«No puedo dejar de pintar, para mí es tan importante como andar o comer»

–Titula su muestra 'De Félix a Alicia'. Parece que de todos los personajes que ha retratado son los que más le han marcado.

–Félix Rodríguez de la Fuente, sí. Desde luego. Yo tendría quince años o así y pertenecía a la Asociación Adena que él presidía. Le hice un retrato y le escribí contándoselo y para mi sorpresa me contestó con una carta muy cariñosa diciéndome que le gustaría ver el cuadro. Se lo mandé justo cuando iba a hacer ese desgraciado viaje en el que perdió la vida y siempre me he preguntado sí llegó a verlo.

–Vaya.

–Sí, llegué a contactar con su esposa, porque ni siquiera supe si el cuadro había llegado a tiempo. Ella me dijo que sí, pero que estaba con los preparativos del viaje y no había tenido tiempo de comentarlo con él.

–¿Y Alicia Alonso?

–Ha sido uno de los últimos retratos que hice y que me firmó. Fue muy atenta también.

–Dice qué empezó a pintar de muy pequeño. ¿Cómo lo recuerda?

–Para mí pintar era como andar o comer. Hasta que me di cuenta de que podía vivir de ello. Luego pensé, tal vez porque siempre tuve la duda de que pasó con ese retrato de Félix, que tenía que completar las obras con las firmas de los retratados. De alguna forma esas rúbricas marcan la diferencia entre el mito, que sería mi dibujo, y la persona, que se refleja con esas firmas.

–En esta retrospectiva además de sus retratos más conocidos se descubre también un Carlos San Vicente abstracto. ¿Cómo llegó a ese tipo de pintura?

–Es cierto que cuando comencé estaba muy obsesionado con el hiperrealismo, como se puede ver en los retratos de Bob Derek y Fernando Rey que muestro en el Casino, pero de forma paralela esas obras siempre he desarrollado mi faceta de pintor en relación con el color azul. Para mí el azul es el color de la felicidad y por ello empecé a pintar obras en ese tono que, se iban volviendo más oscuras si quería transmitir tristeza o más claras si estaba más contento. Pero fui evolucionando y esos azules oscuros acabaron convirtiéndose en negro y los claros en blanco. Tengo una colección de cuadros en blanco y negro que, también me llevan al ying yang. Luego aparecieron las figuras. La verdad es que he pasado por muchas etapas sin proponérmelo, la pintura me ha ido llevando. Ahora vuelvo a pintar en azul.

–¿Es autodidacta?

–Sí, lo soy y eso que empecé a recibir clases, pero los profesores me animaron a volar solo. Es curioso pero nadie me ha enseñado a hacer un retrato. Yo creo que el auténtico artista nace. Es cierto que puedes aprender a pintar pero si no has nacido con ese don se va a notar.

–¿Y tiene algún referente?

–No sé si llamarlos referentes pero sí que he tenido a tres artistas que me han influido muchísimo en mi trayectoria. Uno de ellos es Agustín de Celis. He vivido en varias ciudades y cuando llegué a Madrid él me empujó a la abstracción. Otro que me influyó mucho fue Ramón Calderón y el tercero es Antoni Tàpies. A este último le conocí en Barcelona y me impactó mucho su forma de expresarse y, sobre todo, esa ida zen que tiene de la vida.

–Y todo eso sin dejar de hacer sus retratos.

–Nunca lo he dejado. Ahora tengo dos preparados que me van a firmar Massiel y Carmen Cervera, la baronesa Thyssen.

–Una parte muy importante de esas obras es que los retratados se las firman. Seguro que atesora muchísimas anécdotas.

–Sí y de hecho estoy escribiendo un libro que va a editar Tantín en el que cuento alguna de ellas. Aunque, en general, tengo que reconocer que suelen responder muy bien. Normalmente accedo a ellos por medio de su representante y reconozco que la obra que presentó es un aval de que no soy el típico fan. Cuando se presente el libro expondré todos esos retratos con las dedicatorias.

–¿Nos podría contar alguna de esas anécdotas?

–Fue muy complicada conseguir la firma de David Beckham y hubo dos intentos hasta que lo logré. Fue en el hotel Bahía. En el primero logré acceder hasta Florentino Pérez y me recomendó que no volviese pues Beckham tenía muchos compromisos publicitarios y cobraba por todo. Pero soy muy cabezón y volví a intentarlo. Entonces me ayudó Iván Perujo, entrenador de deportistas, que conocía bastante a Guti. Para que me ayudara decidí pintarle también un retrato y, cuando fui a entregárselo, también en el Bahía, le enseñé el de Beckham. Gracias a Guti llegué al jugador inglés, aunque tuvimos que esperar porque estaba en la sauna. Pero me impresionó mucho la parafernalia que le rodeaba, con guardaespaldas, y el respeto, casi como si fuera un dios, que le tenían sus compañeros. También te podría contar como me colé en el estreno de 'Evita' en Madrid para lograr la firma de Antonio Banderas. Uno de los personajes más encantadores que he conocido.

–Sus obras nos han permitido conocer a muchos artistas, pero ¿cómo es usted?

–Pues creo que alguien muy normal, aunque puedo tener cosas atípicas. Por las mañanas en una empresa relacionada con el medio ambiente en Madrid, en la que todos mis compañeros respetan mi faceta de artista y me valora. El resto del día estoy pintando. Reconozco que estoy todo el tiempo inspirado y también que soy alguien muy alegre y optimista. Curiosamente me llaman el hombre feliz. Y sobre todo soy muy positivo, creo que la positividad te da un 80 o 90% de la felicidad.

–¿Se siente respetado en Cantabria?

–Mucho y esta exposición me lo está demostrando. Estoy sorprendido de la acogida y me gustaría dar las gracias. Al Casino, a Jesús Mazón, al escritor Mario Crespo y al creador audiovisual Felipe Gómez Ullate, entre otros muchos.