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Alberto Aja
«La realidad, a través de la mirada poética, se vuelve extraña e inagotable»

«La realidad, a través de la mirada poética, se vuelve extraña e inagotable»

«No hay que vivir grandes experiencias para poder escribir», dice el autor de 'Desguace', que apela a lo cotidiano como si fuera un «trampolín para hablar de cosas mayores»

Rosa Ruiz

Santander

Domingo, 9 de diciembre 2018, 08:28

Marcos Díez (Santander, 1976) recibió ayer el Premio de las Letras. Su último libro, 'Desguace', publicado por Visor, fue ganador del Premio de Poesía Ciudad de Burgos y de él, Vicente Molina Fox, que forma parte del jurado, destacó «la poesía honda, cuajada y rica en imágenes» al tiempo que llamó la atención sobre uno de sus poemas, 'No se llamaba Yorick (monólogo ante una calavera)', «en el que hace una reflexión sobre el tiempo y la muerte». Poeta, periodista y director de la Fundación Santander Creativa, una labor que siempre ha separado de su actividad creativa, es autor de 'Combustión', 'Puntos de apoyo' y 'Quince pequeños apuntes sobre la longitud de la tristeza' (Premio José Hierro, 1998). También ha publicado los volúmenes de cuentos 'Desdoblados' (2012) y 'El festín' (2017) y ha sido guionista y director en varios cortometrajes.

–Su ciudad le concede el Premio de las Letras, ¿ilusiona o impresiona?

–Ilusiona, sobre todo, porque es la ciudad a la que pertenezco. Crecí entre Castilla Hermida, el Barrio Pesquero y Cazoña, y publiqué por primera vez unos poemas tras ganar hace dos décadas un premio también de la ciudad, el José Hierro, con un libro sobre la muerte de mi hermana. Me ilusiona este reconocimiento, pero creo también que aquel primer premio que recibí a mis veinte años será de alguna manera siempre más valioso que cualquier último galardón que yo reciba.

–¿Qué aborda en 'Desguace'?

–'Desguace' habla sobre cómo todo avanza, inevitablemente, hacia su destrucción. Es un libro, en ese sentido, plagado de ruinas y de asperezas. Es un tanto pesimista, pero de ese pesimismo, de reconocer la propia insignificancia, nace también una sólida vitalidad. El libro, por otra parte, ahonda en cómo hay que desguazar el lenguaje para ver las cosas desprovistas de significados y, de esta manera, poder asomarnos con una mirada más limpia a la realidad.

–¿En qué se inspiró?

–Mis poemas nacen casi siempre de lo cotidiano: una reunión con antiguos compañeros de trabajo, un entierro, un paseo bajo la lluvia al cobijo de un paraguas, una riada... No hay que vivir grandes experiencias para poder escribir. El poema descansa en una mirada capaz de extrañarse ante lo que tenemos delante de los ojos. Lo cotidiano es, en mi caso, el trampolín para acabar hablando de cosas mayores.

«El mejor premio para la poesía son los lectores, y nunca ha habido demasiados, me temo»

–¿Cuándo y por qué empezó a escribir?

–No fui ese típico niño que quiere escribir desde la infancia. Yo la niñez la pasé en un taller lleno de coches viejos y no entre libros. La escritura llegó después, a eso de los veinte años. Hoy no soy capaz de imaginar mi vida sin la literatura.

– ¿Se premia a la poesía lo que se debe?

–El mejor premio para la poesía son los lectores, y nunca ha habido demasiados, me temo.

–Gerardo Diego, Amós de Escalante, José Luis Hidalgo, José Hierro, Julio Maruri... ¿Es Cantabria una tierra de poetas?

–Siendo una región pequeña contamos con dos premios Cervantes como José Hierro y Gerardo Diego. Hubo y hay buenos poetas en esta tierra. No obstante, al poeta no lo hace un territorio. Creo que hay las mismas posibilidades de acabar escribiendo poesía naciendo en Santander que en Madrid o en Albacete.

–Uno de ellos, aunque es más conocido por sus novelas, es Álvaro Pombo, al que también en esta edición le han entregado el Premio de Honor de las Letras. ¿Qué destacaría de este autor?

–Probablemente el uso del sentido del humor. Es dificilísimo el humor en la literatura y Pombo es un fuera de serie en eso.

Premios y premiados

–¿Y de sus predecesores en el premio?

–Lorenzo Oliván es un maestro para mí y uno de los mejores poetas de su generación en España. Juan Gómez Bárcena es un narrador muy joven reconocido a nivel nacional con dos muy buenos libros publicados y un futuro enorme por delante. Juan Antonio González Fuentes es un poeta con una larga trayectoria que siempre ha sido fiel a una voz propia. Quiero acordarme también de buenos escritores que no han sido premiados aún como Gonzalo Calcedo, un narrador inmenso, Alberto Santamaría o Rafael Fombellida. Pienso también en la excelente Menchu Gutiérrez aunque al no vivir en Santander creo que no podría ser premiada.

«El humor en la literatura es dificilísimo y él es un fuera de serie en eso»

–¿Los premios literarios son necesarios?

–El premio es el medio, normalmente, para poder publicar. Sobre todo al principio. Mis primeros poemas los publiqué gracias al premio José Hierro de poesía. Y en los últimos años he podido publicar dos libros en la editorial Visor gracias al Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola y al Premio Ciudad de Burgos. Los premios me sirven para eso. Lo que tengo claro es que si una editorial que me gustase garantizara la publicación de mi próximo libro en buenas condiciones de distribución no me presentaría a ningún concurso. Creo que casi todos los autores haríamos lo mismo.

–¿Qué diría para animar a los más reacios a leer poesía?

–En mi caso, la poesía me abre las puertas a un mundo más amplio, más rico, lleno de matices, más fascinante. La realidad, a través de la mirada poética, se vuelve extraña e inagotable. Mi vida, con la intervención de la poesía, se ensancha más allá de donde es capaz de llegar mi pensamiento.

–¿Qué autor y qué obra les recomendaría?

– 'El libro de las alucinaciones', de José Hierro, ya que estamos en Santander. Una obra maestra.

–Al amparo de las redes sociales ha surgido una corriente de poetas. ¿Qué le parece?

–En las redes sociales hay poetas buenos, malos y regulares, como en todas partes. Y, como en todas partes, realmente buenos hay pocos. Pero eso ha sido así siempre. La mayor parte de las cosas que escribimos tienen un valor muy relativo y la inmensa mayoría de los muchísimos libros que hoy son publicados serán olvidados dentro de no mucho tiempo. Los míos también.

–¿Qué tiene en común el periodismo con la poesía?

–La palabra es el único vínculo entre la poesía y el periodismo. Pero el uso de la palabra es radicalmente diferente en el poema y en el artículo. El poema lleva el lenguaje a sus límites para crear experiencias sensitivas y nuevos significados, para revelar algo que se resiste a ser nombrado a través de un lenguaje más normalizado.

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