Borrar
Numeroso público arropa a Los Hombres G durante un concierto en el Palacio de Deportes. ¿Volverá a repetirse una imagen así? ROBERTO RUIZ
El público ya demanda disfrutar de la cultura en vivo

El público ya demanda disfrutar de la cultura en vivo

El sector teme encontrar las salas y espacios vacíos y el espectador sueña con la vuelta de una oferta regulada

ROSA M. RUIZ

Martes, 28 de abril 2020, 07:19

La vida cultural tal y como la conocemos ahora, cambiará en los próximos meses. Conciertos en salas grandes y pequeñas, proyecciones en cines, representaciones teatrales... serán, o al menos eso es lo que perciben programadores y creadores, las últimas actividades en celebrarse en un país que clama por volver a la normalidad y dejar atrás la pesadilla del coronavirus. La incertidumbre por la vuelta, en qué condiciones y con qué medidas de seguridad trae de cabeza estos días a la mayor parte del sector, que también se cuestiona cuál será la respuesta del público. ¿Volverá a las salas? ¿Tendrá miedo a volver a reunirse en un mismo lugar y a escasos centímetros de otras personas? ¿Estará dispuesto a pagar por volver a ver actuaciones en vivo después de un tiempo en que se dispone de tanto tipo de ocio cultural de manera gratuita y sin salir del salón de casa?

Estas son algunas de las preguntas que repiten músicos, actores, directores de cine, coreógrafos, programadores... cuando se les pregunta por su futuro más inmediato. Esperan la respuesta de sus espectadores y El Diario ha querido hablar con diez de ellos, asiduos a las distintas actividades que se ofrecen en Cantabria, para conocer cuáles son sus principales preocupaciones. Y ¿saben qué? Que ellos también viven con incertidumbre y pendientes de calendarios contando los días para volver a disfrutar de sus aficiones. Que no tienen demasiado miedo a posibles contagios y hasta están dispuestos a hacer un pequeño esfuerzo económico y pagar un poco más en las entradas con tal de poder aplaudir a la cara a todos aquellos que les hacen la vida un poco más agradable.

«Estoy deseando volver a pisar una sala de cine, no seré de las que tenga miedo al contagio»

Marisol Benito | Profesora de lengua jubilada

Marisol Benito es una profesora de Lengua y Literatura jubilada que acostumbra a ir dos días a la semana como mínimo al cine. La sala que más frecuenta es la de los Groucho en el centro de la ciudad, pero también se la puede encontrar en el cine Los Ángeles o en Carrefour «y ya me he aburrido de ver películas en casa. Estoy deseando volver a sentarme en una butaca y disfrutar de una proyección en una pantalla grande», afirma.

Supone que la vuelta aún tardará un poco y que las condiciones no serán las mismas. «Posiblemente habrá que tomar nuevas medidas de seguridad y que habrá más asientos libres, pero estoy dispuesta a cumplir con todas las condiciones que se me pongan para volver», afirma.

«Ahora vemos muchas películas en casa, pero nada comparable con estar en una sala de cine»

Javier Collantes | Crítico de cine

Otro gran cinéfilo es Javier Collantes. Crítico de cine y colaborador radiofónico, conoce las crisis que ha sufrido el sector y prevé que esta le va a azotar de lleno. Pero es positivo. «El cine es un arte que lleva tantos años acompañándonos y ha pasado tanto, que no creo que el coronavirus acabe con él», asegura al tiempo que se deshace en explicaciones sobre las grandísimas diferencias que hay entre ver una película en una sala y en una pantalla del ordenador.

Collantes es de los pocos que se atreve a dar una fecha. «Yo creo que en octubre o noviembre vamos a volver a recuperar los cines» y, si se le pregunta si estaría dispuesto a pagar un poco más por adquirir una entrada, reconoce que eso le obligaría a elegir y a lo mejor a no asistir a tantas proyecciones, pero que lo acataría con agrado. «Pero sinceramente, no creo que haya que llegar a esa medida».

«Cantabria le debe su prestigio cultural al FIS, y los dirigentes políticos deberían ayudarle»

Manuel Labrador | Psiquiatra

El psiquiatra Manuel Labrador forma parte de la asociación Amigos del FIS por lo que no es difícil adivinar que no va a dejar de comerse las uñas hasta que no se sepa qué va a pasar este verano con el Festival. Aunque también acude a muchas de las actividades que se programan en el Palacio de Festivales, afirma que «Cantabria le debe su prestigio cultural al FIS y que, por lo tanto, debe hacer todo lo posible por no perder esta joya». Como el resto de entrevistados, señala que acatará todas las normas de seguridad que se exijan y como psiquiatra recuerda a los dirigentes políticos que esta pandemia va a dejar muchas secuelas y que la cultura será la mejor medicina para paliarlas. «Como todo el mundo escucho mucha música en casa, pero no se puede comparar al placer de vivirla en directo».

«El teatro es una asamblea comunitaria y no me acostumbro a verlo a través de una pantalla»

Pablo Gándara | Licenciado en Humanidades

El que no está dispuesto a ver representaciones teatrales o de danza en su domicilio es Pablo Gándara, un licenciado de Humanidades, asiduo de las salas de la región, de Bilbao y Madrid o donde haga falta. «Tenía compradas entradas para ir a Gante a mediados de junio a ver bailar a Sidi Larbi Cherkaoui», dice.

