Secciones
Servicios
Destacamos
Han llegado a Santander desde París, Berlín, Budapest, Suiza... cargados con sus instrumentos y con unas ganas enormes de aprender y destacar en el complicado mundo de la música clásica. Una mochila que estos días en Santander se agranda con recuerdos, convivencia, lecciones con algunos ... de los grandes maestros y un buen número, de actuaciones ante el público en distintos escenarios de Cantabria. Son los participantes del Encuentro de Música y Academia que como cada año, y este año se cumplen 22, organiza la Fundación Albéniz. Los sesenta jóvenes, alumnos de las mejores escuelas de música de Europa, llevan ya dos semanas en la región recibiendo clases en las aulas del Conservatorio Jesús de Monasterio y mostrando lo que han aprendido en esas lecciones en los conciertos. Siete de ellos comparten su experiencia con El Diario Montañés
La madrileña Laura de Dompablo toca la flauta travesera desde los seis años. Ahora tiene 19, posee el Premio Extraordinario de la Comunidad de Madrid y cursa el grado superior en la Hochschule für Musik de Basilea (Suiza) con el profesor Felix Renggli. Simpática, divertida y más que dispuesta a ayudar con el idioma español a cualquiera de sus compañeros está encantada de haber sido seleccionada para esta edición. «Es tan bonito y enriquecedor... Lo vivimos todo con mucha felicidad», asegura. También reconoce que «están ya un poco cansados de tantos ensayos y conciertos», pero que aún así merece la pena: «Es una gran experiencia que nos permite coger tablas en el escenario y que, con seguridad, nos abrirá puertas laborales». El plus, según indica, lo que le hace tan especial a esta iniciativa es la posibilidad de tocar con profesores que son referencias en sus instrumentos. ¿Citaría uno? «Radovan Vlatkovic, el profesor de trompa. Estoy en uno de los grupos de cámara que dirige y cada cosa que nos dice es tan útil e interesante». Para ella, la música además de un arte, es una forma de expresión, «algo fundamental en mi vida por lo que conseguir transmitírselo al público es muy bonito». Si se la pregunta por otros tipos de música más populares entre los jóvenes asegura con gran rotundidad que «el reggaeton y todo lo que se escucha ahora no existiría si primero no se hubiera creado e interpretado música clásica».
Noticia Relacionada
Yunus Altikanat acaba de cumplir 23 años. Nació en Estambul y aunque a los cuatro años tocaba el acordeón pronto conectó con el violonchelo, «un instrumento que de alguna forma me hace cantar a través de él. Es como si fuera mi propia voz», explica. Su carrera le ha llevado a Berlín donde reside aunque ha viajado dando conciertos por toda Europa. Sobre el Encuentro, como el resto del grupo, destaca su «intensidad», el trabajo compartido con otros músicos y profesores y la fuente de inspiración que está resultado para todos ellos «la belleza de la ciudad de Santander». Una inspiración, que según dice bromeando, nos tienta a alejarnos de las aulas para disfrutar de esta playa maravillosa. Pero no lo hace y saca el máximo partido de las enseñanzas durante estas dos semanas que «son de oro». «La música clásica es un puente entre culturas y veo necesario que las nuevas generaciones crezcan con ella» dice y por eso, entre sus objetivos, se ha marcado hacer que los niños disfruten con ella. «Mi infancia fue preciosa y estoy convencido de que se debe a que la música clásica estaba siempre muy presente».
«No conozco otro Encuentro de este tipo en el que los participantes compartan escenario con los profesores. No lo voy a desaprovechar»
«Estos días he aprendido muchas cosas de los grandes maestros, una de ellas a vivir la música de Ravel de una forma completamente distinta»
«No paramos de recibir clases y de dar conciertos y sí, a lo mejor es un poco cansado, pero es una gran oportunidad que nos abrirá el mundo laboral»
«Todo el mundo es muy amable y estamos aprendiendo mucho. Me han sorprendido mucho para bien las lecciones de Miguel de Silva»
«Estas semanas están resultando la combinación perfecta entre unas vacaciones en una ciudad maravillosa y el poder aprender de los mejores»
«La música clásica es un puente entre culturas y por eso es una maravilla estar aquí. Espero poder enseñar en un futuro todo lo que he aprendido»
«Me ha sorprendido el calor que nos demuestra el público en los conciertos. Se nota que en Cantabria hay muchos conocimientos musicales»
A la francesa Héléna Ortuno (Montauban/2000), una de las cosas que le resulta más interesante de esta experiencia «es el aliciente de tocar con músicos de otras nacionalidades y con sus distintas maneras de hacerlo». Con esto, que parece un trabalenguas lo que quiere decir es que cada clase, cada concierto supone un pequeño reto para ella que supera con alegría y del que saca el máximo aprovechamiento. Cuando fue seleccionada en París para participar en este Encuentro esperaba que el resto de participantes tendrían un gran nivel, pero lo que realmente le sorprende es la «estética que se produce cuando tocan todos juntos». Esa plasticidad, esa sensación ha hecho que para ella la música del compositor Maurice Ravel suene distinta desde ahora. «En el concierto de apertura interpretamos una de sus partituras junto con el pianista Stanislav Ioudenitch y hasta ese momento tenía la sensación de que era mucho más reposada y, sin embargo, al escucharla con la intensidad de la orquesta me pareció igual de bella, pero completamente distinta».
