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Blanca del Barrio nació en Burgos y a los 20 años se marchó a París para estudiar teatro. Alumna de Marcel Marceau, trabajó con las ... compañías de Arianne Mnouchkine y de Philippe Genty. Es licenciada en artes escénicas por la Universidad de La Sorbona y desde 2004 trabaja en Escena Miriñaque, compañía para la que ha escrito y dirigido más de veinte montajes. Hoy estrena en el Teatro Casyc de Santander 'Crónicas de días enteros, de noches enteras', un texto de Xavier Durringer que le cautivó desde el minuto cero. Son 26 escenas donde aborda las relaciones humanas y la violencia machista, «un tema ante el que no me puedo callar», declara quien piensa que el teatro no sólo debe entretener, también debe ser un reflejo y espejo de la sociedad.
-¿Qué llamó su atención cuando leyó el texto de Xavier Durringer?
La obra 'Crónicas de días enteros, de noches enteras' es un texto de Xavier Durringer con creación y dirección de Blanca del Barrio.
Los actores Yolanda González, Iria Angulo, Nacho Haya y Antonio Fernández.
El momento Hoy, a las 20.30 horas, en el Teatro Casyc.
-Este autor tiene un lenguaje y una forma de escribir brutal y visual. En sus pequeñas narraciones capta la esencia de lo que está pasando, te lo presenta y no te da más soluciones. Esta brutalidad del texto y la cercanía del lenguaje llega al lector como un mazazo. En cada crónica, todo entra suavemente hasta que llega el zasca que te presenta la realidad de la violencia o demuestra lo pardillos que somos.. Esto es lo que más me llamó la atención, su inmediatez y su forma visual de escribir.
-¿Cómo ha sido el proceso de adaptar el texto al castellano?
-El proceso ha sido largo. Traduje 78 crónicas que finalmente se han quedado en 26. No sólo es traducir, un simple trabajo de semiótica, sino adaptar el lenguaje parisino de los años noventa a un lenguaje de calle actual.
-¿Qué tiene de especial este montaje?
-Hay dos cosas que considero necesarias. Primero, que el teatro tiene que ser reflejo y espejo de la sociedad. Tenemos que servir para algo más que entretener, también debemos decir algo a la sociedad. Así hice con mis trabajos anteriores -'Iglú' o 'Cartas de las golondrinas', entre otros-. Cada creación aborda un problema actual. Ahora me interesa decir que hay noticias que escuchamos de forma banal, como los asesinatos por violencia machista que van a más... Y yo no me puedo callar ante esta situación. ¿Cómo hacerlo? Yo no quiero ser pedagógica, sino que presento una situación para sensibilizar al público. Para ello utilizo la belleza, aunque es difícil conjugarla con algo tan feo y horrible. Creo que la belleza es la llave del alma, sensibiliza... Por eso, he utilizado una estética superdepurada, hipnótica y dentro he colocado el tema.
-¿Tiene moraleja?
-No hay moraleja, cada uno saca su conclusión. Si hiciera moraleja estaría llevando el teatro a un campo educativo o levantando una bandera y yo no levanto banderas. Presento un tema que me parece necesario y acompaño al público en el teatro. Nadie sale cómodo de este espectáculo y algo cambiará en ellos. El trabajo ya lo hice y cada uno sacará su propia conclusión. Yo presento, denuncio, sensibilizo y propongo un cambio que es posible.
-¿Qué es Miriñaque? ¿Cuál es vuestro sello?
-Es teatro contemporáneo, de autor vivo. Es contemporáneo en la forma de expresarlo, porque no recurrimos a los artilugios teatrales. Somos voces que hablan y damos una importancia grande a la escenografía que debe ser flexible y sugerente. No es plantar un castillo y dejar que pasen cosas, sino que plantamos algo abstracto que cuando arranca la obra empieza a sugerir otros temas.
-¿Cómo surgió la compañía?
-Ya llevamos 18 años en el panorama teatral, hemos alcanzado la mayoría de edad. La compañía ha producido ya más de 20 montajes presentes en festivales nacionales e internacionales y otros diez de pequeño formato para proyectos locales. En la actualidad, cuenta con ocho espectáculos en repertorio. Y tenemos también la escuela de Miriñaque, que es una cantera importante de actores. Vamos casi a una producción por año para cualquier tipo de público, de bebés a los adultos. A los niños no les pongo colorinchis y narices rojas, sino que les ofrezco la misma posibilidad de contemplar la belleza hablando de cielos nuevos y nubes iluminadas por un sol y un arco iris... Y a los adultos les hablo del problema cruel que vamos a dejar a nuestros hijos.
-¿Que le atrapó del teatro?
-El teatro es la capacidad de poder suplantar a otro yo que hable tanto de mí como yo no me atrevo a hacerlo.
-Actriz y directora, ¿con qué se queda?
-Ahora con la dirección. Ya estuve muchos años en la escena, con Marcel Marceau con quien trabajé en los grandes y pequeños teatros de todo el mundo. Fue un gran maestro y todavía sigue siendo mi fuente de inspiración y en todos mis trabajos hay algo suyo.
-Y a un buen texto, ¿qué le pide?
-Inmediatez. No andarnos con florituras y rodeos porque tienes una hora y diez minutos para contar una historia. Es difícil escoger una palabra que diga lo que dice y deje suponer algo más. Aquí está el arte.
-¿Cree que el teatro se le valora en su justa medida?
-Si valorar es en función del número de gente que acude al teatro en comparación con los que van al fútbol o a un concierto, por supuesto que siempre estaremos fuera de juego. Pero a nivel educativo es muy importante y sería necesario que España considerara más estas vías artísticas para el desarrollo del niño en las primeras etapas.
-Hoy compite en Santander con Bertín Osborne...
-Ya... Escuché en una entrevista que ha dicho que no considera que en España ya hay igualdad. Nuestros públicos son muy distintos, porque en un teatro se dirá que las mujeres no tienen problemas con muchas risas, mientras nosotras contaremos un hecho real: las mujeres muertas por violencia machista.
-Y si pudiera hacer tres regalos al teatro, serían....
-Gracias, gracias y gracias, porque me lo ha dado todo.
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Ana del Castillo
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