Pedro Luis Madrazo publica '¡Manjúa!', un canto a los pescadores tradicionales

El quinto título de Madrazo se presentará el 7 de marzo en el CIMA de Torrelavega y el 19 de marzo en la Casa de Cultura Doctor Velasco de Laredo y es un relato costumbrista y en cierto modo nostálgico de una época en la que el estilo de vida que durante siglos había marcado a las gentes de las villas costeras de la región languidecía ante el imparable avance técnico y social, que, pese a su auge, tardaría todavía décadas en manifestarse en toda su dimensión. Madrazo aprovecha la efeméride del puente de Treto para construir una historia en la que la cultura popular, las leyendas, las creencias religiosas y las supersticiones marcan la realidad diaria, el carácter y el discurrir de la vida de las gentes más humildes de Laredo.

Escrita con un ritmo ágil y cercano que pone el foco en el carácter humano de sus personajes, la narración constituye también un pormenorizado reflejo del lenguaje y las formas de expresión propias de los pescadores en aquella época. Buen conocedor de la cultura cántabra y expresidente de ADIC (Asociación en Defensa de los Intereses de Cantabria), Madrazo recaba en su obra muchos de los términos y expresiones habituales en este ámbito. A medida que avanza la lectura de la obra, el lector encuentra multitud de palabras y formas de hablar como 'chicucio', 'toino', 'paltrero' o 'camberón', que el autor aúna en un anexo al final del libro a modo de pequeño diccionario. El libro es, por ello, un documento original que permite comprobar hasta qué punto ha evolucionado el lenguaje y la forma de hablar en estos núcleos marineros.

'¡Manjúa!' relata la jornada en que el puente de Treto fue inaugurado, marcando un antes y un después para los municipios de la zona y, sobre todo, en la estratégica conexión entre Santander y Bilbao. A través de las figuras de los protagonistas del libro, un zagal que se inicia en las artes de la pesca y un veterano pescador, Madrazo relata los quehaceres diarios de las gentes de la mar que durante siglos se habían enfrentado al trabajo duro, incierto y peligroso de la pesca, en el que sus vidas dependían tanto de su intuición y del conocimiento de la costa y de las corrientes marinas como de su capacidad para anticipar la evolución de una meteorología siempre cambiante y traicionera.

Los paisajes de la ría del Asón y las escenas típicas del puerto de Laredo enmarcan una amena narración que incluye numerosas ilustraciones clásicas de principios de siglo, en las que se retratan estampas típicas de la época como la Puebla Vieja de la villa pejina, el puerto de Castro Urdiales o distintos personajes que representan a quienes mantuvieron una estrecha relación de amor, miedo, necesidad y respeto con el mar Cantábrico.