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Juan Manuel Puente (Torrelavega, 1951) lleva décadas pintado y exponiendo, «entregado al placer de la pintura, entendiéndola como una pulsión gozosa». Lo dice el crítico ... y escritor de arte Fernando Castro Flórez y lo corrobora no solo la crononología obvia de fechas, espacios y etapas creativas y expositivas, sino quienes han sido testigos de una trayectoria intensa, inquieta e inmersa en la pintura desde diversos ángulos.
El pintor en su estudio de Miengo, el fundador y director de Robayera, el explorador de superficies, materias y texturas y el testigo partícipe de las trayectorias de colegas, amigos y quienes de una u otra forma edifican el mundo del arte. Ahora llega un nuevo fruto que ni la pandemia ni el paso del tiempo han frenado, sino al contrario han propiciado madurez y búsqueda.
El artista cántabro inaugura la temporada de La Caridad, la sala de exposiciones del complejo cultural asturiano de As Quintas (Ayuntamiento de El Franco). La cita prevista el próximo sábado, día 8, bajo el epígrafe 'El peso de la materia', reúne 35 obras de Puente. En esa jornada, en el Auditorio de As Quintas, coincidente con la inauguración de la muestra, tendrá lugar una conferencia sobre 'El informalismo europeo' a cargo de la historiadora del arte santanderina Marta Mantecón, actual directora de la Sala Robayera. La sala de exposiciones de La Caridad, programa que el pasado año revisó la obra de uno de los grandes escultores españoles, ya fallecido, el canario Martin Chirino, a partir de esta semana ha fijado la obra de Puente entre muestras dedicadas a Gil Morán y a los escultores Amador y Adolfo Manzano.
Castro Flórez, autor del texto que conforma el catálogo de la muestra asturiana, sostiene que Puente «no puede desvelar la verdad sobre el arte sin ocultarla convirtiendo ese desvelamiento en una manifestación artística».
El pintor y, durante veintiocho años responsable de la Sala Robayera de Miengo, destino reciente de la publicación 'Vida y obra' de Septentrión Ediciones, impulsada por el poeta y editor Carlos Alcorta, fue elogiado por numerosos críticos, escritores de arte, gestores y poetas, caso de Juan Manuel Bonet, exdirector del Instituto Cervantes y del Museo Reina Sofía; Salvador Carretero, director del MAS; o poetas como Rafael Fombellida y Lorenzo Oliván. Bonet calificó a Puente como «un pintor esencial y solitario, que es también un pintor letraherido». Y, por supuesto, elogiaba su «tesón, su pasión por el arte, su capacidad de gestión y de seducción».
En su escrito el exdirector del Cervantes subrayaba cómo «solo a base de entusiasmo, de voluntarismo, se entiende que, contra toda lógica, nuestro pintor, que es un contemplativo, y que jamás ha pertenecido a grupo artístico alguno, haya sido capaz de levantar un programa y una colección como los de Miengo, referencia a nivel nacional, cita ineludible para quien se interese por el devenir de nuestro arte».
Puente (Torrelavega, 1951) en los últimos años ha mostrado su obra en 'De tierra y silencios', en la propia Sala Robayera; 'Espacio y forma' en Espacio Garcilaso de Torrelavega, y en la galería Cornión, de Gijón, y la Fundación Bruno Alonso. Antes lo hizo en una ambiciosa muestra en la sala Universidad, coproducida por el MAS.
Oliván, por su parte, se ha referido a la pintura obsesiva del artista que «deja una interrogación abierta en cada lienzo, como si trazase solo un proceso, sin posibilidad de llegada. Y lo que a algunos podría parecerles complacencia en sus maneras no es sino reinvención angustiosa de sí mismo, de un centro ineludible que persigue hacerse recia (y frágil a la vez) fuerza de expresión».
Y Mantecón, que será la ponente en su muestra, «demanda una contemplación activa, pausada y muda» de su pintura. La naturaleza, las rocas erosionadas, esas huellas del tiempo, constituyen la inspiración de Puente. 'El peso de la materia', como en aquella muestra citada de 2019, revela y certifica su «preocupación por la densidad del mundo» y, como subraya Castro Flórez, «sentimos el espesor de la pintura, advertimos, en algunas piezas, una suerte de magma rojo que parece a punto de aflorar por las fisuras de la superficie». Y define a Puente como «un obstinado cartógrafo de un territorio esencial, artista que ha encontrado lo más concreto y real en el proceso de la abstracción».
En Asturias deja claro de nuevo estas sensaciones con una obra que pudo verse en Santander, pero a la que también suma ahora piezas inéditas.
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