Secciones
Servicios
Destacamos
Luciano González Sarmiento (Barreda, 1937) es conocido por su faceta musical. Pianista del Trío Mompou con una dilatada carrera internacional como intérprete y profesor universitario durante 32 años ha conocido el éxito en los escenarios de casi todo el mundo, sobre todo de Europa y ... América, pero de joven, según confiesa, quería ser poeta: «Cuando aparecen los primeros amores, con catorce o quince años, tuve una incitación al verso y empecé a escribir poemas. Me ilusión era ser poeta, pero fui músico porque así es la vida. De pronto te aparecen otras ilusiones y me he pasado 50 años dando conciertos», explica. También es desde hace 25 años el asesor y programador de música clásica en la Fundación Botín -ahora el Centro Botín- y por ello, y para celebrar estas 'bodas de plata' el sábado fue objeto de un concierto homenaje en el Auditorio del edificio diseñado por Renzo Piano, un recital que llevó por título 'Música y poesía' y en el que se interpretaron diez obras compuestas por distintos músicos a raíz de otros tantos poemas suyos. Un homenaje que González Sarmiento vivió con una gran emoción y que le permitió subir de nuevo al escenario para recitar alguno de esos versos.
El concierto y la celebración de esos 25 años puede ser un momento para rememorar esa labor callada y respetada que desarrolla en esta institución. Un trabajo que realiza con una gran «ilusión» y que le ha permitido conocer a grandes creadores, tal y como explica. Fue Enrique Martínez Berro, por entonces director general de la Fundación Botín, el que le llamó para participar en la comisión asesora. «Esa comisión estaba formada por Enrique Franco, José Luis Ocejo, Emilia Levi y José Luis Montes. Pero poco a poco se fue diluyendo y me fui quedando solo. Entonces fue cuando decidieron que me pusiera al frente de la asesoría musical y de la programación del ciclo de música clásica», recuerda. «Una labor maravillosa», recalca.
Si tuviera que hacer un balance de estos años sería, según dice, «como hacer un balance de mi vida porque me sentí muy ilusionado por el encargo y he tratado, aún lo hago, de llevarlo a cabo con mucho entusiasmo. Siempre he intentado convertir en placer mi trabajo y por eso creo que he sido un músico y un poeta muy placentero y lo mismo con la docencia porque de verdad siempre he buscado la satisfacción del trabajo bien hecho», insiste.
Su tercer gran amor, además de la interpretación y la poesía es la docencia, una labor que ha desarrollado con gran ahínco en la Universidad Politécnica de Madrid. Así mismo es musicólogo e investigador en el ámbito psicopedagógico y un referente para la creación musical con más de un centenar de obras de compositores españoles estrenadas.
Pero fue cuando se jubiló de la Universidad y cuando su hijo, que también es pianista y filósofo, se fue a vivir a Munich para continuar sus estudios, cuando García Sarmiento recuperó la poesía. «Vivo en un pueblecito de Valderredible que es un paraíso y en donde ahora, que he relegado la música -y digo relegado porque no se puede dejar-, me he centrado más en el verso. Porque para mí el verso es una necesidad y en esta última etapa de mi vida necesito escribir poemas porque el verso me permite transformar el lenguaje cosa que no me permite la prosa».
Pese a todos sus éxitos asegura que no echa de menos los escenarios. «Y eso que siempre he sido un hombre de escenario, bien para actuar o para dar conferencias pero cada vez más necesito el retiro y alimentar el pensamiento más que el recuerdo. El recuerdo a veces me perturba un poco porque casi siempre se traduce en nostalgia porque uno no solo rememora lo que ha hecho, también lo que no ha hecho. Así que vivo en un cierto bienestar interior aquí en el valle de Valderredible y no añoro nada en lo referente a ser un personaje público. Naturalmente a las personas siempre las echo de menos».
Sobre el panorama musical de Cantabria, y desde ese retiro, asegura que «vivimos un tiempo peliagudo». Una época «alterada» por la pandemia y por el estallido de guerra de Ucrania. «No obstante desde este bello pueblo en el que vivo siento y percibo una vida musical bastante ilusionada y con intento de desarrollo. Los conservatorios en Cantabria funcionan bien. Hay alumnos que tocan muy bien y buenos músicos, muchos de ellos están enseñando con gran categoría», indica. Y en lo referentes a las instituciones cree que esta comunidad tiene buenos referentes: El FIS, el Encuentro de Música y Academia de la Fundación Albéniz y el Centro Botín. «¿Sabes qué es lo que percibo desde aquí? Que en lo referente a la música, Cantabria tiene una gran vitalidad», concluye.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.