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La piel del Faro de Ajo mudará del blanco más impoluto a una composición surrealista multicolor. El artista santanderino, Okuda San Miguel, dejará su reconocible huella en esta imponente torre alojada en una finca, de más de 16 hectáreas, al pie de los acantilados de ... la costa oriental. La intervención está promovida por tres instituciones regionales. La Autoridad Portuaria de Santander, la Consejería de Turismo y el Ayuntamiento de Bareyo se han unido para financiar un proyecto que pretende convertir a este enclave en uno de los principales reclamos turísticos de la región. Los detalles de la actuación se darán a conocer hoy en un acto que tendrá lugar en el Palacete del Embarcadero con la asistencia, entre otros, del presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, y del propio artista, que presentará un boceto de la composición que ha ideado para transformar el Faro del Cabo de Ajo.
La idea es que el creador pinte el edificio a lo largo de la primera mitad del mes de julio para que la obra pueda ser contemplada este mismo verano.
Okuda que ha sembrado su arte en todo tipo de edificios, murales, esculturas, instalaciones ... en más de treinta países, se enfrenta a este intervención pionera a nivel nacional pues es el primer faro del país que se tiñe por completo de color. Y lo hará con el lenguaje propio y único de un artista contemporáneo que mezcla figuras geométricas del arcoirís con elementos orgánicos. Con este trabajo, además, el artista vuelve a dejar su impronta en su tierra y en la comarca oriental de Cantabria, la zona que menos intervenciones ha llevado a cabo, a excepción del cambio de imagen que realizó a la oficina de turismo de Laredo hace dos años.
La finca del Faro de Ajo abrió por primera vez sus puertas al público en el año 2015- solo lo hace en temporal estival- tras llevar a cabo el Ayuntamiento de Bareyo y la Autoridad Portuaria la ejecución de una senda peatonal por la que pueden transitar los visitantes.
El verano pasado cerca de 35.000 personas visitaron este lugar, el más septentrional de la región, en el que se puede contemplar una de las vistas más impresionantes del litoral cántabro. La entrada a la finca cuesta un euro que se destina al mantenimiento, limpieza y vigilancia del enclave
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