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Araceli Pereda Alonso empieza y termina su entrevista con una misma idea «patrimonio eres tú, patrimonio somos todos». Una idea que preside Hispania Nostra y que explica su concepto holístico del patrimonio, más allá de vestigios, de restos o de 'piedras' a conservar. Y ... es que para esta santanderina vinculada al arte y el patrimonio desde hace décadas –Medalla de las Bellas Artes en 2018–, el patrimonio «no solo es un hecho físico, es también un hecho psíquico, aquello que nos permite entender lo que somos, mejorar nuestra calidad de vida e incluso sentirnos orgullosos de nuestro pasado y preparar nuestro futuro. Nos ayuda a comprender lo que somos, lo que fuimos y entendernos mejor».
Por eso sus palabras no ahorran denuncia, cuando hay que hacerla, y entendimiento a la hora de implicar a todos los actores: educación, administraciones, sociedad, leyes o financiación. Pereda Alonso preside Hispania Nostra, esa asociación que centra su tarea en vigilar, cuidar y potenciar el patrimonio de España, la responsable de esa 'lista roja' –928 elementos en toda España– que alertan del peligro de desaparición de los vestigios culturales e históricos del país y de la 'lista verde' que reconoce su recuperación (162 casos).
Cuando se apela a su DNI santanderino, responde que no solo es su DNI, que es cántabra, y reconoce que esta es una comunidad «privilegiada» que debe apostar por el camino de «potenciar aún más su capacidad cultural» en un contexto en el que habla también de sus recursos naturales y de su patrimonio inmaterial.
–Cantabria alberga uno de los ocho monumentos incluidos en la 'lista negra' del patrimonio de Hispania Nostra de toda España –los irrecuperables– y tiene 33 en la 'lista roja' –en peligro– ¿Es un reflejo de cómo está la comunidad o es que aquí hay más ojos vigilantes?
–En Cantabria hay unos ojos estupendos y una colaboración social muy importante –Hispania Nostra tiene históricamente una delegación en la Comunidad– y eso hace que llegue más información. No es que esté peor que el resto en ese sentido. Simplemente que tenemos más información.
–Y ¿cómo se encuentra Cantabria respecto a su patrimonio?
–Lo que se ha considerado tradicionalmente como patrimonio monumental, los grandes hitos, está en buena situación, pero quizá se tiene menos sensibilidad por el patrimonio de casonas y de palacios. De lo que es la vida cotidiana. Se ha tenido siempre un concepto que en Hispania Nostra ya hemos abandonado, porque patrimonio eres tu, patrimonio somos todos. Es decir, que la parte de la vida cotidiana tiene muchos elementos a conservar también. El patrimonio inmaterial por ejemplo. Y a ese se le da menos importancia. Se ha evolucionado afortunadamente bastante, es importante, pero aún no ha calado en la sociedad que eso también hay que cuidarlo.
–¿Cómo se puede compatibilizar la conservación cuando el propietario no tiene los recursos?
–Como en todo problema complejo, no hay una solución simple. No hay una sola norma o regla. En Hispania Nostra, que somos una asociación de la sociedad civil integrada por casi un millar de voluntarios, hemos creado una plataforma de micromecenazgo para tratar de dar algún tipo de solución modesta, pequeña, para proyectos así. Pero también con ayudas, por eso también estamos reclamando una Ley de Mecenazgo ajustada a la realidad socioeconómica de nuestro país. Tiene que haber una mayor sensibilización de las administraciones. De las tres: la nacional, la autonómica y los ayuntamientos, que han de ser conscientes de que deben formar parte, porque el patrimonio puede ser un problema pero también puede ser un recurso.
Es una combinación de sensibilidad, recursos económicos y buscar fuentes de soluciones, que no suele ser una sola. Están las administraciones, la legislación, la financiación y también la participación social. Por ejemplo, nuestra plataforma ha permitido que en Burgos y León pueblos de 7 a 300 habitantes hayan desarrollado proyectos para recuperar retablos con la participación de mucha gente, desde 5 euros. Y así los hemos conseguido salvar. Lo que importa es que a la gente le importe su patrimonio
–¿Y el coste?
