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Con la desaparición del dibujante Neal Adams el pasado día 28, el mundo del cómic se ha visto privado de una figura tan legendaria como irreemplazable. Tras cerca de siete décadas trabajando, falleció a los 80 años en Nueva York tras una serie de complicaciones sépticas. Su hijo Josh ha declarado «Mi padre fue toda una fuerza. Su carrera estuvo definida por un talento artístico sin igual y un carácter inquebrantable que lo llevó a luchar constantemente por sus compañeros y por los necesitados».
El autor intervino en algunos de los principales títulos de Marvel y DC, materializando la renovación de sus personajes más emblemáticos. También sobresalió por su lucha personal por los derechos de autor y por su incursión en el ámbito de las editoriales independientes. Capítulo aparte merece, por supuesto, el apartado artístico. Además de un magistral sentido de la narrativa, su dibujo cinemático poseía un realismo exacerbado, sorprendiendo por sus inusuales angulaciones y escorzos y por su atrevido diseño de página, por no mencionar el tratamiento de la iluminación, siempre secundado por entintadores de la talla de Tom Palmer y, sobre todo, Dick Giordano. Básicamente, se puede afirmar que sus dibujos estaban repletos de tensión y que su aproximación a los personajes era plenamente visceral. Entre sus innumerables galardones, destaca su inclusión en el Salón de la Fama de los premios Eisner, de los premios Harvey y de los premios Inkwell.
De ascendencia judía, Neal Adams nació en Nueva York el 6 de junio de 1941. Cursará estudios en la School of Industrial Arts, en Manhattan, antes de iniciarse en el mundo de la ilustración y dar sus primeros pasos en la historieta con la editorial Archie Comics. Hasta que a los 21 años tiene la oportunidad de realizar la tira de prensa «Ben Casey» para la Newspaper Enterprise Association. El personaje era un famoso neurocirujano, basado en un popular programa de televisión, y el autor firmará la serie durante cuatro años, asumiendo también los guiones y sorprendiendo a propios y extraños con el inusual y novedoso tratamiento de la misma, tanto a nivel gráfico-narrativo como por el acusado realismo del contenido. Quizá por todo ello, llegaría publicarse en 165 periódicos.
Tras dibujar algunos relatos de terror para las revistas de la editorial Warren, en 1967 consigue entrar en DC Comics como free lance, siendo el veterano Carmine Infantino presidente de la compañía a la sazón. Allí comienza realizando cómics de guerra y portadas e interiores para diversos títulos de superhéroes, incluido Superman. Hasta que se le asigna la autoría gráfica de «Deadman», dentro del comic-book «Strange Adventures». Creado por Arnold Drake (aunque Adams termine también por escribirlo), su extraño protagonista es un acróbata de circo asesinado que puede temporalmente ocupar el cuerpo de algunas personas vivas. Sus aventuras transcurren más cerca de lo sobrenatural que de lo superheroico pero ya permiten al autor aplicar sus singulares ideas sobre el montaje y la configuración de la página, causando cierto impacto en la industria. Su siguiente encargo será la cabecera titulada «The Brave and the Bold», en la que Batman coprotagoniza los argumentos con algunos de los personajes más relevantes de la casa, lo que le permite tomar contacto con un icono que quedará indeleblemente asociado a su trayectoria.
Pero en 1969, el avispado Stan Lee decide reclamar a este emergente autor para la plantilla de Marvel y es así como Neal Adams irrumpe en La Casa de las Ideas, en parte inspirado por el superlativo trabajo que estaba desarrollando allí el genial Jim Steranko y en parte por el espíritu de libertad e innovación que se respiraba en la editorial. Stan le dio a elegir un título y el joven dibujante escogió «Uncanny X-Men», hoy de plena actualidad pero entonces una serie en absoluta decadencia y a punto del cierre. Se encargó de ella desde el número 56 al 65, con el guionista Roy Thomas y el superlativo entintador Tom Palmer, dando como resultado una de las etapas más clásicas y recordadas de los famosos mutantes. Fueron trepidantes aventuras que contaron con la aparición de Ka-Zar en la Tierra Salvaje, de villanos como Saurón, el Monolito Viviente, Magneto o los alienígenas Z´Nox, por no mencionar el regreso de su aparente muerte del Profesor Xavier.
