Que esta sea, querido, la gran crisis que a nuestra generación le toque vivir, que no...
CUADERNO DE EXCEPCIÓN - DIA 13 ·
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CUADERNO DE EXCEPCIÓN - DIA 13 ·
En este decimotercer día de confinamiento, quizá porque estos momentos de mayor recogimiento invitan a ello, pienso en mi muerte. La idea de la muerte no me aleja de la vida sino que me acerca a ella. La idea de la muerte es ... tan potente que a su lado todas las miserias acaban convertidas en ceniza y todas las cosas esenciales florecen.
Una de las grandes penas de no vivir de forma indefinida es que no veré saciada mi curiosidad de conocer el futuro, el futuro sin mí quiero decir. ¿Cómo será? Me refiero, al margen de sentimentalidades personales, a qué cosas terribles y fascinantes ocurrirán en esta roca que flota en medio de esa cosa incomprensible para mí que es el espacio. Hay, en esto de querer seguir existiendo, no solo un miedo íntimo a desaparecer sino también una simple tristeza por dejar de ver. Siento nostalgia por lo que no tendré la posibilidad de contemplar y, precisamente por eso, miro con más atención todo lo que puedo ver ahora.
Me pregunto, en estos días un tanto oníricos, en estos días llenos de realidad pero tan parecidos a un sueño, cómo hubiesen visto esto que nos está pasando mentes que se pusieron en modo off hace ya tiempo. Pienso en Tolstói, en Antonio Cabrera, en Carmen Laforet, en David Foster Wallace, en Virginia Woolf. Pienso en Kafka muchas veces, en los libros que podría haber escrito. Pienso en Cioran, en Dostoevsky, en Saramago, en Fernando Pessoa todo desasosegado paseando con guantes y una mascarilla por las calles de Lisboa. Pienso en que a Emily Dickinson, tan acostumbrada al aislamiento, esto no le hubiera afectado demasiado. Es posible que a todos ellos el coronavirus no les hubiera parecido gran cosa. A nosotros sí nos lo parece, al menos me lo parece a mí, supongo que porque he tenido la suerte de no vivir cosas peores. A nivel social, digo. Lo personal es otra cosa. Me lo dice un buen amigo por teléfono. Que esta sea, querido, la gran crisis que a nuestra generación le toque vivir, que no tengamos una guerra en casa, que no vivamos una posguerra, que no nos toque sacar adelante a nuestros hijos en una extrema pobreza, que no tengamos que caminar sin techo ni futuro, que no debamos huir y nos cierren las puertas donde la lumbre está encendida, que no nos encierren a vivir en lugares que no forman parte de ningún sitio, allí donde la vida se queda suspendida indefinidamente. Todas esas cosas no han dejado de suceder nunca, aunque hayan sido para nosotros invisibles. Lo que nos pasa es muy grave, muchos mayores mueren. Pero fíjate en una cosa: todo el mundo nos mira.
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