–Muchas veces se hereda una casa y no se puede mantener. Pero casi todo el mundo hace algún tipo de reformas. Pues que esa reforma sea en la medida de lo posible tendente a conservar el patrimonio. ¡Si el dinero que se va a gastar es el mismo! El patrimonio tiene que tener futuro. Hay que dejarle respirar pero teniendo en cuenta que lo que se pierde se pierde para siempre. Se pierde, de algún modo, el símbolo de la historia. Se pierde nuestra historia, la vida cotidiana, cómo eran las cosas.
–¿Se puede compatibilizar la conservación y usos contemporáneos y rentables?
–Se debe intentar siempre. Y para eso hace falta sensibilidad de los propietarios, de los responsables de que se cumplan las normas –las administraciones– y luego recursos financieros.
–En muchas comunidades hay Direcciones Generales del Patrimonio pero al final el peso de la denuncia o de la vigilancia sigue estando mayoritariamente en manos de la sociedad civil
–Y de los municipios, que son fundamentales. Hablamos muy poco de la importancia de la administración local y debería concedérsele más importancia porque es la primera instancia para la conservación del patrimonio.
–Ahora que se habla tanto de la España vaciada…
–No es un término que a mi me guste. Me gusta más la España despoblada o la España que se despuebla, porque decir vaciada es que alguien lo ha hecho.
–De acuerdo, ahora que se habla tanto de la España que se despuebla, se pone el énfasis en la mejora de las carreteras, las escuelas o el acceso a internet… ¿Puede tenerse en cuenta el patrimonio como elemento para generar recursos?
–Y de fijación de población. En Hispania Nostra estamos abriendo una vía de trabajo sobre el patrimonio por un lado como problema –es decir que si se va la gente y se despuebla el patrimonio se destruye– pero también como fuente de recursos. Como problema y como solución. Indudablemente si los pueblos se abandonan las casas se caen, pero todo el mundo sabe que es una fuente para traer gente al pueblo, hacer visitas puede generar negocio, no solo turístico, sino social. El caso de Burgos y los retablos. Empezamos en un pueblo de 7 habitantes que dio trabajo a una empresa de restauración. El boca a boca hizo que otros municipios se animaran e hicieran una plataforma y ahora están dando trabajo a artesanos y restauradores. Hace dos años se nos ocurrió con una asociación de campaneros muy pequeña de Valencia –Asociación de Campaneros de Albaida– celebrar el año europeo tocando campanas que aún se tañen manualmente. El 18 de abril de 2018 sonaron en España casi 200 campanas y también en Europa. Los campaneros de León y Zamora se fueron a tocar a pueblos deshabitados y nos dimos cuenta de que el patrimonio podía ser un instrumento, uno entre otros, de vuelta de la gente a sus lugares. Indudablemente lo primero es luz, sanidad, educación, pero que el patrimonio pueda ser un instrumento para fijar población. Estoy absolutamente convencida.
–En Cantabria hay un par de ejemplos de patrimonio recuperado, 'rescatado' de la 'lista roja': El Palacio de los Acebedos y la Torre Medieval de Ruerrero...
–Claro que sí. Ese es nuestro objetivo cuando ponemos el foco sobre el patrimonio en peligro, intentar que pasen a la lista verde. Y lo estamos consiguiendo en un 15% de las ocasiones.
–Si tuviéramos que aprender de alguna región o de algún país ¿dónde nos recomendaría mirar?
–Depende en qué aspecto. Por ejemplo, la participación social. En el mundo anglosajón la participación, por tradición, es grande. El National Trust ( Fundación Nacional para Lugares de Interés Histórico o Belleza Natural) tiene 20.000 socios y muchísima inversión privada. Pero yo no le digo que a nivel estatal sea mejor que nuestro país. Sin embargo, en cuanto al interés de las administraciones locales y nacional por su patrimonio citaría Francia. En España hemos mejorado mucho, el cambio es copernicano y está aumentando mucho el interés de la gente por su patrimonio, afortunadamente. Incluso a pesar de las crisis económicas, que no han permitido mucha inversión en patrimonio, sigue habiendo un mantenimiento bastante aceptable.
–Esa crisis igual ayudó a que algunas cosas se conservaran...