Arthur Coatalen también es francés (París, 2004). Comenzó a tocar el piano a los siete años y actualmente es estudiante en el Conservatorio Nacional Superior de Música de París, en la clase de Hortense Cartier-Bresson. Se confiesa enamorado de la música de Bach y asegura que de los muchos recuerdos con los que volverá a casa tras estos días está «la gran amabilidad de todo el mundo» y las enseñanzas que está recibiendo del profesor de viola Miguel de Silva, con el que además ha tenido la posibilidad de compartir escenario en el Palacio de Festivales.
Zsombor Daniel Eszenyi (Budapest, 2003) fue admitido para estudiar clarinete en la Escuela de Talentos Jóvenes Excepcionales de la Academia de Música Liszt en su ciudad natal, donde actualmente ultima la licenciatura y está soprendidísimo de la cantidad de actividades que está haciendo estas semanas, «desde tocar en un gran orquesta sinfónica en la inauguración a ofrecer otras actuaciones en agrupaciones de cámara». Todo esto, añade, «es una gran oportunidad que espero no desaprovechar». Sin embargo, lo que más valora y cree que es algo único de este Encuentro que no se produce en otros eventos similares es «lo de poder compartir escenario con otros profesores que son grandes maestro». Esto, añade, «impone un poco en el escenario porque recibir clases y tantas atenciones de ellos es maravilloso pero cuando sales ante el público y tocan contigo los nervios están a flor de piel».
Nueve de los participantes del Encuentro este año son cantantes. Un grupo que convive entre los instrumentos de todos los demás músicos y que también cuenta con grandes profesores para exprimir su talento. Una de estas es la alemana Julia Wirth, nacida en Essen en 1998. Antes de dedicarse al canto profesionalmente estudió Administración de Empresas. Actualmente está a punto de licenciarse en la Hochschule Robert Schumann en Düsseldorf. Chapurrea un poco el español y explica que empezó a cantar en coros a los 18 años. Desde entonces tiene un especial cuidado para que su voz esté siempre en las mejores condiciones posibles: «Intento no gritar, no resfriarme y desde luego no pruebo el alcohol». Para ella una de las mejores cosas de esta iniciativa es «la posibilidad de conocer a la vez a músicos de 25 países, a Paloma O'Shea, a Péter Csaba...» a lo que suma «lo muchísimo que nos están mimando y lo pendientes que están todo el rato de todos nosotros. El primer día parecía que estaba en una película de Harry Potter porque nos recibieron con una gran comida en la que brindamos con champán». Todo ello hace, según dice, «que participar en este Encuentro sea la mezcla perfecta entre unas vacaciones en Santander, una ciudad maravillosa que yo no conocía, poder cantar y sobre todo aprender».
El violinista sueco Axel Borgqvist nació en (Lund, 2003). a tocar el violín a los cinco años, y desde entonces ha participado en varios programas de talento música durante su formación, ha ganado un buen número de premios en concursos como el Öressundssolist y el Internacional de Música de Estocolmo. Después de completar sus estudios en Berlín, aspira a desarrollar una importante carrera artística en una orquesta reconocida o como solista. No para de repetir que esta experiencia es «increíble». Como los profesores, «que además de muy buenos son muy amables. Es una gran oportunidad para nosotros poder aprender de ellos por lo que tengo que reconocer que las clases son mucho mejor de lo que me esperaba». Otra de las cuestiones que le tiene sorprendidísimo es la respuesta del público cántabro en cada una de las actuaciones en la que ha participado. «Se ve que tienen conocimientos musicales y desde el escenario notamos su calor y cariño. Se nota que están muy implicados». ¿Y qué música escucha cuando acaban sus clases y sus ensayos? «Siento no ser muy original, pero me gusta tanto la música clásica que es lo único que escucho», concluye.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.