Gabriel Albiac | Filósofo y ensayista
«Puedo enseñar a un alumno a leer a Platón; lo que no puedo es enseñarle a leer»Secciones
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Gabriel Albiac | Filósofo y ensayista
«Puedo enseñar a un alumno a leer a Platón; lo que no puedo es enseñarle a leer»'Elogio de la filosofía' es el último libro del filósofo Gabriel Albiac, que presentar hoy en el Ateneo de Santander, a partir de las 19.30 horas, dentro de la programación por el Aula de Cultura de El Diario Montañés. Catedrático emérito de la ... Universidad Complutense, Albiac irrumpió en el mundo editorial a finales de los ochenta, cuando su ensayo 'La sinagoga vacía' mereció el Premio Nacional de Ensayo en 1988. A partir de entonces ha ido alternando la investigación con la ficción, plasmada en cuatro novelas y un poemario. Además de su labor como columnista en prensa, distinguida con premios como el González Ruano y el Mariano de Cavia. «Contemplo ahora mi vida, en la cual no hubo más que filosofía»; así arranca este último libro en el que aporta una visión personal y emocionante de la disciplina a la que tantos años ha dedicado. Alejándose de la escritura académica y la grandilocuencia, Albiac sondea las grandes preguntas de la humanidad, y sus diferentes respuestas, con un estilo accesible a cualquier lector, aunque sin renunciar ni a la profundidad ni al rigor. Un canto de amor a una disciplina tan antigua como rabiosamente actual.
-Ahora que todo parece escribirse en contra de algo, ya era hora de encontrar un libro a favor...
-A favor... de las interrogaciones. Nunca de las respuestas: ni afirmativas ni negativas. La filosofía es, desde Heráclito, que fue el primero en hacer uso de la palabra 'filósofo', arte de desvelar, tras cada enunciado, la red de interrogaciones implícitas que enmascara.
-¿Tan mala prensa tiene la filosofía que necesita un abogado defensor?
-Peor que mala; distorsionada. El noventa por ciento de lo que se vende bajo la etiqueta de filosofía no es más que manual de autoayuda: la forma extrema de la necedad.
-Leyendo su libro uno acaba pensando que, aunque estemos en el siglo XXI, nos sigue preocupando lo mismo que en la antigüedad clásica: la verdad, la existencia de Dios, el tiempo, la libertad...
-El que se acerque a la filosofía debe, en efecto, desprenderse de todos sus prejuicios acerca de la actualidad y el progreso. Las preguntas del filósofo, escribía Platón en el Filebo, atañen a la estructura misma de la lengua en que las formulamos. Eso hace que estén fuera del tiempo, que giren en la permanente interrogación de sí mismas. Platón es hoy; hoy, Aristóteles, o Maquiavelo, o Ficino, o Pascal, o Spinoza...
-Cita a Nietzsche: ¿un filósofo huye de sí mismo pero la curiosidad le hace volver una y otra vez?
-Y una y otra vez se estrella. Y sabe que estrellarse es necesario. Y que está bien. Mucho mejor que abstenerse. Tal, la fascinación de la filosofía.
-¿La filosofía es indolencia o es diversión? ¿O es «el juego más peligroso»?
-Son tres nombres para la misma paradoja. Sólo el indolente, aquel que se ha arrancado a la urgencia de un tiempo programado, puede asomarse a ese campo de batalla que es el juego, eso que, dice Pascal, nos permite asomarnos permanentemente al abismo, antes de que el abismo se nos trague. 'The most dangerous game' es el título de una maravillosa película de Schoedsack, Pichel y Cooper, quienes, en paralelo con su 'King Kong', reflexionan en 1933 sobre la caza humana como único juego meritorio: aquel en cuyo envite sólo está la muerte. Todo juego es metáfora de guerra y muerte. «Guerra, padre de todo, de todo rey», que dice el gran Heráclito.