Gándara reconoce que por muy mal que pinten las cosas no cree que las representaciones teatrales corran peligro «porque es un arte indestructible». Pero sí le preocupa la sostenibilidad económica de muchas salas. «El teatro es una escuela que evita certezas. Ya veremos que pasa», asegura. Y no ve las representaciones teatrales en internet porque tiene muy claro que es un acto asambleario y que en esas funciones online echa en falta la sensación comunitaria. «Me temo que la cultura saldrá malparada de esta porque como diría Nuccio Ordine no se acaba de ver la utilidad de lo inútil».

Espectadores más voraces

«Ponlo así: Tengo mono de eventos», asegura Federico San Miguel al otro lado del teléfono. A este perito industrial químico no le dan de sí los días para asistir a todo lo que querría: Palacio de Festivales, Ateneo, Centro Botín, Festival Internacional de Santander, presentaciones en la librería Gil, cine... No hay acto cultural por el que este jubilado no asome la cabeza. Así que reconoce que lleva este confinamiento «fatal». «Ahora mismo tendría que estar saliendo de casa para ver a David Broncano en el Palacio», dice. Tampoco tiene mal plan: en su lugar se dispone a encender el ordenador y seguir una retransmisión de la ópera 'Otelo' en la página web del Teatro Real.

«Tengo mono de eventos culturales y habría que ayudar al sector para que no desaparezcan»

Federico San Miguel | Perito industrial químico

¿El futuro cultural? Federico San Miguel cree estará condicionado por nuevas medidas de seguridad, que habrá que acostumbrarse a ver butacas vacías para guardar esa distancia prudencial y que el sector se verá afectado: «Me temo que las autoridades destinarán sus recursos a cosas que considerarán más prioritarias». Por su parte, afirma que cuando esto acabe ahí estará como siempre, porque no tiene miedo a posibles contagios: «Me sentaré en el asiento que me toque sin rechistar y si hay que pagar un poco más para ayudar al sector, lo haré aunque tenga que reducir el número de salidas».

«Aquí la mayoría del público somos gente mayor y costará renovarlo»

concepción Rodríguez Guillén | Amiga del Centro Botín | Jubilada

El testimonio de Concepción Rodríguez Guillén es bien parecido. Como Federico San Miguel sus gustos culturales abordan todos los campos, desde las conferencias a los conciertos pasando por una buena obra de teatro. Así que «este confinamiento me está sentando fatal. Ando por casa con una cara de acelga...» bromea. Está resignada a «que antes de septiembre no voy a poder ir a ningún lado» y teme que a la vuelta «habrá que dejar una butaca libre entre cada espectador». Amiga del Centro Botín, lugar donde ha encontrado un gran abanico de actividades, lo que más le preocupa es la regeneración del público. «Hay que reconocer que la mayoría del público, al menos los que tenemos abono, ya somos mayores, así que si dejamos de ir nosotros no sé qué va a pasar con la cultura en esta región».

«Tengo ganas de volver a ver espectáculos, pero antes quiero conocer las medidas de seguridad»

Cristina Benito | Funcionaria | jubilada

Otra de esas jubiladas con hambre de cultura es Cristina Benito, que pasa la cuarentena leyendo y viendo películas a la espera de que se reabran las salas de la región. ¿Tendrá miedo a reencontrarse con tanta gente y tan pocos metros de distancia? «Depende de como se organice ese regreso. Si al final sigo en casa no será por falta de ganas de salir, pero cumpliré a rajatabla lo que digan las autoridades sanitarias», confirma.

«Los programadores van a tener que hilar muy fino para que la vida cultural vuelva a la realidad»

Pedro Revilla | Procurador de los Tribunales

También Pedro Revilla, un procurador melómano y por lo tanto habitual del Palacio de Festivales, del FIS y del Casyc, se ha resignado a escuchar música en Youtube «porque me temo que las actividades culturales serán las ultimas en retomarse», señala. Es por ello por lo que está convencido de que cuando eso ocurra «ya habrá pasado la pandemia y será muy difícil contagiarse». Su preocupación, por tanto, está más relacionada con «el encaje de bolillos» que tendrán que hacer los programadores para ofrecer los espectáculos. «Supongo que en la sala Argenta del Palacio no habrá muchos problemas si hay que dejar distancia, pero la Pereda es bien pequeña y eso a lo mejor hace que se doblen el número de funciones por cada espectáculo».

«Temo que se encarezcan los precios de los conciertos. No sé si podré pagarlos»

Lucía Ruiz | Estudiante de Económicas

En otro mundo cultural viven Lucía Ruiz y Lara Hernández. Son amigas y universitarias y estos días lloran la cantidad de conciertos al aire libre que se van a perder. «Esperamos todo el año el festival de Semana Grande en Santander y este me parece que nos vamos a quedar con las ganas», lamenta Lara Gándara quien también sufre por las dificultades económicas que atravesarán las salas pequeñas. «Espero que no tengan que cerrar», dice.

A su amiga Lucía Ruiz le preocupa el precio de las entradas. «Para nosotras supone un esfuerzo ir a todos los conciertos que queremos y ya nos vemos obligadas a elegir por no poder pagarlos, así que si suben mucho, tendremos que ir a muchos menos», dice. «Pero iremos», reconocen al unísono, «el coronavirus no va a acabar con el público», concluyen.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes El público ya demanda disfrutar de la cultura en vivo