Secciones
Servicios
Destacamos
Confiesa que la poesía es su «diván más libre y el más salvaje». Y tiene claro que el poeta «hace que sean habitables las preguntas». Lorenzo Oliván (Castro Urdiales, 1968) regresa con 'Los daños' (Tusquets), el libro que «más he necesitado escribir y que ha ... acabado siendo el más extenso: unos poemas me llevaban a otros, a veces con cierta sensación de fatalidad. También quizás por eso ha sido para mí el más terapéutico, el más sanador». Considerada una de las voces de referencia de la poesía española, el autor de 'Nocturno casi' indaga en el lenguaje, en los silencios, en las limitaciones de las palabras y se refleja en los espejos de la cultura.
–«Caes de ti / Como un párpado», se lee en su libro. ¿Quizás esa distancia, ese desprendimiento sea el necesario para toda inmersión poética?
–Sí, supongo que sí. Siempre he sentido cercana la teoría del poeta como camaleón, de mi admirado John Keats. Él creía que en el momento creativo se da un proceso en que el yo queda en suspenso, una dinámica de despersonalización, que deja espacio para que el poeta pueda ser cualquier persona y cualquier otra cosa. Dicho así quizás suene un poco enrevesado. A mí esa idea me gusta acercarla a otras más comprensibles por todos. Creo que la conciencia creadora se vincula de algún modo a lo que ocurre en la mente cuando soñamos. Somos nosotros, pero no llevamos las riendas de las imágenes y pensamientos que nos arrastran en sueños.
–¿La poesía es la vacuna tras los daños?
–A mí la poesía, desde siempre, pero más en este libro, me ha ahorrado muchas horas de psicólogo. O de psicoanalista. Es mi diván más libre. También el más salvaje. Te van saliendo al paso tus obsesiones, tus miedos, tus filias, tus fobias. Y casi siempre salen a tu encuentro para sorpresa de ti mismo y con vocación de que les des un sentido, aunque a menudo ese sentido se te escape.
–El poeta chileno Raúl Zurita dice que cuando uno escribe, de una u otra forma, es como que suspende la vida. ¿Está de acuerdo?
–Más que suspender la vida, se suspende una conciencia solo racional y controladora. Y al bajar esas compuertas, tienes la impresión de que asistes al espectáculo de la vida viviéndose a sí misma. Pasa algo parecido en lo mejor del sexo: podemos empezar llevando el ritmo, pero hay un momento (el más pleno) en que es el ritmo el que nos lleva a nosotros. Y entonces no se suspende la vida, sino que saca incluso su mejor nota. Su mejor música. Su mejor movimiento. Su mejor luz.
–¿En dónde reside el éxito y el fracaso de un poeta?
–Para mí, el éxito de un poeta está en ir descubriendo de una manera fatal e ineludible (nunca calculada) un eje de visión, que se esté renovando constantemente, que haga suyo el mundo, libro a libro. El fracaso está en traicionar a ese eje.
–Hemos vivido un tiempo en bucle reiterando nuestra perplejidad y fragilidad. Al final del poemario se declara «un hombre que ha perdido la cabeza». ¿Frente a la pandemia las palabras han quedado dañadas?
–Hemos vivido tiempos muy duros y lo peor es que en esta sociedad de hoy en día, que tiende solo a mostrar el lado sonriente de la existencia, no reconocemos los daños. La literatura se alimenta en gran medida del conflicto y todos hemos sentido un nudo de tensiones. Yo me di cuenta de que con las nuevas dinámicas impuestas muchas palabras cambiaban de signo. La distancia puede ser positiva en el amor, si no es obligatoria. Lo mismo ocurre con la soledad: es buena la que buscas, pero no la forzada. Así ha pasado también con palabras como 'silencio' o con la palabra 'casa'. De repente, han empezado a decir cosas distintas. Las hemos vivido desde un doble filo. Y a mí al menos me han herido. Lo peor es que eran palabras que solía ver como muy positivas. Así que sí, han quedado dañadas. Esas y algunas más.
–Al final, ¿somos sólo conciencia de pérdida?