-Su libro rezuma devoción por grandes figuras del pensamiento universal, de Platón a Spinoza. Pero se diría que el autor tiene debilidad por Epicuro...
-Epicuro: ese descomunal monumento que podemos reconstruir gracias al milagroso redescubrimiento del 'De rerum natura' de Lucrecio por Poggio Bracciolini en el siglo XV. Hasta entonces, Epicuro era apenas un puñado de fragmentos, únicos supervivientes de una obra que sus contemporáneos dicen enorme. Pero ya con sólo aquellos fragmentos, deslumbraba la fuerza del maestro de Samos, su capacidad de aventurarse por los caminos en los que nadie se atrevía a entrar: la inanidad de los dioses, la nada de la muerte... Sí, no hay quien se dedique a esto y que no esté, de uno u otro modo enamorado de Epicuro.
-La modernidad, ¿no invita más al estoicismo?
-La modernidad, en el sentido técnico, empieza el día en el que Bracciolini llega con su copia del manuscrito de Lucrecio a Roma. El propio Ficino, tan anti-epicúreo, explica muy bien cómo todo su retorno a Platón tiene como motivo la refutación de un De rerum natura que lo había fascinado y aterrorizado en sus inicios.
-«Decir la verdad es revolucionario». ¿Sigue valiendo hoy día la cita de Gramsci?
-La verdad es verdad. Y punto. Atribuirle virtudes, ya sean sanativas o mórbidas, es una ingenuidad infantil. Poco presentable en un adulto. Por lo demás, ya sabe usted que, a través de Ferdinand Lassalle, la fórmula es una mínima variación sobre el tópico neotestamentario.
-La revolución fue un sueño de siglos pasados, y hoy ni vemos la esclavitud en la que vivimos, que ni siquiera tiene nombre. ¿Debemos abandonar toda esperanza?
-Según Spinoza, lo que define a un hombre libre es el combate sin cuartel «contra el miedo y contra la esperanza». Metus y spes son las dos devastadoras máquinas de la servidumbre. Porque fuerzan a renunciar al presente en función de un futuro que no existe más que como camuflaje del deseo del amo. Sólo el conocimiento nos permite enfrentarnos -no necesariamente vencer- a esos dos monstruos.
-La filosofía siempre nos parece un tema impopular, pero periódicamente aparecen fenómenos mediáticos que contradicen esa idea, como fueron 'El mundo de Sofía' o la serie 'Merlí'...
-Está bien que alguien recuerde que hay una cosa que se llama 'filosofía', pero debe recordar también que ninguna disciplina seria se domina sin esfuerzo. A nadie se le ocurre pedir que la mecánica cuántica pueda ser explicada en un parvulario. La filosofía, tampoco.
-Tal vez formar parte del currículum de las enseñanzas medias haya sido un lastre; muchos alumnos quedan 'vacunados de por vida'...
-A riesgo de no caer simpático a mis colegas, yo sigo siendo partidario de la vieja tesis de Manuel Sacristán: la filosofía debería ser una disciplina exclusivamente para estudios de postgrado.
-¿Se enseña bien la filosofía en el sistema educativo?
-He pasado casi medio siglo enseñando 'historia de la filosofía' (no 'filosofía') en la Complutense. He hecho -supongo que como todos mis colegas- lo que buenamente he podido. Pero, en los últimos veinticinco o treinta años, siempre he dicho lo mismo: puedo enseñar a un alumno a leer a Platón; lo que no puedo es enseñarle a leer.
-«Huye, hombre libre, de las cárceles de lo cotidiano y la política», escribe.
-No hay tarea más noble que esa que nos señala Epicuro. Yo he intentado seguirla. Y le aseguro que el coste no es bajo.
-¿En qué está trabajando ahora?
-Doy vueltas a los trágicos griegos. E intento bucear en ellos la primera nota de lo que resuena en mis obsesiones de hombre cuyo mundo ya ha desaparecido. «Sin miedo y sin esperanza».
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