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Igor Yebra (Bilbao, 1974) afirma tajantemente que es bailarín y que morirá siendo bailarín, sin embargo, se le nota entusiasmado en su faceta de director artístico del Ballet Nacional del Sodre, que mañana ofrecerá en el Palacio de Festivales, dentro de la programación del FIS, ... la obra 'El Quijote del Plata', su primera creación para esa compañía con más de 80 años de historia. Ilusionado y con unas ganas enormes de dar a conocer los valores de Uruguay, donde trabaja, reconoce que la labor que los políticos han desarrollado en ese país debería servir de ejemplo. A los de España sólo les pide una cosa: que no hagan experimentos con la danza.
-¿Se considera un Quijote en el mundo de la danza?
-Me considero un Quijote, pero también tengo mucho de Sancho Panza. Si te refieres a la obra que presentamos en Santander para mí ha supuesto un desafío porque en la danza este tema se ha tocado mucho y de todas las maneras. El Quijote está muy estereotipado y yo era consciente de que corría un riesgo por eso también busqué la colaboración de Blanca Li que es una coreógrafa española y conoce bien la historia. Ella, además, tiene un sentido del humor muy especial que para mí era necesario en el espectáculo.
-¿En qué consiste el espectáculo?
-Cuando llegué a Uruguay me llamó mucho la atención que se estaba celebrando el Festival Cervantino y descubrí que Montevideo conserva una de las más grandes colecciones de libros de este escritor gracias a un personaje llamado Arturo E. Xalambrí, un coleccionista con una vida muy interesante. Me pareció un personaje fascinante y como director del Ballet Nacional de Uruguay uno de mis primeros objetivos era y es el de crear trabajos en los que se muestren cosas propias del país y sus valores. Así que me pareció un tema estupendo para llevar a escena.
-Lleva ya un año como director artístico en el Ballet del Sodre ¿Cómo describiría esta compañía?
-El próximo año el Ballet del Sodre va a cumplir 85 años y esto es algo importante de remarcar porque a veces miramos hacia Latinoamérica con un exagerado paternalismo proteccionista y nos empeñamos en mostrarles cosas y, en este caso, son ellos los que podrían servirnos de ejemplo. La compañía pasó por un momento muy malo antes de la llegada de Julio Bocca a la dirección artística donde había más gente subida en el escenario que viendo el espectáculo. Hoy vive un gran momento gracias a los bailarines que sostuvieron eso y a unos políticos, también hay que decirlo, que decidieron hacer una apuesta por el ballet sin ningún tipo de complejos y ofrecerle la dirección a Julio Bocca. Le dieron dinero y también la posibilidad de cambiar las cosas. Esto es algo que debe hacernos pensar y recapacitar.
-¿Ha tenido tiempo de hacer sus aportaciones?
-Mi aportación consiste en consolidar ese trabajo que Julio Bocca realizó durante siete u ocho años. Como siempre que se produce un crecimiento salvaje, y en este caso se produjo, hay riesgos de que la cosa quiebre por algún sitio y lo que a mí me toca es procurar que siga creciendo espléndidamente.
-¿Cómo ve la danza en España?
-Me parece que estamos en un momento de transición y me resulta muy difícil hacer una valoración sin saber que va a pasar con la Compañía Nacional que debería ser el motor para todo lo demás. Estamos en un momento complejo. Pediría a los políticos que no se hagan experimentos con la danza y que definan a donde debe de ir.
-Cuando abrió sus escuelas en Bilbao y Amurrio reivindicó conservatorios de danza. ¿Siente que no se le hizo caso?
-Vivimos en un país que debería dar a la danza la importancia que tienen otros campos musicales. Todas las ciudades deberían tener un conservatorio de nivel elemental y medio y las capitales de provincia su conservatorio superior. En la danza, igual que ocurre con la música, cuando un niño logra el nivel medio tiene diez u once años por lo que es muy joven para tener que irse a otra ciudad. Ya sé que son políticas de estado, pero estas deben empezar también por nuestra propia responsabilidad. Deberíamos mirar por un objetivo común en vez de estar con objetivos personales.
-Empezó a bailar profesionalmente a los 14 años. ¿Qué queda de aquel niño?
-El niño y eso espero conservarlo. Me refiero al niño que sigue soñando. Creo que he logrado cosas en mi carrera que no hubiera conseguido sin esa ilusión. He soñado muchas veces con bailar para un gran público y dirigir una compañía, sobre todo, con hacer teatro, pero los sueños hay que trabajarlos. Y en esa lucha creo que ayuda la ilusión infantil porque los adultos nos aferramos a una serie de cosas materiales y, sobre todo, a la estabilidad.
-¿Echa de menos bailar?
-Soy bailarín y me moriré siendo bailarín. Intento buscar tiempo para seguir entrenándome lo que hace que a veces los intérpretes de la compañía me miren como una cosa rara porque a veces empezamos a entrenar a las nueve de la mañana y a las ocho yo ya estoy agarrado a la barra haciendo mis cosas. No se trata tanto de bailar como de buscar esa manera de expresarte ya que cuando uno se sube al escenario es porque es su manera de comunicarse con la gente. Por eso en la vida real uno a veces es algo mas retraído porque necesita ese medio para comunicarse. Yo ahora lo que intento es hacerlo o plasmarlo de otra manera. Tampoco cierro puertas, pero lo que no voy a hacer es meterme en lo que ya no es el momento ni la hora ni el lugar.
-Víctor Ullate ha anunciado su retirada y usted empezó con él ¿Qué recuerda de aquella época?
-Fui uno de los fundadores de aquel Ballet a pesar de que tenía 14 años y estaba rodado de gente que me ganaba en todo menos en altura. Creo que me llevaron porque aparentaba más años precisamente por la altura. Fueron unos inicios muy importantes y uno no debe olvidarse lo vivido y lo pasado. Ullate significó mucho para mí y para otra gente.
-Antes de ir a Uruguay participó en un proyecto teatral 'Esto no es la casa de Bernarda Alba'. ¿Le tienta la escena?
-Me lo pasé muy bien en ese proyecto que sigue funcionando de maravilla. A mí lo que más me ha gustado siempre del Ballet ha sido la parte interpretativa y teatral. Por eso si alguien me decía que tenía que estudiar como actor yo siempre contestaba que actor he sido siempre, no de la palabra pero sí del movimiento.
-¿Qué otros proyectos tiene para el Ballet del Sodre?
-Estamos trabajando en una adaptación del libro 'La tregua' de Benedetti que se estrenará el próximo año coincidiendo con el centenario del nacimiento del autor.
-¿Por qué Benedetti?
-Buscaba cosas identificativas e identitarias con Uruguay y en una conversación de café surgió el nombre de Mario Benedetti y de las actividades que se celebrarán en Uruguay el año que viene. El espectáculo está basado en 'La tregua' y va a contar con música original para esta obra. Va a ser algo muy potente.
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