Inquieto como era, sin embargo, el autor decide volver a DC en los años 70. Allí se encarga de la revitalización del Hombre Murciélago, asumiendo la titularidad del personaje en las veteranas cabeceras «Detective Comics» y «Batman», en ambos casos escritos por Denny O´Neil. A pesar de sus décadas de antigüedad, Adams se apropió por completo del personaje, «haciéndolo más oscuro, peligroso y misterioso», según sus propias palabras. Sin duda, también más dramático y realista. Ya que en esos días Batman se movía bajo la estela de la serie televisiva protagonizada por Adam West, enormemente popular pero que confería al protagonista un tratamiento satírico y de opereta que rozaba el ridículo. Por ello, al retratarle como un vengador nocturno y amenazador, construyó la imagen que perdura hasta la fecha en el cine y en el cómic, inspirando a autores de la talla de Frank Miller, Alan Moore, Grant Morrison, Christopher Nolan o Matt Reeves. Por añadidura, se muestran más complejos y demenciales que nunca villanos como el Joker o Dos Caras, presentando también a nuevas amenazas, caso del siniestro Man-Bat o, sobre todo, el carismático Rash Al´Ghul, de gran importancia en el filme «Batman Begins».
A inicios de la misma década, se encargará de la serie «Green Lantern / Green Arrow», otros dos famosos personajes de DC en horas bajas, reunidos bajo el mismo título y también con O´Neil como guionista. Con un tono más adulto y menos heroico, ambos embarcan a los protagonistas en un viaje de descubrimiento de la realidad social del país por la América profunda, una suerte de «Easy Rider» que les permitió tocar temas inusuales hasta la fecha en un comic-book de esas características: el racismo, la explotación, la ecología, la desigualdad social y hasta las drogas duras, cuando Green Arrow descubre que su ayudante juvenil se ha convertido en un adicto a la heroína. Por añadidura, dibujante y guionista fueron los creadores del personaje de John Stewart, el primer Linterna Verde de raza negra. El título obtuvo premios y los favores de la crítica pero no tanto del público, por lo que fue cancelado en 1973.
Sin salir de DC, en 1978 protagoniza un gran evento. Se trata de un número especial a gran formato, «Superman vs. Mohammed Ali», de nuevo escrito por O´Neil, que narra el enfrentamiento en el ring de dos seres superpoderosos, un héroe ficticio y otro de la vida real. Es el combate del siglo. La realización de la obra sufrió fue lenta y complicada, en todo momento sometida a la supervisión y aprobación de los representantes del famoso púgil, pero fue uno de los mayores best-sellers de DC Comics. Incluso vendió más en el extranjero que en Estados Unidos. Adams siempre apreció este trabajo también por lo que suponía de falta de prejuicios de la editorial, en cuyas filas trabajaban muchos dibujantes judíos y que en este caso otorgaba gran protagonismo a un señalado líder de la comunicad afroamericana. Como anécdota, la doble portada contaba con apariciones entre el público de rostros populares de la época, como Lucille Ball, Frank Sinatra, Johnny Carson, Jimmy Carter o Los Jackson Five.
Llegados los años 70, como se ve, Adams es ya toda una estrella, por lo que puede permitirse trabajar a la vez en las dos compañías rivales, algo totalmente inusual para la época.
