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A Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978) se le escapan risas y tacos como si hablar de escribir fuera un partido con amigos y camisetas desgastadas. Responde desde Pontevedra. «En un rato cojo el avión», dice, pero ese rato lo mide en realidad el número de palabras ... que caben en esta página, y no todo lo que es capaz de contar de su nueva novela, 'Miss Marte' (Alfaguara): una investigación periodística sobre la desaparición de una niña 25 años atrás en un rincón ficticio de Costa da Morte.
La dualidad del entrevistador entrevistado no invalida su querencia por la charla de toque corto y frase larga como si la verdad estuviera justo después de una coma. En su novela, esa verdad está en el punto final.
-Antes de empezar, déjeme que lea este fragmento de Berta, la periodista que hace el documental: «Tengo treinta años y ya habré dado más de cincuenta entrevistas. Creo que no dije la verdad en ninguna. A veces tenía ganas, pero veía la cara del periodista y se me pasaba». ¿Juego con ventaja al hacer la entrevista por teléfono?
-Soy lo contrario de Berta así que, ¡juegas con desventaja! No, en serio, me cuesta un mundo mentir, aunque sea una mentira intrascendente. Me enredo, y si no hay ningún jardín que pisar, lo riego para poder pisarlo después. Me enredo mucho y es imposible que una persona que se enrede tanto como yo no diga la verdad.
-¿Qué entiende por verdad?
-A estas alturas buscas la verdad en la profundidad de las personas; no tanto en lo que hacen como en lo que sienten, sus emociones. A veces hay personas que están haciendo cosas que no obedecen a su instinto sino por una cuestión de estar bien o de acuerdo con la sociedad, pero al crecer uno prefiere las personas naturales. No te digo que nos despojemos de esa leve roña de hipocresía que nos hace la vida más civilizada a todos, pero las falsas modestias y convenciones por quedar bien se hacen mucho menos tolerables cuando creces.
-Santi y Mai, pareja central de la trama, mueven al lector a recordar su primer amor, como si fuera un meridiano desde el que se mide la vida que viene después: ¿la verdad es ese amor?
-Creo que el amor es de las pocas verdades científicas que tenemos. Una historia de amor puede ser muy peligrosa y ellos lo reconocen porque puede justificar cualquier crimen. Me parece que sí, que es una verdad espléndida. El padre de Santi dice en el libro que el amor es ponerte a 300 kilómetros por hora y que si te sales de la carretera o te despistas un momento te matas: no sales herido o magullado, de un amor así sales muerto. Como verdad tiene un doble filo, pero es un doble filo muy atractivo, no conozco a nadie que no quiera enamorarse.
-¿Se escribe mejor cuando uno está enamorado?
-No lo sé, pero seguro que escribes más feliz. Hay una historia muy bonita de por qué Scott Fitzgerald publica su primer libro. Estaba enamorado de Zelda Sayre, pero para su familia él era poca cosa, así que se propone escribir y convertirse en el mejor escritor de su generación en Estados Unidos, que no es un pueblecito. Con 24 años publica 'A este lado del paraíso' y se convierte en un fenómeno. La escribió completamente enamorado pero también enfurecido para demostrar algo. Es algo legítimo, y si escribes para conquistar a alguien que te guste, alguien que sientas que pueda acercarse a ti o te pueda admirar si escribes determinadas cosas puede ser un combustible precioso. Pero en mi caso, si alguien me dice 'te querré si eres importante' le mando a tomar por el culo, como si tuviéramos que esperar al Premio Nobel para tener la primera cita. No me interesan esa clase de amores, y menos viendo cómo le salió al final a Scott Fitzgerald.
el periodista
-No escribe para conquistar a los demás, pero hay un intento de conquistarse a uno mismo.
-Hay un intento de conocerme. Expreso mucho mejor ciertas emociones y tengo opiniones sobre ciertas cosas que yo no sabía que tenía cuando las escribo, no cuando las pienso. En el momento que estoy escribiendo, me doy cuenta de que mi sinceridad no tiene nada que ver; es más limpia, transparente y profunda que la que puedo tener en mi modo de conducirme por la vida si no estoy delante de un folio. Hay más verdad en 'Malaherba' o 'Miss Marte' que en cualquier conversación o discusión que puedo tener con mis amigos. Me conozco mucho mejor cuando escribo, por eso intento no escribir tanto.
-Pues le está saliendo un poco mal lo de no escribir tanto...
-Tampoco es cuestión de conocerse demasiado, que luego pierdes la emoción. Hay que dosificarlo para que uno se descubra a sí mismo cosas nuevas, imagínate que ya me tengo agotado: me daría un poco de miedo.
-Ventín, el director del periódico que cita en su novela, odia la actualidad. Es un antihéroe en tiempos de apretón informativo. ¿Cuál es su relación con la actualidad, hay tiempo para la verdad?
-Mi relación con la actualidad es muy cansina. Tengo la ventaja de poder hacer o no hacer en determinados momentos, si no me lo encargan. Intento rehuir de los asuntos que más me cansan y tengo que esa libertad. ¿Tiempo? Parece que cada vez hay menos, también hay personas que necesitan lecturas más reposadas y de velocidad muy inferior que las noticias que ofrecemos a toda hostia y reconozco un público que se pasa toda la semana leyendo temas larguísimos, y ese tipo de lector nunca va a fallar.
el escritor
-De la infancia de 'Malaherba', a la adolescencia de 'Miss Marte', avanza en la línea del tiempo mientras crece como novelista.
-Hay una intención, sí. No es casual la elección del título con 'M' ni un tipo de portada muy parecida. No voy a decir que estoy aprendiendo, pero desde luego no soy un novelista experto ni veterano, pero hay una línea provocada que desembocará, si las cosas no se tuercen, en una tercera historia en la que la edad de los protagonistas será superior a la de los otros dos. Me lo plantee escribiendo 'Malaherba': con tres novelas publicadas cada dos años terminaría una especie de rápida pretemporada de ficción para saber qué historias o qué narraciones quiero hacer, qué quiero hacer con mi vida escribiendo. Pero estas dos novelas no son novelas de prueba, son las dos novelas que mejor supe hacer en el momento en que las escribí.
-Y como periodista, ¿cómo lee a los demás, los escruta, los juzga, los analiza?
-En silencio y solo, y como si fuera un editor, que es un trabajo que nunca he realizado en un periódico y es de lo mejor que hago: leer, cortar, cambiar palabras, aquí sobran adverbios, aquí adjetivos. Leo con el colmillo retorcido porque aprendo mucho de los que son mejores y de lo que no hay que hacer: otra cosa no he hecho en mi vida que leer periódicos. No soy un cabrón, no cuelgo capturas en ninguna red social, ni llamo a nadie para reírme: leo en soledad, comiendo, abro el periódico y me doy un festín, y me empacho más con el periódico que con la comida.
-Espero que no lea esta entrevista con un boli rojo...
-No, jajaja. Confío en ti.
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