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«Cada obra tiene su propia cadencia», dice Pedro Martínez (Santander, 1958), tras publicar 'La mirada del perro' (Estrella del Norte) la segunda novela de este músico y docente. Y lo que suena en la ficción de este cantautor, entre la intriga noir y la ... mirada social, salpicadas ambas por lo autobiográfico, es una reflexión sobre el inquietante mundo que habitamos. Tras 'Lo imperceptible' regresa ahora con una historia ambientada en Santander, entre otros escenarios, con la que invita a visitar «una especie de playa literaria, donde algunos se conformarán con entretenerse en la orilla, pero otros, si se lo proponen, llegarán a lugares bastante más profundos».
–¿Cómo define 'La mirada del perro?
–Es una obra con tintes de novela negra, aunque ambiciona ser algo más que un relato de intriga, ya que invita a reflexionar sobre distintos aspectos de nuestra historia reciente, de la sociedad actual con sus contradicciones y de la naturaleza humana.
–En este regreso a la novela, ¿en qué factores o recursos cree que ha fundamentado su evolución respecto a su debut?
–El desafío era abordar una novela con una extensión y una complejidad mayores que en el primer trabajo, con una trama compleja pero amena, que consiguiera capturar la atención de los lectores aunando el entretenimiento con la reflexión.
–¿Goya es siempre la mejor coartada para adentrarse en la naturaleza humana?
–Goya fue un retratista de la psicología humana además de ser nuestro primer 'reportero de guerra'. Elegí emular su 'perro semihundido' por lo que de enigmática y sugerente tiene la obra. Goya fue en sus tiempos acusado de 'afrancesado' y curiosamente (este libro habla también de casualidades), el perro que aparece en la portada fue encontrado abandonado en Santander y cuando se revisó su chip se descubrió su origen francés. Tenía escrito su guiño hacia el pintor.
–Frente a la inmediatez, la banalidad y la superficialidad que prima ahora, ¿su trama busca reivindicar la memoria, el poso de las cosas antes que la pose?
–Reclama esta novela la importancia de la memoria para no repetir errores. El desgraciado auge de la extrema derecha que estamos sufriendo, obedece sobre todo a la ignorancia de algunos de lo que suponen los regímenes totalitarios. Mucha de esta gente joven deslumbrada por las arengas de este neofascismo, se horrorizaría si tuviesen que vivir una sola semana bajo un gobierno dictatorial.
–Imagino que a usted lo que le gustaría es que la novela 'mordiera'. ¿El mal y el azar son los ladridos que flanquean a sus criaturas?
–Efectivamente la novela plantea la existencia del mal como parte de la naturaleza humana y de cómo se manifiesta en algunos individuos que carecen de escrúpulos y de empatía para con sus congéneres. El juego del azar es determinante para tejer los destinos de las personas. Tu vida puede depender de que regreses a tu casa a por las llaves olvidadas y hacer así que pase de largo el coche que te hubiera atropellado.
–¿En qué medida ha profundizado en el lenguaje respecto a otras aventuras literarias suyas anteriores?
–Cada obra tiene su propia cadencia, te pide ritmos diferentes y maneras distintas de contar las historias. Sigo expresándome, tratando de apartarme del barroquismo, pero eso no quita que haya pasajes donde me permito una prosa más personal con sentimientos más íntimos que se trasparentan en el relato.
–Como la mirada del perro, ¿qué mundo ve el autor cuando mira?
–Veo el mundo con preocupación. Me aterra la falta de humanidad, la indiferencia ante el dolor ajeno; me asusta lo que estamos viviendo ahora con la respuesta de Europa (supuesta 'cuna de la civilización') ante el genocidio del pueblo palestino, el cinismo de esas políticas cómplices y la manipulación de las masas a través de las redes sociales. Vamos de cabeza hacia una plutocracia que va a arrasar con el planeta, aunque parece importarle a muy poca gente que esto suceda, triunfando discursos como el de Trump o el de Milei en Argentina, con el voto de los analfabetos funcionales que llenan las urnas.
–Ante el fondo existencial de su trama, ¿No dudó sobre el género y el tono que debía elegir?
–Fue la novela quien acabó decidiendo su propio ritmo y formato. No fue algo premeditado, es decir, no dije nunca: voy a escribir una novela negra; me dije sencillamente: quiero contar una historia.
–Como en la obra de Scott Fitzgerald, ¿el error, incluso el fracaso, reside en la identidad y la esencia de sus personajes en esta novela?
–No tanto estos factores como aquellos que derivan de los designios del destino, del azar, de la manera en que la vida nos tiende emboscadas, aunque no me importaría que mi novela tuviese la cuarta parte del éxito que tuvo 'El gran Gatsby', la obra más exitosa de Fitzgerald.
–Dada su raíz de cantautor, ¿en la escritura qué música trata de inculcar en sus palabras?
–Siempre una música sin estridencias. Pero fíjese, en mis escritos siempre hay referencias musicales. Algunos de mis lectores las buscan y escuchan para meterse aún más en la narración. Aquí no se da puntada sin hilo, así que me parece muy bien que esto sea así.
–¿No falta por explotar más a Santander como geografía literaria?
–Santander es una ciudad extraordinariamente literaria, llena de rincones de gran belleza y esconde más secretos de los que a priori pudiéramos suponer para una pequeña capital de provincias. Ahí lo dejo.
–Por cierto, ¿qué radiografía hace del Santander cultural?
–Desgraciadamente adolecemos aún de un cierto provincianismo, pero poco a poco la cultura se va abriendo paso, en eso soy optimista. La feria del libro de este pasado año (Felisa) es un ejemplo de que las cosas se pueden hacer bien si hay voluntad de que así sea. Creo que ese es el camino, una cultura de calidad a pie de calle, plural y asequible. Pero para eso hace falta generosidad, amplitud de miras, financiación y hacer que la acción política vaya más allá de la asistencia a los actos para hacerse la foto de turno.
–Recordando a Paul Auster, ¿cuál es la habitación literaria donde desearía pasar el resto de su vida?
–Nada de habitaciones cerradas, como sugería la referencia a la novela de Auster, me gustan las casas grandes con habitaciones amplias en las que reunirme con mis amigos y balcones asomados a la vida.
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