Es así como durante 1971, dibuja para Marvel algunos de los episodios de «Los Vengadores» que conforman la saga de «La Guerra Kree- Skrull», escrita por Thomas, que enfrentaba a dos de las más poderosas razas galácticas del Universo Marvel, un evento que tuvo una gran repercusión en la serie. Todavía se recuerdan con asombro visionarias escenas dibujadas por Adams como la inmersión de un microscópico Ant Man en el cuerpo androide de La Visión para reparar su organismo artificial dañado. A continuación también dibujaría algún episodio de «Thor», «Los Inhumanos», «Conan» o «Dracula Lives», así como numerosas cubiertas e ilustraciones para los magazines en blanco y negro de la editorial. Dicho trabajo de portadista para Marvel, por cierto fue simultaneado con similares encargos para DC al mismo tiempo.
Igualmente cabe mencionar en 1975 una curiosa realización. Se trata de una obra aparecida en una antología para Echo of Future Past, titulada «Neal Adams Monsters», una singular historia que reunía a tres iconos del género de horror como Drácula, el Hombre Lobo y el Monstruo de Frankenstein en las mismas páginas.
En los 80, el autor trabajó para sellos independientes como Pacific Comics pero en 1984 es cuando funda con su viejo compañero Dick Giordano su propia compañía, Continuity Comics, tras considerar que sus innovaciones sucesivas se habían producido en las dos grandes empresas del ramo y que a partir de entonces los cambios deberían producirse desde fuera. Adams nunca declinó encargos de ambas editoriales pero cada vez le absorbía más el trabajo de la suya propia. En su estudio de Manhattan, en la calle 49, se iniciaron una gran cantidad de jóvenes autores, como Mark Texeira, Dave Hoover, Mike Deodato jr., Bart Sears o Tom Grindberg, conviviendo con veteranos como Dan Barry, el español Esteban Maroto o el propio Adams. Sin las limitaciones impuestas por la gran industria, Continuity publicó títulos y personajes como Megalith, Bucky O´Hare, Skeleton Warriors, Armor, CyberRad o Ms. Mystic, la mayoría dentro del género que le hizo famoso. Sin embargo, la suerte y las ventas no acompañaron al proyecto, por lo que problemas legales y financieros obligaron a cerrar la editorial en 1994.
Es por ello que el autor regresa definitivamente a las dos «majors» con el comienzo del siglo XXI. A partir de 2005, en Marvel dibuja números sueltos para series como «Jóvenes Vengadores», «X-Men», «Los 4 Fantásticos» o «Los Nuevos Vengadores». Y desde 2010 ha realizado para DC las miniseries «Batman: Odyssey», de nuevo «Deadman», «Batman contra Rash Al´Ghul» y «Superman. La llegada de los Superhombres», todas como autor completo, además de participar en las antologías «Batman Black and White» y «Action Comics: 80 Years of Superman».
Al margen de sus logros artísticos, Adams también tuvo un papel esencial en la reivindicación artística y laboral de Jerry Siegel y Joe Shuster, los creadores de Superman en 1938, que en el momento del multimillonario estreno del filme protagonizado por Christopher Reeves en 1978 se hallaban en la indigencia. Ancianos y enfermos, no habían percibido un solo royalty por su creación, por lo que el dibujante encabezó una gran campaña mediática, involucrando a prensa, televisión y compañeros de profesión, hasta que obtuvo el justo reconocimiento creativo y económico por parte de Warner Communications, empresa dueña de DC Comics, que compensó adecuadamente a los dos autores. Incidiendo en el mismo tema, en 1978 también colaboraría en la creación de la Comic Creators Guild.
Neal Adams se casó en primeras nupcias con la colorista Cory Adams, residiendo hasta su fallecimiento en Nueva York con su segunda esposa, Marilyn, y sus tres hijos, Jason, Joel y Josh. El celebérrimo dibujante y editor de DC Jim Lee ha afirmado: «Neal Adams fue un ilustrador increíble, que cambió los cómics. Me encantó su interpretación de Batman. Era ágil, acrobático y dinámico. El trabajo de Neal sigue inspirándome. Esta es una gran pérdida para toda la industria».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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