El pianista número 20

El Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O'Shea conmemora medio siglo desde su fundación. Esta edición, que hoy llega a su jornada decisiva, arrancó con una ausencia. Tanto en la foto de familia de los participantes, como durante el sorteo celebrado en el domicilio de la fundadora del certamen, no salían las cuentas. Estaban presentes 19 de los 20 finalistas de esta vigésima edición. Faltaba uno. Era Simon Karakulidi (Surgut, Federación Rusa, 1997), que perdería sus opciones por no llegar a tiempo e incumplir, en consecuencia, las bases del concurso.

El pianista afincado en Estados Unidos cuenta su historia a El Diario Montañés, repasando los imprevistos de un trayecto en el que perder un vuelo de Barcelona a Bilbao le arrebató las opciones de ganar los deseados premios.

- ¿Qué le motivó a participar y cómo descubrió el Concurso de Piano Santander?

-El de Santander es un concurso de piano muy antiguo con una buena historia. Nunca había estado en España, así que eso era tentador.

- Llegó a meterse entre los veinte finalistas, pero fue descalificado por incomparecencia. ¿Qué ocurrió?

- El domingo (día 24 de julio) tomé un avión de Hannover a Barcelona, pero no conseguí coger el vuelo a Bilbao. Reservé una habitación de hotel para pasar la noche y a primera hora de la mañana siguiente cogí un autobús primero a Zaragoza, luego a Bilbao y después a Santander. Llegué a Santander el lunes, (25), a las 15.20.

- ¿Cómo vivió esos días y cómo se siente al meterse entre los veinte finalistas y no poder continuar?

- Me decepcionó mucho no poder tocar. Ha sido un proceso de varios meses de preparación, no sólo para mí, sino también para la dirección del concurso. Lo más irónico es que llegué media hora antes de que empezara la competición... Pero la vida es larga.

- ¿Cómo fue su acercamiento a la música y cuándo empezó a tocar el piano?

- Empecé a los 7 años. La pedagogía tradicional me aburría y era un estudiante mediocre. Descubrí la música pop a los 12 años y me entusiasmó bastante. Con el tiempo me pareció bastante limitada y me puse en serio con la música clásica. Entonces tenía 14 años.

- ¿Hay alguna influencia familiar que le adentrase dentro del mundo de la música?

- Pertenezco a una familia de clase media-baja sin ninguna relación con las artes.

- En 2016 decidió mudarse a Missouri. ¿Qué le llevó a cambiar Rusia por Estados Unidos?

- Me mudé a Missouri porque siempre quise ir a Estados Unidos. Irónicamente, ir a estudiar a la Universidad de Park fue un acuerdo financiero mucho mejor que quedarme en Rusia; me proporcionaron alojamiento y comida, así como seguro médico. Estoy muy agradecido de que exista un lugar así. También estudié con un gran profesor, Stanislav Ioudenitch.

- ¿Cómo es su relación con la música?

- Tengo un gusto muy ecléctico. Sigo escuchando mucha música pop. La persona a la que más me acerco estéticamente es el compositor inglés Thomas Ades. Mi pianista favorito es Peter Serkin.

- También se define como un polímata. ¿Qué hay detrás de Simon Karakulidi?

- Me interesan mucho los temas no artísticos, como la política, la historia y la economía. Creo que sólo a través de la amplitud de la erudición se puede dar sentido al mundo. La realidad a menudo no es lo que parece, y ser capaz de separar el grano de la paja es una clave para construir la vida que uno desea.

- ¿Qué le gusta hacer además de tocar el piano?

- Practico el piano todos los días. Si no lo hago, leo, escucho podcasts o salgo a caminar.

- En su web dice estar preocupado por el formato de los conciertos de música clásica. ¿A qué se refiere?

- No creo que la música en sí misma haya perdido su significado, pero sí creo que la industria ha cambiado de una manera que resulta alienante para muchas personas del público. En parte está relacionado con la aparición de una fuerte cultura musical digital que establece los objetivos de actuaciones 'hiperlimpias' y cerebrales. También ha contribuido el 'efecto museo' de la música clásica. Yo ofrezco a esto mis propias soluciones que probablemente sólo funcionan para mí: conciertos conceptuales, música más contemporánea y lugares inusuales. Pero lo que más lamento es el deseo de muchos de ser 'precisos', término que no debería existir en las artes, en lugar de directos o auténticos.

- Ha ganado numerosos premios a lo largo de su carrera. ¿Cuál le hizo más ilusión o tiene más relevancia para usted?

- Me gusta venir a los concursos, que me han creado relaciones fuertes y amistosas. Que te paguen mucho también es bonito, pero eso no es un recuerdo duradero.

- ¿Cuáles son sus objetivos de futuro a día de hoy?

- Me interesa descubrir mi capacidad y no sé cuál es. Es más fácil decir lo que no quiero hacer, que es tocar el Concierto para piano de Tchaikovsky 100 veces al año. También espero llegar a escribir un libro de no ficción algún día.

- ¿Tiene algún mensaje para el equipo del Concurso , competidores, aficionados o ajenos a la música clásica en general?

- No dejes que la gente te dicte tus gustos musicales, ni ninguna otra cosa. La música puede ser un consuelo para ti en los momentos difíciles, pero también puede ser algo que te desafíe. Los concursos como el de Santander ofrecen una oportunidad para que la gente que no suele escuchar música clásica la pruebe. Espero que haya al menos una persona para la que alguna actuación en el concurso sea un descubrimiento. Y también espero que el evento traiga consigo amistades duraderas para los competidores, los jueces o la ciudad de Santander.

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