La perfecta imperfección de una mirada

La placa, ubicada en el número 27 de la calle Ataúlfo Argenta, esquina con Lope de Vega, donde vivió el fotógrafo, simboliza ya el reconocimiento colectivo, social y cultural de un hombre «tenaz, perseverante y luchador», como le definió su hija Ana Santamatilde. La también fotógrafa, junto a su hermana Pilar, destacó «la fe» de su padre en «un deber que consideró obligado: la conservación del partrimonio».

El acto celebrado en la calle santanderina, que congregó a medio centenar de personas, reunió ademas de familiares y amigos, a representantes de la política municipal, artistas, gestores y artífices de numerosas entidades culturales de la ciudad. La emoción y el recuerdo presidieron una sencilla ceremonia en la que los testimonios confluyeron en un idéntico doble retrato: por un lado, la importancia histórica y el valor de Santamatilde a la hora de poner el foco en el estado de las pinturas del arte rupestre del Paleolítico; por otro, la coincidente alabanza al reivindicar la huella del fotógrafo, fruto de su «autoexigencia permanente y su ambición de perfección», como subrayó Francisco Gutiérrez, expresidente del Centro de Estudios Montañeses.

La alcaldesa Gema Igual, que presidió el acto (la placa fue descubierta por Sancho, bisnieto del fotógrafo), destacó que la Ruta de los Ilustres «enriquece su recorrido y lo hace en una jornada en la que queremos extender nuestro reconocimiento y honrar a quienes, a través de su lente, nos invitan a ver el mundo con nuevos ojos».

En el homenaje, que coincidió con la conmemoración del Día Internacional del Fotógrafo, estuvieron presentes el consejero de Cultura Luis Martínez Abad, departamento que también impulsaba el acto; Pilar Fatás, directora del Museo de Altamira y Manuel González Morales, catedrático de Prehistoria, que habló de la personalidad de Santamatilde y la trascendencia de sus fotografías como llamada histórica sobre la cueva. Una denuncia enmarcada en un periodo histórico muy difícil. A juicio de Igual, «el trabajo fotográfico del homenajeado no sólo ha documentado el paisaje y la vida cotidiana de nuestra tierra, sino que ha capturado la esencia misma de lo que significa ser cántabro. Con sus imágenes, nos ha mostrado la simplicidad y la grandeza de nuestra región, inmortalizando escenas que, sin su intervención, quizás se hubieran desvanecido en el olvido», añadió.

Pilar Fatás, por su parte, ensalzaba la labor que se ha podido realizar en Altamira gracias a la documentación que realizó Santamatilde, «dejando un legado de alto valor para esta institución (el Museo de Altamira)». Santamatilde, «con su cámara como testigo, nos ha dejado un valioso patrimonio visual». La opinión unánime se centró en elogiar una herencia que «debemos cuidar y difundir, porque en cada fotografía hay una parte de nuestra historia, de nuestra esencia». El propio Museo de Altamira y Cultura estudian ya celebrar sendos proyectos de divulgación del legado del fotógrafo.