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Ochenta y cuatro años después de su muerte en el exilio la figura y la huella del pintor Ricardo Bernardo es homenajeada en Santander por la Fundación Bruno Alonso. Esta muestra, que será inaugurada hoy, a las 19.30 horas, se exhibe bajo comisariado ... de Esther López Sobrado. 'Evocación' es el epígrafe explícito y diáfano de la exposición que recobra la mirada sobre su obra y reivindica al artista (Solares, 1897-Marsella, 1940). Hoy se cumplen esos 84 años del fallecimiento del pintor Ricardo Bernardo en el exilio francés. Entonces no recibió reconocimiento alguno en su tierra, que le había ensalzado en su juventud como 'el Pereda del Lienzo'. Desde su fallecimiento, recuerda la estudiosa y biógrafa del pintor, «pocas han sido las ocasiones en las que sus obras se han mostrado al público cántabro».
La primera, en 1978, cuando un grupo decidió rendirle homenaje en el Museo de Bellas Artes de Santander. Familiares, conocidos y amigos prestaron obras que evidenciaban la evolución sufrida por aquel joven, que comenzó haciendo obras de aire costumbrista, en la línea de la Generación del 98, para acercarse a planteamientos más vanguardistas, en la línea de la nueva objetividad y el retorno al orden, aunque este viraje, obrado a finales de la década de los veinte, no fue comprendido por gran parte de la conservadora sociedad santanderina de aquellos momentos, «lo que no impidió que Bernardo decidiera seguir por el personal camino que comenzaba a transitar, en la línea de la Generación del 27».
Uno de los primeros trabajos de Esther López Sobrado como docente transcurrió en un instituto de Solares. «Ahí descubrí la figura de Ricardo Bernardo, un pintor de la vanguardia de los años 40 que, aunque hoy da nombre a un instituto en su pueblo, por entonces era totalmente desconocido. Así que decidí dedicarle a él mi tesis de licenciatura». Pero ese trabajo de investigación no quedó ahí. Fue el también escritor José Ramón Saiz Viadero, «que además me ayudó a publicar la biografía de Ricardo Bernardo en Tantín», el que me habló de otros muchos artistas que, como el de Solares, formaron parte de la vanguardia de esa época y que habían pasado desapercibidos. Así fue como decidió dedicar su tesis doctoral a la vanguardia cántabra en París entre 1900 y 1936 «Y descubrí dos joyas maravillosas: a Luis Quintanilla y a Santiago Ontañón».
En el curso académico 1983-84 López Sobrado organizó una exposición homenaje en ese instituto, con reproducciones fotográficas de las obras que iba catalogando, y escasas obras originales. Esa iniciativa acabó consiguiendo que el centro de enseñanza lleve hoy el nombre del pintor. En 1997, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Bernardo, se organizaron dos exposiciones: una de ellas la citada del museo santanderino, comisariada por López Sobrado y Salvador Carretero, y otra histórica y documental en la Ermita de San Roque de Solares, comisariada por Ángel de la Hoz y López Sobrado. Paralelamente se publicó un libro-catálogo del Museo de Bellas Artes y los Ayuntamientos de Santander y Medio Cudeyo, fruto del trabajo de investigación de López Sobrado.
Veintisiete años después de aquella muestra, la Fundación Bruno Alonso presenta ahora esta cita configurada por 15 obras, con el deseo de que sirva de «emocionado recuerdo» ante el fallecimiento del que, sin duda, hubiera llegado a ser uno de los más significativos artistas cántabros del XX, pero que su temprana muerte en el exilio a los 43 años sepultó en el olvido. «Se borraba así al artista comprometido con el tiempo que le tocó vivir». Su obra quedó desperdigada en manos particulares.
Afortunadamente, su recuerdo siguió estando en la memoria colectiva al exhibirse en el Museo de Bellas Artes desde las primeras décadas del siglo XX su lienzo 'Los Piteros', junto a dos obras más modernas, así como un retrato de Juan José Ruano, dibujo de sintética grafía. En la muestra de la Fundación Bruno Alonso las obras que han sido escogidas gozan en general de una característica: ser muy poco conocidas. Una de ellas fue la causante de que López Sobrado decidiera investigar sobre Bernardo, otras se exhiben por primera vez, puesto que han sido adquiridas en estos años por coleccionistas, y el resto se expusieron en 1997, pero poseen una notable importancia en la plástica del artista. Y se expone también por primera vez en España una de sus últimas creaciones en el exilio francés así como dos bocetos de los años treinta.
Junto a esta muestra íntima y personal López Sobrado ha dedicado varios meses a la preparación de un libro, con gran material gráfico y textos evocadores de la vida y época que vivió el pintor, además de un importante número de documentos inéditos hasta el momento, que espera pueda ser publicado el próximo año. El objetvo es que el lector descubra de un modo personal e intuitivo «quién fue este interesante artista que merece que su nombre resuene en la memoria de las nuevas generaciones». López Sobrado asegura que hay alguna obra más que ha sido adquirida recientemente y cuyo paradero desconoce, caso de un retrato de Jesús Cancio dedicado por el pintor en 1926. Le gustaría también localizar otras obras desaparecidas como 'El bañista' o 'El patrón' o 'El muro de los columpios', así como el paradero actual de 'Veramón y lata de aceite', que se exhibió en 1997 en el Museo. En este sentido, realiza un llamamiento a aquellas personas que poseen obra del pintor para que se pongan en contacto con ella, a través de la Fundación. Durante este año de investigación ha conseguido localizar la magnífica colección de obras que Alfredo Velarde, fraternal amigo de Bernardo, se llevó a Chile, y que espera lograr que pueda volver a Cantabria.
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