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La mesa camilla de su tía Rosa Mari y los cuentos que le contaba de pequeña; una alacena repleta de bolígrafos sin usar con olor a promesa; el verso «tengo tanto dolor en el costado que por doler me duele hasta el aliento», de ... Miguel Hernández... El pensamiento simbólico anidó pronto en la cabeza de una Marta San Miguel que apenas era una niña. El fogonazo que encendió la chispa de una búsqueda que aún no se ha detenido.
La periodista, poeta y escritora presentó su novela 'Antes del salto' (Libros del Asteroide, 2022) en «casa», en el Aula de Cultura de El Diario Montañés. Acompañada por Íñigo Noriega, director de la cabecera, y de Guillermo Balbona, redactor jefe de Cultura, San Miguel desgranó los pasos que le han llevado a pasar de ser quien acudía a escuchar a autores que leía, a ser ella quien se subió ayer al escenario, como Alicia al otro lado del espejo, respondiendo así su propia pregunta de «¿Y si yo estuviera ahí?»
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«Nadie puede desprenderse de lo que ha vivido y de su memoria cuando se pone a escribir si es honesto», explicó. Y con ladrillos conformados por una argamasa emocional de memoria e identidad, San Miguel ha construido el libro que, hace apenas unos días, fue reseñado por 'El Cultural' como uno de los diez debuts literarios del año en no ficción.
Una lista de autores con los que siente que comparte pulsión creativa: «El lugar desde donde escribimos; historias particulares que se salen de la narrativa convencional». Celebra, eso sí, la «radical diferencia» entre sus estilos de escritura, y esa mirada de refilón que reúne a esa terna generacional de «versos libres».
Escribir lo que surgía en el cuaderno que le regalaron sus compañeros al marcharse a Lisboa con toda su familia, fue para San Miguel una suerte de reencuentro con lo que había quedado atrás. «Cuando me quise dar cuenta, era el boceto de esta novela» , rememoró.
Marta San Miguel | Periodista y escritora
Mientras las paredes de su hogar lisboeta se iban cubriendo de tarjetones esquemáticos, el relato iba avanzando «con flashazos de aprendizaje de mi madre» que iban saliendo paso a paso, como el movimiento elegante y a veces salvaje de un caballo. Para visualizar el homenaje a su progenitora, ajustó la mirada al todo resultante, «como al observar una constelación formada por pequeñas estrellas».
Con la libertad de la rienda suelta conviven sus dos facetas profesionales. «Deseo que mi cabeza sea anfibia -dijo- porque mi manera de escribir se basa en la capacidad de observación de la periodista y la periodista necesita la búsqueda de la belleza y la palabra precisa de la escritora».
«Es posible domar a las palabras en el mismo sentido en que antes he decidido domar a un caballo». Presionar aquí, mover allá, indicios que el caballo interpreta. «Hay una cesión del control, pero nunca llegas a domarlo», explicó la que en otro tiempo fuera jinete. «Eso mismo sucede con las palabras, hay que saber usarlas». Por eso intenta escribir manteniendo el «respeto» ante ese acuerdo tácito entre la escritora y sus herramientas.
Interesada por la geografía humana, la cántabra se encontró con una capital lusa en plena transformación que se enfrentaba «a la misma dicotomía que la protagonista del libro». Una suma de preguntas «fascinantes» que le hacen replantearse su realidad y aventurarse «a conjugar el verbo quiero». Defensora de la escritura lenta, a mano incluso, San Miguel afirmó que está «deseando abrir otro documento en blanco y empezar a escribir de nuevo» , seguramente ficción, invitando a los lectores a vivir esta experiencia «que se lee con media sonrisa».
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