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Artesanos y tradiciones se entrelazan en torno a un viejo oficio: el de campaneros. Y si alguien a través de los años ha ido fundiendo el metal de mil y una maneras, con formas una y otra vez corregidas para presentar algo con pasión y ... profunda ilusión ese es Abel Portilla. El maestro fundidor de campanas de Gajano, al frente de una empresa familiar que se ha especializado en la construcción y restauración artesanal de campanas y carillones, ha sido galardonado en una de las categorías de los VII Premios nacionales de las Artes de la Construcción. Los galardones, acompañados de la inauguración de la exposición 'Patrimonio Vivo', se entregarán el próximo 1 de junio en el Museo de Santa Cruz de Toledo. El galardonado en la categoría de trabajos del metal es el maestro cántabro «por su trabajo en las campanas de Gajano».
Los Premios de las Artes Driehaus están dotados con 54.000 euros. Los galardones nacieron con «una vocación clara, recuperar y dar valor a disciplinas al borde de la extinción debido al abandono de los antiguos oficios sin los que nuestra arquitectura histórica no podría existir». Además, estas profesiones y este modo de hacer tienen gran importancia en la preservación del medio ambiente, ya que «trabajan fundamentalmente con materiales naturales, reutilizables, duraderos y no contaminantes».
Portilla se inició en el oficio a los trece años, junto a su abuelo. Entre las enseñanzas que le transmitió la más significativa y que le diferencia de otros maestros es el arte de fundir campanas a pie de torre. Abel ha fundido cerca de 5.000 campanas y carillones, tanto en España como internacionalmente. En la actualidad, además de seguir trabajando en su taller de Gajano se ha embarcado en el proyecto de crear una escuela de formación de fundidores de campanas en Vierna.
La exposición 'Patrimonio Vivo' tiene como objetivo mostrar al visitante que «es posible construir ciudades de manera sostenible, respetuosa con el medio ambiente, agradable para sus habitantes y a su vez construida con materiales duraderos y biodegradables». La muestra recoge los trabajos de los ganadores de los Premios de estos siete años, además, los visitantes podrán disfrutar de talleres y charlas de los propios artistas.
Estos premios son convocados por Intbau (International Network for Traditional Building, Architecture and Urbanism) y el Premio Rafael Manzano de Nueva Arquitectura Tradicional, con la colaboración del Ministerio de Cultura, a través de la Dirección General de Bellas Artes, y el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España.
Abel Portilla, maestro campanero, recibió el reconocimiento 2020 del Grupo Alceda. Cantabria ha sido cuna de campaneros, procedentes la mayoría de Siete Villas. Portilla siempre asumió su profesión como «un proyecto de defensa y salvaguarda de las campanas como cultura de un sonido milenario», lo que supone un proyecto, una vida dedicada a la salvaguarda del Patrimonio Histórico.
Portilla fue premiado por «su persistencia en un oficio tradicional y mantener los procesos tradicionales de su oficio, en contra de la industrialización dominante; y por su talante y sensibilidad, siendo capaz de fundir campanas que suenan en el tono y la nota musical elegida». También «por su generosidad» al depositar su colección de campanas en el Museo de las Campanas en Meruelo, y haber recreado un horno tradicional en su casa familiar de Vierna, donde cada año convoca encuentros internacionales de fundidores y tañedores, extendiendo así el conocimiento y la belleza de su oficio. Por una «actitud y trayectoria profesional» que le han convertido en casi el único especialista en su oficio, reconocido internacionalmente. Entre sus trabajos, una campana de 5.000 Kg instalada en la Basílica de San Plechelmus, en Oldenzaal, Países Bajos; o la destinada a la Abadía San Víctor de Marsella y la realizada para una iglesia nueva en Nueva Guinea. Portilla ha destacado por «vivir para y de un oficio tradicional, respetando el conocimiento y la manera de hacer, y por querer siempre seguir aprendiendo y mejorando», representando «un modelo en su forma de estar en la vida».En San Bartolomé de Vierna, Meruelo, en la antigua fundición de sus ancestros, ha recreado un horno tradicional donde el visitante puede ver cómo se funde una campana y cómo se trabajan los metales además de un sin fin de procesos artesanales del oficio de campanero.
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