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Susana Zamora
Madrid
Sábado, 30 de septiembre 2017, 13:38
Todavía recuerda aquel domingo, cuando a última hora de la tarde recibió una llamada inquietante: «Por favor, venga usted aquí; tiene que ver esto. ¡Dios mío, cómo han dejado el camión!». Aquel empleado, que acudió a preparar el vehículo para emprender la ruta horas después, pensó que aquello era un sabotaje en toda regla, que todo había sido obra de un grupo de vándalos. «¿Así quiere usted que trabaje? ¡Esto es una guarrada!», sentenció indignado.
Jaime Colsa (Torrelavega, Cantabria, 1972) reproduce al pie de la letra la reacción airada de su empleado, que ignoraba en ese momento qué escondían esas pintadas y, sobre todo, que el promotor de todo aquello había sido su jefe. La sorpresa fue mayúscula. Colsa recuerda con humor aquella anécdota, que da idea de la dimensión del proyecto cultural que impulsó hace cuatro años. Casi sin quererlo, surgió. Aunque empresario de éxito, no concibe su profesión sin su gran pasión. Dirige desde hace cinco años Palibex, una empresa especializada en el transporte urgente de mercancías en palés, que el diario ‘Financial Times’ ha incluido entre las mil pymes que más crecen en Europa.
Pero el arte es su vida. «Nos hace ser mejores personas», recalca. Por eso, decidió conjugar ambas facetas e impregnar las frías paredes de su empresa, situada en el madrileño barrio de Villaverde Bajo, de calidez artística. Primero, fue el interior; luego, la fachada principal con un mural del artista urbano santanderino Okuda San Miguel. Los rostros de Chaplin, Gandhi y Dalí avanzaban a cada trazo que daba, hasta que una pregunta lo frenó en seco: ¿Cómo quedaría esta obra en un camión en lugar de un muro? «Estaba quedando tan chulo que pensamos que era una pena que aquel trabajo no lo pudiera ver todo el mundo. Mientras lo comentábamos, pasó uno de los camiones de la empresa, nos miramos y dijimos: ¡Qué bien quedaría ahí este dibujo y cuánta gente podría verlo!», rememora Colsa. Ocurrió en 2013. Dos años después aquella ilusión ya tenía nombre y apellidos: Track Art Project y hace tan sólo unos meses pisaba la alfombra roja de la meca del arte y se atrevía con los más grandes en Arco.
Empresario . Jaime Colsa trabaja en el sector del transporte desde hace 30 años. Hace cinco fundó Palibex, una empresa especializada en el transporte de mercancías en palés.
Coleccionista Con 16 años ya adquirió su primera obra de arte. Le costó 15.000 pesetas.
Familia Casado y con dos hijos. «El éxito es que mi familia esté orgullosa de mí».
Mecenas Ha invertido más de 350.000 euros en Truck Art Project.
Al primer camión, intervenido por el santanderino Javier Arce, siguieron otros de creadores urbanos y contemporáneos, como Suso 33, Abraham Lacalle, Marina Vargas, Javier Calleja, Daniel Muñoz y el propio Okuda San Miguel. Pensaron inicialmente en uno, luego en diez. Hoy, en la mente de Colsa está pintar cien. «Sería como tener un catálogo con las obras de los que, a nuestro criterio, son los mejores artistas del momento. Ya no nos ponemos límites». Actualmente, 29 camiones de Palibex recorren diariamente España como murales rodantes. Su contenido (productos de alimentación, de electrónica, industriales...) no difiere del que podría transportar cualquier empresa del sector, pero el continente es excepcional y, hasta ahora, sin precedentes. «No queremos que se perciba como una empresa que decora sus camiones o que persigue un fin publicitario, porque no lo es. Se trata de un proyecto de mecenazgo artístico, que persigue sacar el arte de las galerías y hacerlo accesible a todos», explica Colsa.
