Pombo, el extraño superviviente
Novelista del estilo ·
Es una gloria para nuestra ciudad haber sido cuna de un escritor tan hondo y tan intempestivoSecciones
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Novelista del estilo ·
Es una gloria para nuestra ciudad haber sido cuna de un escritor tan hondo y tan intempestivoNo me hallo entre los entusiastas de Pombo. Me leí todas sus primeras novelas y sus cuentos, y luego dejé de hacerlo cuando me saturaron, lo que vino a ocurrir precisamente en el momento en que el escritor, el pensador, la persona, empezó a parecerme ... más interesante que sus libros; interesante por sincero, por arrojado, por libre de los dogmas y clichés que lastran a la mayoría de los actuales literatos de cuenta.
Sin duda, Pombo es un brillante escritor y un enorme novelista. Lo primero, por su profunda cultura filosófica y filológica y por su dominio del idioma; y lo segundo, por su gran capacidad para crear personajes.
Empero, yo no lo considero entre mis narradores preferidos (cuestión de gustos, naturalmente), y ello porque no es un genuino realista. Para mí, los novelistas máximos son siempre los realistas, los que saben esconderse detrás de sus tramas y de sus personajes. Y Pombo nunca se esconde, siempre está él ahí, siempre es claramente él mismo por detrás o por delante de aquéllos.
Al escritor santanderino se le emparenta con Juan Benet. Son los dos máximos representantes, junto a Miguel Espinosa, de un tipo de novelista que floreció en la España de los setenta y ochenta y que podrían llamarse 'novelistas del estilo'. Hubo otros muchos, claro, porque fue una moda tiránica en la literatura española y europea. La dictadura del estilo. Pero esa moda pasó completamente y, ¡treinta años después!, sólo ha sobrevivido él, Pombo, que sigue teniendo lectores en el mercado, aunque seguramente no serán muchos, porque los novelistas del estilo no son fáciles de leer, ni siquiera cuando manejan un humor descacharrante como el autor de 'El héroe de las mansardas de Mansard'.
Ese es su primer factor de singularidad. Pero hay un segundo factor, también relacionado con su extraña e insólita capacidad de supervivencia.
Pombo es un escritor que habla de cosas y problemas antiguos, problemas de conciencia y moral, de religión y moral, con una penetración ética, antropológica y teológica que era propia de los escritores y de los novelistas de la España del tardofranquismo, dentro de un catolicismo liberal y posconciliar, cuyo mentor máximo fue el gran López Aranguren.
Hoy ya no hay nadie que hable de eso en sus novelas. Toda esa quincalla está proscrita en la narrativa actual. Si hay algún novelista que habla sin tapujos de Dios y de esos temas, o es Juan Manuel de Prada o es un pobre desgraciado.
Alvaro Pombo tiene este raro privilegio. Y lo ejerce con un desparpajo admirable. Y se le respeta. Es como una reliquia de un pasado de nuestra cultura, un pasado reciente pero al parecer ya irrecuperable. Cuando leí su penúltimo libro, 'La ficción suprema', un precioso ensayo sobre la importancia de lo teológico en la poesía y en la literatura, pensé, por fin, que era una gloria para nuestra ciudad haber sido cuna de un escritor tan hondo y tan intempestivo.
Álvaro Pombo, extraño y genial superviviente.
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