La programación de otoño-invierno del Palacio arranca el jueves con un espectáculo de danza

'The Marceline' llega el jueves al Palacio de Festivales con la compañía de danza Marcos y Marco que cuenta con el apoyo de la Compañía Nacional de Danza, Theatre Toursky Marsella y Ecole Superieur National de Danse de Marseille. Con dirección de Omar Taiebi y música de Chopin y The Caretaker, entre otros, relata la vida de Marcelino Orbés, un artista natural de Jaca (Huesca) que se consagró como el mejor payaso del mundo. Triunfó en Londres y Nueva York y llegó a ser una figura clave del entretenimiento de masas y un referente para artistas como Charles Chaplin. Payaso, clown, acróbata y cómico, Buster Keaton afirmó que era «el payaso más grande que jamás vi».

Nacido en Jaca (Aragón), recorrió primero España, después Europa y dio el salto a Estados Unidos con su humor. Cayó en el olvido y se suicidó a principios de noviembre de 1927, en una habitación de hotel. Aunque su figura estuvo olvidada durante décadas, en los últimos años 'Marceline, the clown', como era conocido, está siendo recordado con trabajos audiovisuales, libros y reconocimientos como la obra que se representará el jueves en la sala Pereda del Palacio de Festivales (20.30 horas).

La compañía de danza Marcos y Marco pretende rendir homenaje no solo a Marcelino sino a todos los artistas de finales del siglo XIX y principios del XX que no consiguieron adaptarse a las nuevas tendencias artísticas de la época.

'The Marceline' es un proyecto con una fuerza natural en el que el personaje de Marcelino es la estrella, pero por encima de todo está el olvido infinito de la profesión y los medios a este inmenso artista que sucumbió a un cambio de época con la llegada del cine, se quedó colgando de un cable que no supo negociar. Marcelino Orbés nació en Jaca (Huesca), en 1873 y a los seis años ya formaba parte del mundo del circo. Actuó en Barcelona, Ámsterdam y Londres, pero fue en Nueva York donde se consagró como «el mejor payaso del mundo». Llegó a ser una figura clave del circo, pero cayó en el olvido y terminó por quitarse la vida, solo y arruinado, en una habitación de un hotel de Manhattan. Su muerte, en noviembre de 1927, apareció en The New York times y The Washington Post.

En Londres llenaba teatros y en Nueva York actuó en el más importante de la ciudad, el Hippodrome. Llegó a trabajar con Houdini, pero el cine, el jazz y otros entretenimientos eclipsaron el circo y cayó en desgracia. No fue capaz de adaptarse al estilo y el humor de los nuevos tiempos.

Con coreografía y dirección de Marcos Marco, en 'The Marceline' se subirán al escenario del Palacio los bailarines Juliette Guiraud, Gen Isomi, Juliette Jean, Hinako Maetani y Claudia Sportelli. El espectáculo, de 55 minutos de duración, cuenta con el apoyo de la Compañia Nacional de Danza, Theatre Toursky Marsella y Ecole Superieur National de Danse de Marseille.

La programación semanal del Palacio de Festivales continuará el viernes con música clásica. La soprano Raquel Andueza y la agrupación musical La Galanía interpretarán un programa, 'La Vendetta', que rinde homenaje a la también soprano y compositora barroca Barbara Strozzi. Junto a Andueza, sobre el escenario del Palacio de Festivales estarán Pablo Prieto (violín), David Mayoral (percusión), Manuel Vilas (arpa doppia), Pierre Pitzi (guitarra barroca) y Jesús Fernández Banea (tiorba). Ellos forman La Galanía, premio GEMA al mejor grupo de música barroca de 2014 y al mejor CD por 'Pegaso'. Es una de las formaciones especializadas más importantes del panorama musical español, que fundaron Raquel Andueza y Jesús Fernández Baena en 2010.

El recital servirá de homenaje a Barbara Strozzi, que nació en 1619. Era hija adoptiva del juez, libretista y poeta Giulio Strozzi, uno de los eruditos más importantes de la Venecia del Seicento. Su madre biológica era una sirvienta de la casa de los Strozzi. Su padre adoptivo le procuró la mejor de las educaciones y tuvo la fortuna de ser alumna de los grandes compositores de la época, desde Francesco Cavalli a Antonio Cesti. Giulio Strozzi fundó la Accademia degli Unisoni y la pequeña, a los 15 años, era ya invitada a interpretar sus propias composiciones, la mayoría con textos escritos por su padre.

La soprano Raquel Andueza será la encargada de poner voz a Strozzi. Nacida en Pamplona, su formación musical comenzó cuando tenía seis años. Ha actuado como solista en los principales festivales y auditorios del todo el mundo y en 2012 debutó en el neoyorquino Carnegie Hall y en los Proms londinenses.

La nueva temporada otoño-invierno del Palacio de Festivales se compone de 42 espectáculos en los que aparecen nombres como el violinista Vadim Repin; las actrices Lola Herrera, Blanca Portillo o María Hervas; los actores Gabino Diego, Santiago Segura o José María Pou; el musical 'Annie'; el Ballet du Capitole de Toulouse; el pianista Juan Pérez Floristán; la instrumentista barroca Christina Pluhar o la bailaora Olga Pericet, entre otros muchos.

Será una temporada en la que el teatro sigue teniendo un gran empuje; la música clásica contará con la presencia de destacados intérpretes internacionales y la danza gana fuerza con sus espectáculos más contemporáneos sin perder la belleza de las disciplinas más clásicas. Esta será también la temporada en la que recalarán los musicales 'Annie' y 'Jekyll & Hide'; volverán los conciertos de pop con Morgan, que acerca a Cantabria un nuevo disco y, sobre todo, esta será la temporada en la que el circo entrará con fuerza en la programación. Precisamante la próxima semana llegará a Santander el musical 'Jekyll & Hide', con dirección artística de Tomás Padilla y dirección musical de César Belda. El musical, basado en la novela 'El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde', de Robert Louis Stenvenson, es una historia de intriga que se adentra en la dualidad primaria del hombre que lucha entre la razón y el instinto, entre el bien y mal que habita en cada uno de nosotros.

La temporada finalizará el 15 de febrero con la agrupación de música antigua L'Arpeggiata que dirige Christina Pluhar y que representa un «ejemplo de que la música antigua se puede reinventar».