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Nadie mejor que Pedro Ruiz (Barcelona, 1947) para explicar el show que le traerá este sábado al Teatro Casyc en Santander. Lleva por título: 'Mi vida es una anécdota by confidencial' y, los que ya lo han visto aseguran que es «su mejor guion». «No ... se trata solamente de contar mi vida como si quisiera darme importancia, se trata de que a través de las cosas que cuento, divertidas, con parodias, caracterizaciones, música y vídeos, el público entienda que lo que pasa en las vidas sencillas se parece bastante a lo que pasa en las vidas más conocidas», asegura.
Le han pasado tantas anécdotas y tan reveladoras que cuesta creerlas y además las cuenta, las canta, las parodia y las comparte con un gran sentido del humor y haciendo que el público sienta que está en el salón de su casa. «La idea es contar lo que me ha ocurrido con un presidente del Gobierno, con Nuréyev, con Antonio Banderas o la princesa Estefanía de Mónaco, eso sí dramatizándolo y con un gran montaje de vídeo para que la gente sepa que nadie somos tan importantes y que las cosas nos pasan casi igual a todos», explica.
En el espectáculo, que dará comienzo a las 19.30 horas, Pedro Ruiz recordará alguna de las situaciones más jocosas que le han ocurrido durante sus encuentros con personas tan conocidas como Felipe González, los reyes, el nuncio del Papa, Mario Conde.... «Hablo de todo, menos de mis novias que salen citadas de vez en cuando, pero sin nombres», explica.
Y el resultado final del espectáculo, que dura una hora y cuarenta y cinco minutos porque al final el público puede plantear sus propias preguntas, es según señala, «que tengan la sensación de haberse enterado de cosas bastante jugosas y de haber descubierto detalles de una vida, que es personal pero también correspondiente a los demás». El show podría definirse también como un «relato de la transición», aunque se incluyen hechos más recientes, como alguna anécdota con Jordi Évole. En resumen, «que esas cosas que le pasan a la gente que trabaja en una mercería o una pescadería, por poner un ejemplo, son las mismas que suceden a los que están en las llamadas franjas altas de la sociedad».
Pedro Ruiz es uno de esos artistas inclasificables que siempre ha destacado por un sentido del humor mordaz y que arrasó en los años ochenta en televisión -aunque ya llegaba de haber participado en varios espacios como 'Estudio Estadio'- con programas como 'Esta noche, Pedro', 'Como Pedro por su casa' o ya en los 90 'Con ustedes Pedro Ruiz', unas apariciones televisivas que compagina con el teatro, con la literatura -tiene más de 16 libros publicados- y hasta con el cine. Y todos sus trabajos se caracterizan por una brutal sinceridad, de alguien que es lo opuesto a lo políticamente correcto. «Es que siempre he pensado que cuando se es políticamente correcto se es vitalmente incompleto y que con educación y un buen tono se puede decir todo y se puede disentir. Siempre y cuando lo hagas con buen estilo y sin querer estropear la vida del otro. Tú me puedes decir que eres partidaria de A y yo te puedo responder que soy de B y que no pase nada», indica. Sin embargo, esa forma de trabajar le ha pasado factura en algunas ocasiones pues lleva años sin trabajar en televisión pese a que no ha dejado de mandar proyectos que no han sido aceptados «porque como decía Jacinto Benavente, en la vida no hay que sembrar afectos sino intereses», tal y como cita. «Es cierto que yo no he sido una persona muy querida por el sistema y en ese sentido nunca he tenido sinergias que me hayan ayudado a estar presente en muchos casos. Pero eso lo tengo muy asumido y no lo digo ni con dolor ni con acritud. He tomado de una manera casi genética e inconsciente el sentido de que mi vida sea muy independiente y muy libre y sé que eso tiene un precio, por lo tanto no me quejo. Solo lo subrayo», expone. Sin embargo, tiene buenas noticias para todos sus seguidores: Creo que ahora estamos al borde de mi reaparición en televisión», asegura. Un proyecto del que prefiere no comentar porque considera que debe de ser esa cadena de televisión la que lo anuncie cuando lo considere.
De lo que sí puede y quiere hablar es que ese programa «sí se produce será único, personal, divertido, travieso y espero que elegante», describe. Se le pregunta si un espacio de ese tipo tiene hueco en una televisión en la que triunfan los cotilleos después de comer o los concursos en islas desiertas y tentadores de parejas y su respuesta también es mordaz. «Creo que la pregunta debe ser al revés. Hay que cuestionarse cómo hay hueco para esas cosas que tú citas». Pero en todo caso, apostilla, «llevamos demasiado tiempo en el que los peores de la clase nos están dando las clases». Y eso «aunque es válido, yo lo detesto porque creo que una sociedad con malos ejemplos no puede tener buenas realidades y que la caída en la bajeza permanente, en la histeria, en la maledicencia no conduce a nada bueno. Y no me considero un tipo moralista, pero creo en el talento y en la bondad, por este orden, y me parece que en las cadenas de televisión hay demasiados productos que flanquean unos parámetros realmente condenables».
Él continuará igual que siempre porque cree «que en el 'planetita' en el que vivimos las cosas no cambian «solo se maquillan. La esperanza, el miedo, el dolor la sociedad o el hambre son las mismas siempre, luego si las maquillas las puedes convertir en un mundo punk, en un mundo queer... en lo que sea. Pero en el fondo siguen existiendo las mismas inquietudes, anhelos, miedos o ternuras porque, reitero, solo cambia el maquillaje».
Y en ese cambio de rumbo de la sociedad hay cosas que no van con su forma de hacer televisión, una manera de comentar la actualidad con respeto, insiste, y absoluta libertad. «Estamos muy parapetados en lo políticamente correcto pero a mí eso me da risa. Y pasa con el lenguaje, parece que vaya a llegar un día en que tengamos que pensar en saludar con un hola por si a alguien le molesta que vaya con h. Estamos 'agilipollizados' en un mundo en el que la superficialidad se impone pero vestida de profundidad y es una superficialidad de formas, no de fondos».
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