El pasado año la feria Artesantander sumó a su programa cultural paralelo esta nueva acción de arte urbano: Truck Art Project. Dos camiones nuevos fueron pintados en vivo por los artistas Andi Rivas y Santiago Ydáñez. Ambas acciones permitieron a los vehículos incorporarse a la flota artística de Truck Art Project, en este caso en el contexto del XXV aniversario de la feria santanderina. La intervención en directo se realizó en la Plaza Porticada gracias al mecenazgo de Jaime Colsa. Los derroteros iniciales por el arte urbano han virado hacia corrientes más contemporáneas. Dos comisarios, Óscar Sanz y el cántabro Fer Francés, ayudan a Colsa a seleccionar a los artistas, a ver cuáles pueden encajar en un proyecto tan singular para que al final tenga coherencia. Y pese al reto que supone enfrentarse a la loneta de un camión, que puede medir entre los 7 u 8 metros del más pequeño y los 13,5 metros del más grande, ninguno ha dicho que no. «Son todos muy valientes», bromea Sanz. En general, para los artistas urbanos que han participado, como el francés Remed, el californiano Aryz o el argentino Felipe Pantone, acostumbrados a pintar grandes murales, hacerlo en un camión no ha supuesto un gran problema. «Todo el proyecto es un guiño a los orígenes del grafiti, a aquel arte que nació en EE UU en los años 70, cuando empezaron a pintarse los primeros vagones de metro, y que después se han convertido en auténticos fetiches», explica Sanz.
Jaime Colsa
Sitio de culto para los artistas urbanos y desafío extraordinario para creadores contemporáneos. Acostumbrados a formatos más pequeños, a crear en estudios y a elaborar obras con unas técnicas acordes a las condiciones idóneas que reúne una galería de arte, salir de su zona de confort y plantarse al aire libre frente a un ‘lienzo’ de casi 14 metros que estará en constante movimiento ha sido todo un «reto». Lo fue para el malagueño Javier Calleja, que llegó a Madrid pensando que pintaría un camión pequeño, «y me dieron uno de 18 metros». Tras el impacto inicial, replanteó el diseño y en un solo día sacó su proyecto adelante. Dos ojos sobre fondo negro y ocho dedos. «Simple y muy visual», lo define el artista. Calleja lo tuvo claro desde el principio: «Tenía que simplificar al máximo. Haber añadido más elementos hubiera sido un error, porque el camión pasa rápido y uno no puede detenerse a contemplarlo como si fuera un mural estático», explica Calleja.
Oscar Sanz, comisario de arte urbano
El movimiento sobre el que pivota Truck Art Project permite acercar el arte, aunque para Javier Arce lo que realmente hace interesante al proyecto es su capacidad de sorprender. «Cuando te cruzas con alguno de estos murales rodantes, la primera reacción es de extrañeza. Te pone en alerta y te despierta el interés por saber quién lo ha hecho», apunta el artista santanderino.
Hasta la fecha 30 artistas han cedido su talento creativo y cuatro o cinco días de sus apretadas agendas a la causa de Colsa. «A cambio, les hemos pagado por ese trabajo artesanal, pero no por lo que vale su obra. Por eso, la propiedad intelectual sigue siendo del artista», puntualiza. A día de hoy, este mecenas lleva invertidos más de 350.000 euros en el proyecto, que considera una acción de responsabilidad social de la empresa y de compromiso personal. «No todo es ganar dinero y crear puestos de trabajo. En mi empresa, los primeros son mis 600 empleados, ni los accionistas ni el cliente. Les ofrezco un sinfín de actividades culturales; Truck Art Project es sólo la punta del iceberg», aclara. Por eso, aquel trabajador que alertó a Colsa del presunto sabotaje sintió la metedura de pata y lo llamó al día siguiente arrepentido, lamentando no haber sabido valorar el trabajo de un artista reconocido. El proyecto echaba a andar con el primer objetivo cumplido: enseñar arte a quien habitualmente no tiene acceso a él.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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