–También. Sí, porque las grandes épocas de destrozo de nuestro patrimonio han sido las épocas de más desarrollismo. Es cuando más patrimonio se destruye. No solo patrimonio natural sino también cultural. Por modernizar la casa hacemos grandes desastres.
–¿En qué debe trabajar España?
–Algo que en España sí que es malo, es la señalización del patrimonio, la accesibilidad. Es un desastre en nuestro país. Es difícil llegar, las carreteras están mal señalizadas. Se escudan en que no se puede poner publicidad pero Francia lo tiene. Muchas veces se gasta dinero en restaurar y luego resulta que lo más barato, que es disfrutarlo, de eso te olvidas. De publicitar, de contarlo bien, de que esté abierto en unas hora adecuadas y de que la gente los sepa. La señalización es muy mala en España, hay que mejorar y poner el patrimonio a disposición de la gente. Sin embargo, noto que ha mejorado mucho en nuestro país, para la riqueza que tiene. No olvidemos que somos el tercer país en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco, y nosotros, España, somos los que más premios tenemos de Europa Nostra –que federa a más de 300 organizaciones– para conservación del patrimonio. Somos un país con una gran riqueza y por tanto con más obligaciones que la media.
–Usted lleva Santander en el DNI, pongamos el foco aquí.
–Indudablemente soy cántabra y también estoy en una asociación cántabra que se llama Plaza Porticada.
–Archivo Lafuente, el Centro Botín, Altamira. Hay un empeño en vincular el turismo de Santander, y de la región, a la cultura...
–Yo lo veo muy dinámico. Por lo menos la ciudad. No se si el resto de la comunidad. Y me parece una gran apuesta. En Cantabria tenemos que hacer una combinación de la oferta turística tradicional en la que la cultura tenga un peso muy importante. Eso me parece un gran acierto. Apostar por la cultura.
–¿Y eso arrastrará el foco al patrimonio más pequeño de los pueblos del interior...?
–Claro. Evidente. Bueno y otras cosas que se están recuperando. Algo muy importante: la gastronomía, que en Cantabria es un gran patrimonio inmaterial… eso también hay que potenciarlo. Se come divinamente. Y está el patrimonio natural de una gran belleza. Ahí está la clave, en las actitudes mixtas, en las que se convine, por supuesto turismo y economía, pero también disfrute y que no se estropee eso, por las generaciones presentes y por las futuras
–De nuestra 'lista roja' hay algún elemento por el que tengamos que preocuparnos especialmente
–Mejor por todos. Y es importante que siga funcionando la colaboración social en Cantabria porque eso es bueno para la comunidad.
Los cántabros somos muy afortunados, tenemos un patrimonio natural impresionante, un patrimonio cultural espectacular, y no solo por las cuevas de Altamira, sino por todo. Forma un conjunto… No se puede entender lo que antes se entendía por patrimonio monumental sin su contexto territorial, que al fin y al cabo también es historia, es lo que la gente ha ido haciendo a lo largo del tiempo en el territorio. Y es importante el patrimonio inmaterial, y en eso Cantabria también tiene suerte. Es una comunidad privilegiada y si se va por ese camino de potenciar aún más su capacidad cultural, será una gran comunidad.
–Usted vincula mucho la conservación del patrimonio con la implicación social, pero para ello hace falta concienciación y educación
–Mucho. Es fundamental. No se nace aprendido. Se aprende a comer, a beber incluso, a que a uno le gusten determinadas cosas, todo. De algún modo hay que despertar los sentidos, la inteligencia, se educa. Hay que insistir en el tema de la educación para darle importancia social al patrimonio. Por eso empezaba nuestra conversación con la idea de que patrimonio eres tu, soy yo, somos todos. No es algo de lujo, es un hecho físico y psíquico. Aquello que nos permite entender lo que somos, sentirnos orgullosos de nuestro pasado y preparar nuestro futuro. A la gente le gusta visitar las cosas con un guía porque ese guía llama la atención sobre cosas que pasan desapercibidas. Si alguien te enseña a mirar de otra manera, a escuchar de otra manera, disfrutarás mucho más. A la gente le gusta que le cuentes la historia de las cosas porque le gusta entender. Y cuanto más se insista en la educación, más se insista en el oído, en el olfato, en la vista, a entender lo que le rodea, pues se es mucho más feliz.
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