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El diálogo entre la ciudad y el puerto es uno de esos latidos invisibles que marcan la historia de Santander. Mar y tierra en un pulso de espacios acotados. Bahía y ciudad en una interrelación geográfica, paisajística y emocional. El Palacete del Embarcadero, quizás el icono más representativo desde mediados de los ochenta de la interacción y comunicación entre espacios, límites y lugares simbólicos de ese ecosistema, acoge precisamente una de las rúbricas de la conmemoración de los 150 años de la Junta del Puerto. Anteriormente la fotografía, los documentos, la interpretación libre e ilustrativa de un artista y diseñador como Javier Mariscal propiciaron sucesivas miradas expositivas sobre lo portuario, urbano, ciudadano, cultural y patrimonial. En esta transición entre el pasado año y este 2023, se muestra un itinerario expresivo y representativo de las huellas visibles e históricas que han alimentado esa relación indisoluble entre la ciudad y el puerto. Fotografías y planos, primordialmente, montajes comparativos entre épocas y proyectos, y una escenografía que recrea y evoca el paisaje activo portuario a la vez que sirve de metáfora de construcciones y deconstrucciones –entre cajas de madera y cajas de luz o vitrinas incrustadas– configuran 'En primera línea'.
Muelles frente a la
ciudad, en constante
transformación.
Vista aérea
de los Jardines
de Pereda.
Samot. Muelle de Albareda
con el Tinglado Maura,
en 1935.
Planos e imágenes de la
icónica grúa se exhiben
en el Palacete.
Vista aérea desde los Jardines de Pereda.
Al fondo, el Muelle de Albareda,
con los barcos atracados.
Muelles frente a la
ciudad, en constante
transformación.
Vista aérea
de los Jardines
de Pereda.
Samot. Muelle de Albareda
con el Tinglado Maura,
en 1935.
Planos e imágenes de la
icónica grúa se exhiben
en el Palacete.
Vista aérea desde los Jardines de Pereda.
Al fondo, el Muelle de Albareda,
con los barcos atracados.
Muelles frente a la
ciudad, en constante
transformación.
Vista aérea
de los Jardines
de Pereda.
Samot. Muelle de Albareda
con el Tinglado Maura,
en 1935.
Planos e imágenes de la
icónica grúa se exhiben
en el Palacete.
Vista aérea desde los Jardines de Pereda.
Al fondo, el Muelle de Albareda,
con los barcos atracados.
Muelles frente a la
ciudad, en constante
transformación.
Vista aérea
de los Jardines
de Pereda.
Samot. Muelle de Albareda
con el Tinglado Maura,
en 1935.
Estudio para un cierre del Puerto de Santander. Croquis, 1971. Una propuesta del arquitecto santanderino Ricardo Lorenzo.
Planos e imágenes de la
icónica grúa se exhiben
en el Palacete.
Vista aérea desde los Jardines de Pereda.
Al fondo, el Muelle de Albareda,
con los barcos atracados.
En esos vasos comunicantes existe una historia común reflejada en los espacios y edificios que se han ido convirtiendo en símbolos de la identidad marítima, y que forman parte ya del patrimonio cultural. Algunos de ellos perviven, varios han desaparecido y otros no llegaron a ser más que una idea. 'En Primera Línea' presenta destacadas edificaciones realizadas en ese periodo de 150 años, en el denominado frente portuario, en el que ambos espacios confluyen y, finalmente, conviven.
La exposición abarca un amplio recorrido espacial y temporal, desde 1872, a través de la icónica Grúa de Piedra, pasando por los tinglados industriales o el propio Palacete del Embarcadero. «Un reflejo de los grandes cambios con un punto de vista centrado en lo urbanístico y arquitectónico». La propuesta pretende así «mostrar y difundir imágenes y planos de gran interés, desconocidos por los ciudadanos». Todo ello fruto de los fondos históricos del Servicio de Documentación de la Autoridad Portuaria de Santander. Antes de iniciar sus obras de remodelación (aún sin fecha de inicio, no antes del verano) el Palacete exhibe la huella gráfica de varias de esas edificaciones. Un paisaje en mutación, desde finales del XIX hasta la actualidad, que pone el foco en lo urbanístico y arquitectónico. Construcciones que también han cambiado la fisonomía de la ciudad en su convivencia. Los fondos inéditos del Archivo de la APS alimentan este nuevo dibujo de la identidad urbana, marítima y portuaria surgida de ese lazo histórico. Una muestra comisariada por Pedro Fernández Lastra y Miguel Losada.
La antigua lonja imponente; la planta y alzado y primeras imágenes de lo que sería la Grúa de piedra, en un documento de 1897; el diseño del actual Real Club Marítimo y la propuesta, en paralelo, diseñada apenas unos años antes. La urbanización, a modo de cierre del puerto, en torno a la Estación Marítima, o el propio interior original del Palacete del Embarcadero, con sus variantes decorativas de azulejos, una lámpara central o la lista de materiales, su peso y las unidades que se utilizaron en la construcción. El Servicio de Documentación de la Autoridad Portuaria y el Centro de Documentación de la Imagen de Santander (CDIS) han propiciado este preciso mapa en el que confluyen lo icónico, la evocación y la recreación. Lo que es, lo que se perdió y lo que pudo ser. Tras ese proceso de cambios se revela la propia evolución de Santander: la modernización y ampliación de sus instalaciones, para acoger e impulsar el incesante tráfico de barcos y mercancías que salían o llegaban de las colonias. La construcción de un nuevo muelle en dirección a la boca de entrada de la Bahía, rompió la muralla medieval, posibilitando el asentamiento urbano sobre los terrenos ganados al mar. El espacio, situado entre el borde de la antigua muralla y Molnedo, fue organizado mediante un sistema de calles paralelas y perpendiculares al mismo, a modo de retícula ortogonal.
Palacete 'En Primera Línea'. Hasta el 15 de enero. Martes a sábado 11.30 a 13.30 y 17.00 a 20.00. Domingo, 11.30 a 13.30.
Ya, a mediados del siglo XIX, dadas las expectativas de crecimiento de población y del tráfico marítimo, se ejecuta una nueva ampliación del Puerto y la Ciudad: el Ensanche de Maliaño. Y entre los proyectos surgen las curiosidades en el tiempo como la planteada en los 70 por el arquitecto santanderino Ricardo Lorenzo, autor entre otras edificaciones de la Estación Marítima, cuando ya propuso unos Jardines de Pereda que se situaban por encima de la carretera. Javier Riancho, Gonzalo Bringas, Ricardo Sáinz son otros de los artífices que se asoman en esta geografía en construcción casi permanente. La exposición, que certifica lo polivalente y cambiante del espacio portuario, traza un itinerario real y otro imaginario en lo geográfico y en lo temporal. Patrimonio, rehabilitación, historia, testimonios gráficos, de La lonja de los 50 a la Nave Sotoliva del Barrio Pesquero, pasando por los Tinglados de Molnedo. La muestra, bajo diseño y producción técnica de Pizzicato, ha contado con colaboraciones del Coacan y CDIS, y archivos familiares, Fundación Botín, Fundación Fisac, estudios de arquitectos como De La Fuente, Junquera, Pesquera y Asociados, Riancho+Herrero, más las aportaciones de Luis Sazatornil, José Antonio Torcida y Javier Vila.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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