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Lo dijo con expresiva lucidez José Lebrero: Estas imágenes son «como un pequeño relato, casi una narración literaria abierta, que opera a modo de tarjeta de visita del mundo personal de Pablo Picasso». El directo artístico del Museo del pintor en Málaga definió de manera ... simbólica lo que representa la muestra 'Picasso visto por Otero' que esta semana recala en el Palacete del Embarcadero. Revelar la vida cotidiana de Pablo Picasso, ya sea trabajando en su última exposición de cerámicas en Vallauris, seleccionando los fondos para la retrospectiva, o recibiendo amigos y profesionales en compañía de su entonces mujer, Jacqueline Roque, son los ejes, escenarios y situaciones que enmarcan esta iconografía sobre uno de los artistas más universales. Al cumplirse medio siglo de su muerte, Santander se suma al ingente calendario de convocatorias en torno a su figura y su obra con esta muestra procedente de los fondos del Museo malagueño, cuya organización es fruto de la colaboración conjunta entre la Autoridad Portuaria de Santander y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Fotografías que ilustran, asimismo, la «buscada soledad del artista en su proceso creativo y las obras con las que convivía diariamente». Hay que subrayar que el periodista y fotógrafo argentino Roberto Otero fue uno de los pocos reporteros a los que el pintor malagueño abrió las puertas de su casa en el sur de Francia, permitiendo que registrara para la posteridad, no solo el ambiente en su entorno de trabajo en los años sesenta del pasado siglo, sino multitud de escenas de su vida cotidiana: su familia, sus amigos o sus costumbres.
En datos. Del 30 de junio al 4 de septiembre. Picasso visto por Otero. Palacete del Embarcadero. Horario apertura Martes a sábado de 11.00 h a 14.00 h y de 18.00 h a 21.00 h /Domingo de 11.00 h a 14.00. Exposición organizada por el Museo Picasso de Málaga. UIMP y Autoridad Portuaria de Santander. Entrada libre.
No es menos cierto que fueron numerosos los fotógrafos que se acercaron a Picasso tanto para reflejar lo artístico cómo ese carisma personal y atractivo mediático con el que sembró su estela a lo largo del siglo en muy diferentes escenarios. Pero en el caso de Otero lo singular es que formó parte del reducido número de amigos personales de Picasso que lo acompañaron durante un tiempo con la cámara fotográfica en bandolera. Desde ese vínculo ilustrativo destaca su relación de complicidad que tuvo el pintor con el poeta y escritor gaditano Rafael Alberti , otro desplazado de España por razones políticas. Picasso compartió largas veladas y numerosos encuentros que se combinaron con diversas colaboraciones en volúmenes de poesía ilustrados por ambos.
El Fondo Fotográfico Roberto Otero fue adquirido por el Museo Picasso Málaga en 2005. Consta de 1.915 unidades de imágenes en color y blanco y negro, de las que 992 son negativos y diapositivas, 198 internegativos y 795 revelados en papel. El archivo de imágenes se complementa con otra documentación de Otero, compuesta por correspondencia personal, cuadernos y documentos relacionados con las exposiciones del fotógrafo.
El fotógrafo, periodista, escritor y documentalista cinematográfico Roberto Otero (Trenque Lauquen, Buenos Aires, 1931-Palma de Mallorca, 2004) es ese testigo privilegiado que transmite el retrato poliédrico pero íntimo del pintor del 'Guernica'. Su acercamiento en imágenes, subraya el Museo, da cuenta, a modo de breves ráfagas biográficas, «del ambiente y el modo de vida del malagueño a finales de los años sesenta y principios de los setenta». Las instantáneas plasman momentos en los que Picasso «ya ha demostrado todo artísticamente y solo parece disfrutar apasionadamente de la libertad de crear sin tener que rendir cuentas».
Las más de mil quinientas imágenes que conforman ese archivo constituyen un importante testimonio documental centrado en el último periodo de vida de Pablo Picasso y en el momento en que traslada su residencia habitual a Notre-Dame-de-Vie en la localidad de Mougins, al sur de Francia en 1961. Al destacar el Fondo Otero, el Museo -que exhibió una muestra de estos fondos desde el pasado año hasta marzo de este año en su sede malagueña- «subraya la importancia que un archivo fotográfico adquiere como herramienta para conocer mejor a un artista, sus circunstancias y su medio».
El Fondo Roberto Otero, custodiado en el museo, incluye cuadernos manuscritos por el fotógrafo que recogen fragmentos de conversaciones que mantuvo con el artista. En el prólogo del libro 'Recuerdos de Picasso', Otero sostiene que «solamente existen dos libros de conversaciones con Picasso, entre centenares de títulos y ambos son de dos fotógrafos: Brassaï y Otero, los únicos dos amigos que parecen haber tenido la idea de anotar sistemáticamente sus charlas con el pintor».
La relación de Otero con Picasso llega de la mano del crítico de arte Ricardo Baeza y del escritor José Bergamín, así como de su matrimonio con la hija de Rafael Alberti, Aitana. Durante diez años, fundamentalmente entre 1961 y 1970, Roberto Otero (en sus labores de fotógrafo, periodista, escritor y documentalista cinematográfico) toma cientos de imágenes de Picasso, dando lugar con ello a un ingente fondo cuya excepcionalidad tiene como pilares varios factores: «La extensión y amplitud del propio fondo; el periodo en el que se centra, que es precisamente una etapa en la que disminuyen considerablemente los testimonios fotográficos en relación con las décadas precedentes, «de manera que el suyo se convierte inevitablemente en el registro documental más importante de los últimos años de la vida del artista»; el acceso casi familiar que tiene Otero al entorno de Picasso, «circunstancia que termina por influir decisivamente en la naturaleza y desarrollo de sus imágenes»; y, finalmente, la propia calidad de Otero como fotógrafo, una condición que le sitúa lejos del estatuto «artístico» y reconocido de los autores que le precedieron en la tarea de registrar a Picasso. La singularidad, lo que lleva a naturalizar el archivo Otero, radica en «cómo se construye la constancia, la cercanía y la obsesiva repetición que caracteriza este conjunto de imágenes».
Pero qué aspectos definen la identidad visual de esa relación. Lo que se reflejará en el espacio portuario este verano es fruto de varios conceptos y detalles: Otero «no tomó fotografías carismáticas o altamente icónicas de Picasso. No es tampoco un fotógrafo con un estilo o un programa estético definido. «La posición y ritmo de Otero residen en la proximidad cómplice, la continuidad y la repetición de la toma». Su ritmo es un tiempo lento, diario, cotidiano e íntimo. Si del conjunto de sus imágenes puede decirse que se acerca en cierta medida al álbum familiar, es precisamente por esa constante de uniforme repetición de instantes y emociones, de lugares y situaciones». También la aparición de algunas «transgresiones como el grano de las imágenes, los encuadres forzados o las tomas inadvertidas». Alberto Martín, a propósito del 'Álbum Picasso', comenta estos rasgos: «El hecho de que Otero no sea un fotógrafo excelente y seguro, que resuelve con unos cuantos disparos, provoca que fotografíe una y otra vez para asegurar la toma. Este hecho da a su trabajo un matiz generoso y muy específico en cuanto a su naturaleza. Las imágenes se acumulan así sobre una misma situación, y es esa repetición la que permite desplazamientos o montajes de secuencias tanto reales como imaginarias, la que introduce en su trabajo (aunque sin premeditación alguna) una constante de narratividad, secuencialidad y, en cierto sentido, tensión dramática».
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