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Abel Ferris (Barcelona, 1989) es uno de esos actores que siempre ha escrito sus propias historias, «casi desde que tengo uso de la escritura» señala. ... Tras graduarse en dirección de escena en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid (Resca) se centró más en la dramaturgia, un género que considera minoritario y una de sus obras, 'Delta', un proyecto que nació en las aulas de ese mismo centro, acaba de ser galardonado con el premio Ricardo López Aranda del Ayuntamiento de Santander. Un texto del que el jurado ha destacado que utiliza un lenguaje variado que transita desde la reflexión filosófica al humor, de lo colectivo a lo íntimo, de lo emocional y lírico a lo incisivo y político. «Escrito de manera coral, resulta un texto bien estructurado, coherente, honesto, que consigue envolver al lector con preguntas relevantes mejor que proponerle dogmas, con un tono luminoso y esperanzador que se impone a las miradas más oscuras», tal y como se señala en el fallo.
Se podría decir que 'Delta' es una obra de millennials, o más bien de cómo afronta esa generación, la del propio autor, sus relaciones con los demás: «Es una reflexión sobre el mundo que nos han dejado nuestros antecesores y sobre qué es lo que les vamos a dejar a los que nos sucederán», señala, Una historia «de cómo se pasa el testigo» en un mundo que él considera está «fragmentado».
Reconoce que escribir textos teatrales no le cuesta demasiado si bien es consciente que «hoy en día no hay tantos lectores de teatro como de novela y que poca gente recuerda que el teatro no solo se escribe para ser representado, también para ser leído» y que por ello, la primera dificultad con la que se encuentran los dramaturgos es que «si ya cualquier arte es difícil se le suma un poco más de dificultad en un tipo de literatura que no tiene tantos adeptos como puede ser la narrativa».
En su caso, es uno de esos autores que cuando escribe «y posiblemente porque también soy actor y dirijo» es inevitable que lo haga pensando tanto en la mejor manera de contar la historia que tiene en mente cómo en la forma que se debe representar en un escenario. «Todas esas cosas van juntas, no me pongo únicamente en modo dramaturgo y me dedico solo a buscar palabras; le doy muchas vueltas a cómo sería la puesta en escena y en la mejor forma de representar a los personajes».
Entre sus dramaturgos preferidos, aquellos a los que le gustaría llegar a parecerse algún día, cita nombres como María Velasco, Zo Brinviyer –autora de una de las obras que más le ha marcado 'El deseo de ser infierno'–Alberto Conejero –miembro además del jurado que le ha premiado en Santander– y cómo no: García Lorca, «del que todas sus obras son maravillosas» o Tennessee Williams.
Es consciente de que el oficio de actor es como una carrera de fondo en la que hay que esperar esas llamadas para ofrecer un papel y en la que pesan los años, algo que también sufren los dramaturgos. «En esta carrera, bueno en cualquier rama artística te diría, hay un fuerte componente de resistencia. Nathalie Poza, a la que considero una de las mejores actrices de este país y que para mí es un referente, dijo en una ocasión una frase que se me quedó marcada; que a ella la interpretación la había salvado la vida pero al mismo tiempo le ha enseñado lo dura que es la vida».
En cuanto a la situación del teatro en España comparte con mucha gente de su sector que está «bien difícil» aunque «lo bueno que tenemos es que hay mucho que ver y mucho que leer. España es un país muy rico en artes escénicas y es una lástima que no se le conceda la importancia que tiene». Es por eso por lo que valora que se convoquen premios como el que promueve el Ayuntamiento de Santander. «Todavía estoy aterrizando. Que de pronto algo que empezaste a escribir en la Resac para una asignatura haya sido premiado con 4.000 euros y sobre todo, que vaya a ser publicada por una editorial tan importante como Antígona y que el prólogo te lo escriba Alberto Conejero, es una pasada y una locura que estoy disfrutando mucho. Es un soplo muy bienvenido de buenas noticias que, como te decía, en este oficio tan duro y tan complejo, es muy alentador».
Sobre la posibilidad de que algún día pueda ver en escena esa obra, esa pieza-paisaje, que se articula a través de varias escenas fragmentarias, considera que sería «un sueño», pero de momento «voy a disfrutar el presente y saborear todas esas cosas tan bonitas que ha dicho el jurado de mi trabajo y que sinceramente me abruman un poco».
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