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El objetivo era romper una maldición y no una cualquiera, sino una de esas que ha pasado al imaginario colectivo de las historias de terror en todo el mundo y que ha inspirado libros, series y franquicias de cine: la de casa maldita en el 112 de Ocean Avenue en Amityville (Nueva York) que tras un terrible crimen hace ya cinco décadas está envuelto en una sucesión de leyendas y fenómenos paranormales. Anoche Raúl Alegría consiguió vencer esa maldición en uno de esos retos que viene haciendo desde hace trece años, catorce con el de este viernes, para dar la bienvenida al Festival Internacional de la Magia y Audiovisual que él mismo dirige y que tendrá lugar hoy, y mañana, en las principales plazas de la ciudad y en la Sala Argenta del Palacio de Festivales.
En esta ocasión, el ilusionista, director y productor cántabro, especializado en escapismo, quiso sorprender al público con uno de sus trucos más teatrales y el primero basado en una historia real. El reto consistía en escapar de una enorme motosierra gigante que iba acercándose a su cabeza mientras el permanecía encadenado, a la puerta original del domicilio maldito.
Corría el 13 de noviembre de 1974 cuando seis miembros de la familia DeFeo aparecían brutalmente asesinados. Ronald, el hijo mayor, mató a sangre fría a sus padres (Ronald padre y Louise), además de a sus cuatro hermanos (Dawn, Mark, Allison y John). Pero la leyenda de este hogar maldito nació en realidad dos años después, cuando tras ser adquirida por otra familia, esta se vio obligada a abandonarla y salir despavorida a causa de una serie de apariciones fantasmagóricas. Un tercer comprador decidió en 1980 cambiar el número de la casa, hacer una remodelación completa y deshacerse en una subasta de los elementos origínales y ahí es donde entra Raúl Alegría quien, hace nueve meses, cuando acudió a Las Vegas para preparar el reto de este año con su maestro Joaquín Ayala se encontró con la puerta original de la vivienda que su mentor adquirió en esa subasta. ¿Y sí intentamos romper la maldición y escapar de es lugar y su horror? Le planteó Alegría.
El número, como la leyenda, tenía que ser espectacular, porque el escapista se ha propuesto sorprender y arriesgar cada año más. En el reto de este viernes, que se llevó a cabo en el Paraninfo de La Magdalena, Raúl Alegría permaneció en todo momento frente al público. No fue uno de esos números, como los que ha realizado en años anteriores, en los que se mete en un habitáculo que explota o se prende fuego en pocos segundos, para aparecer sano y salvo en otro lugar.
Con la ayuda de Lucía Rivera, su pareja y también ilusionista, y una vez encadenado a esa maldita puerta de color rojo con el número 118 bien a la vista, tenía treinta agónicos segundos para librarse de las cadenas antes de que esa gran motosierra acabara con su vida. Previamente una persona del público elegida al azar había subido al escenario para tirar de una cuerda que dio vuelta a un reloj de arena que marcaba esa cuenta atrás. Y cuando esa sierra mecánica estaba a escasos, escasísimos segundos del rostro de Raúl Alegría, consiguió escapar, ante el aplauso y la ovación de todo el público.
La puesta en escena incluyó una pantalla en la que aparecieron imágenes de la casa original en Nueva York y el propio Raúl Alegría, antes de ser encadenado, contó la historia, así como los entresijos de los elementos utilizado en el reto.
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