–Cuando los tiempos son de celebración, la pérdida queda escondida, olvidada, entre paréntesis. Pero ha habido tanta sensación de pérdida de vidas y de lo esencial de la vida (del estar más piel con piel, de los viajes, de la comunicación cercana) que la pérdida ha sido el cristal desde el que hemos mirado casi todo. Algunas muertes de seres queridos las he tenido más presentes que nunca. En el día a día, la caja de resonancia en la que nos situamos marca la música de nuestra memoria y nuestros recuerdos.
–Indagación, búsqueda…frente a orfandad, ¿ese es el equilibrio ideal?
–Indagación y búsqueda hacen que te fundas y confundas con las cosas. Eso crea una red, que no elimina el vértigo, pero sí invita al vuelo. El poeta hace que sean habitables las preguntas. O, de otra manera, quizás convierta la búsqueda en una especie de casa en movimiento.
–Como en las elipsis cinematográficas rotundas, ¿la poesía más reveladora es la que no se muestra?
–Lo no mostrado es tan importante en la poesía como en el amor. Las elipsis invitan al salto. Crean energía. Y, sobre todo, en los espacios en blanco caben más los lectores (al menos lo lectores que a mí me interesan), con su propia vida, con sus propios centros de visión.
–¿Se pregunta a veces para qué escribir?
–Lo necesito para mi equilibrio. En el laberinto por el que discurrimos me marca un sentido, es mi espuela para andar.
–¿Diría que es su poemario menos racional, más libre por intuitivo e indagador?
–También era muy sonámbulo 'Nocturno casi'. Diría que es mi poemario en el que la herida, como gran metáfora, abarca más. En ella cabe el amor, el deseo, la belleza, la muerte, el tiempo, los vínculos de sangre, el lenguaje y sus límites, la fragilidad de la identidad, la sensación de intemperie... La raíz de la herida explorada en 'Los daños' es su principal motor y su principal enigma. Incluso la parte de celebración que tiene el libro arroja luz sobre ella.
–«Echémonos un pulso de distancia», escribe. ¿Está muy alejado el Oliván poeta del Oliván profesor
–El profesor de literatura también vive la poesía al explicarla. Quizás a mis alumnos les gustaría que hubiese más distancia, pues a veces les hablo de sutilezas poéticas que debo de ver solo yo y que les hacen poner cara de póquer. Ventajas e inconvenientes de ser juez y parte en la materia.
–¿Propone la complicidad del ecosistema cultural como salvación, terapia y sanación?
–Si algo nos ha enseñado la pandemia es que el arte constituye una de las mejores tablas de salvación cuando vienen tiempos duros. El arte actúa como un espejo cambiante. Cada obra, sea cuadro, libro, película, espectáculo, abre un camino de introspección. Y esa aventura a veces nos ilumina y a veces es toda una catarsis.
–¿Se siente a veces frustrado o acomplejado frente al poder e influencia de la tecnología?
–Me siento un poco asustado. Me da miedo que la creciente tecnología, a nivel sensorial mine nuestro vínculo vivo con las cosas y las personas, y que la saturación de mensajes creados a golpe de emociones sin filtro minen nuestro discurso crítico, personal y reflexivo.
–«Recordar se parece/ a acercar con la mano/ fresca carne a las fieras». ¿Esa, la del pasado, es la distancia más dolorosa, devoradora e incisiva?
–Bueno, hay recuerdos que tocamos, se desprende sangre seca, y vuelven a sangrar.
–Se siente muy cercano a la expresión que José Hierro buscó para su poesía, la de la poesía como «presente ardiente». ¿Cómo la define?
–Sí, me gusta mucho. La poesía obra de dos maneras sobre lo vivo: lo revela (lo saca más a la luz, busca en ello casi un sentido en fuga) y lo dota de una energía que se renueva con cada lector.
–Ya a la intemperie, ¿su libro pedirá la declaración de zona catastrófica? ¿O espera de los lectores una restitución?
–Es el libro que más he necesitado escribir. La intemperie es una forma de abrir todas las puertas. He necesitado explorar vínculos que me constituyen como persona, vínculos no sólo con los otros, también con elementos de lo real. Eso ha tenido algo de terapia. Ojalá 'Los daños' acompañen al lector. Y de ahí nazca otro vínculo. Cercano y cómplice.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.