaremos. Estoy escribiendo mi memoria del confinamiento. Me pregunto si no habrá llegado el momento de comenzar a adornarla para que mi yo futuro no se decepcione demasiado. Me pregunto si no la estaré adornando ya para hacer más interesante mi vida en el encierro.
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