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Abstracción y realismo. Lucio Muñoz y Amalia Avia. Amalia Avia y Lucio Muñoz. Dos mundos unidos por una vida compartida con la pintura en el centro. A ambos referentes históricos de la pintura española dedicará el Observatorio del Arte de Arnuero una de las citas expositivas más importantes de la temporada estival. A las obras que podrán contemplarse hay que sumar la presentación del libro 'La casa de los pintores', el relato personal, lleno de emoción y amor, de estos dos artistas contemporáneos de primer nivel, vistos a través de la mirada de su hijo, el escritor Rodrigo Muñoz.
La muestra, bajo ese epígrafe que revela vínculos y anuda dos vidas en torno al arte, es 'Amalia Avia y Lucio Muñoz. La pintura en el centro'. Una propuesta planteada como «una conversación entre estas dos figuras fundamentales del arte español de la segunda mitad del siglo XX, que además fueron pareja».
La pintura abstracta de Lucio Muñoz, de fuerte presencia material, estuvo siempre impregnada de la expresividad y el lirismo de la naturaleza.
Mientras que el trabajo realista de Amalia Avia atendía principalmente a la ciudad, tanto a los exteriores solitarios y marcados por el paso del tiempo como a unos interiores tratados con mayor ternura. Eran planteamientos estéticos diferentes, de igual modo que fueron diferentes los estudios en los que trabajaron, «quizá lo único que Amalia Avia y Lucio Muñoz no compartieron en sus vidas».
Sin embargo, más allá de las diferencias, la muestra subraya cómo existían puentes entre su pintura, «una conexión plástica (en las texturas, en los encuadres, en los tonos)» que la exposición explora con una pequeña selección de obras muy representativas de ambos, algunas de ellas emblemáticas. Al cabo, «la pintura, gracias a la cual estos dos artistas se conocieron y enamoraron a mediados de los años 50, estuvo siempre en el centro de sus vidas».
El libro escrito por el hijo de ambas figuras de la pintura española habla de quiénes fueron sus padres y cómo fue su vida con ellos. «Uno debe escribir de aquello que más sabe, debe compartir, de la manera más honesta que sea capaz, la mejor historia que lleve dentro. En este momento esta era mi mejor historia, la de mis padres, la de mi origen». Rodrigo Muñoz confiesa que siempre ha creído que «en buena parte estoy hecho de pintura. Mis padres eran artistas plásticos y se conocieron y se enamoraron gracias a la pintura. En nuestra casa y en nuestra vida familiar la pintura estaba por todas partes. No había un espacio para ser pintores y un espacio para ser padres o para ser hijos. Todo estaba unido. Éramos hijos de la pintura».
Desde el próximo día 20 de julio el Observatorio del Arte de Arnuero –en la cita inaugural se incluye un concierto con las 'travesuras musicales 'de Arrancacorazones– acoge obras de estos dos artistas imprescindibles del panorama artístico español de la segunda mitad del siglo XX. Amalia Avia (Santa Cruz de la Zarza, Toledo, 1930 – Madrid, 2011) y Lucio Muñoz (Madrid, 1929 - 1998), una unión excepcional que funde en un mismo espacio las dos tendencias más importantes del arte durante las últimas décadas: la figuración y la abstracción.
Sin embargo, ante las obras de ambos creadores se pueden encontrar, según apunta la comisaria María Toral, «puntos en común que se diluyen entre las divergencias del lenguaje estilístico con el que cada uno de ellos decidió expresarse. Porque lo cierto es que, a pesar de mostrar dos estilos completamente opuestos en la teoría, cuando vemos estas piezas únicas sentimos una perfecta comunicación entre ellas. La misma que estos dos maestros de la pintura mantenían entre ellos y que estaba basada en el respeto y en la admiración mutua».
De Amalia Avia destaca cómo luchó contra los estereotipos de su tiempo y se dedicó de lleno a su carrera artística siendo capaz de conciliarla con la familiar. Lucio Muñoz, por su parte, entró en contacto con el informalismo cuando estuvo becado en París. El artista Antonio López, su compañero en la Academia de San Fernando recuerda cómo Muñoz, que en sus inicios fue figurativo, cambió su forma de entender la creación: «La figuración era algo común y decisivo para él hasta que encontró su voz y su material, la madera. Así llegó a la abstracción con una naturalidad asombrosa». En la muestra de Arnuero, subraya la comisaria, «podemos ser testigos precisamente de ese cambio estilístico del artista madrileño». ya que se ha incluido una obra del año 1958, por la importancia del tema, el retrato de su compañera Amalia Avia.
María Toral considera que hoy con la distancia del tiempo, «más allá de valorar la gran obra pictórica de estos dos maestros, podemos además hablar de ese respeto lleno de discreción, ternura y libertad».
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