Las redes sociales, paradigma y paradoja de la nueva comunicación
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Las esperanzas depositadas por la sociedad en las nuevas plataformas digitales contrastan con el clima tóxico que las caracterizaUna mentira repetida mil veces se convierte en verdad, dicen. Y debe ser cierto, aunque uno ya duda porque lo ha escuchado por lo menos un millar de veces. La frase se la atribuyen a Joseph Goebbels, el ministro de propaganda de Hitler. Que, visto ... el apoteósico desastre en que consiguieron sumir los suyos a toda Europa y gran parte del mundo, algo sabía de mover masas y de convencerlas de esto o de lo otro. A menudo de auténticas barbaridades, lo cual hace la gesta más sublime dentro de lo atroz. Un logro que se ha analizado desde todos los frentes, pero que se explica como ninguno atendiendo al ámbito de la información y de la comunicación: desde la estética, el discurso social y, sobre todo, los medios, con la prensa escrita y la radio como grandes armas de concienciación masiva. Desde tales atalayas arengaron durante años a una población que acabó convencida de su esencia superior, aun cuando no tardaron en comprobar que las balas y las bombas mataban a unos y a otros por igual. Ahora, más de medio siglo después, andamos todos, los unos y los otros, tirándonos los trastos a la cabeza con nuestras inquebrantables verdades, convencidos, a menudo sin saber explicar muy bien por qué, de aquello que reiteramos y difundimos con enfermiza solidez y constancia.
En nuestra defensa diremos que ahora lo tenemos más fácil. Quien más y quien menos tiene su propia radio, su propia televisión y su propio periódico encerrados en el bolsillo. El capitalismo ha distribuido los medios de producción de Marx entre las masas que retrató Ortega, y nos ha hecho creer que todo lo que uno pueda pensar es susceptible de ser información interesante, cuando no imperiosamente necesaria, para los demás.
Pero, ¿es esto así? Disponemos de más información, de más herramientas de comunicación y podemos acceder a más fuentes que nunca pero, ¿estamos mejor informados? Esa es la paradoja del asunto: todo parece indicar que sí, que atravesamos, en ese sentido, uno de los mejores momento de una Historia que arrancó, casualidad de casualidades, cuando empezamos a escribir, es decir, a registrar la forma en que los seres humanos nos comunicábamos. Pero, a la vez, pocas veces la información y la comunicación se han enfrentado a tormentas tan profundas y violentas como las que han provocado internet y las redes sociales.
El cuarto Congreso de Periodismo Cultural, que se celebrará la semana que viene en Santander impulsado por la Fundación Santillana, tiene por objeto examinar este nuevo escenario y llevarlo a debate entre los representantes de más de 30 de los medios de comunicación más relevantes de España. Entre otros estarán ABC, El País, La Vanguardia, Jot Down, El Mundo, Yorokobu, ElDiario.es, The Objetive, Agencia EFE, PlayGround o RTVE.
Con el título de 'El linchamiento digital', pondrá las once ponencias que lo componen al servicio del análisis del papel que juegan las redes sociales y el ámbito digital en el nuevo panorama informativo. El congreso comenzará analizando las características de este nuevo ecosistema, definido de forma tan creativa como certera como el 'enjambre digital'. Porque si algo hay en las redes sociales es ruido, un murmullo sordo y constante que se corresponde con el zumbido de una legión de avispas dispuestas a atacar a todo aquello que no se corresponda con las premisas con que condicionan su propia realidad. Da igual si son medios, periodistas, científicos, divulgadores o usuarios concienciados de la necesidad de contrastar y de no tragar con el primer titular que llegue acompañado por unos cuantos cientos de retuits o 'me gusta'. El panal de la desinformación esconde fuentes infinitas de amargura y desprecio, capaces de alimentar sin pausa a los adláteres de un egocentrismo tan necio y supremacista como miope y agotado en si mismo.
Ese, el de la opresión y la tiranía del pensamiento, será otro de los aspectos analizados durante las tres jornadas que compondrán el foro. 'Violencia y control en la revolución digital' será la segunda de las ponencias. ¿Es que ha existido alguna revolución que no tuviese en el fondo de su germen las ansias de dominio y sumisión de quienes iban contra el propio movimiento? Rotundamente no, y mucho cuidado con disentir... El caso de la revolución digital, cuyos vientos auspiciaban fragancias tan dulces y embriagadoras como la de una mucho más amplia participación ciudadana en los asuntos públicos o la multiplicación de las fuentes de información y de las herramientas de difusión, vuelve a certificar ese carácter intrínseco y excluyente de los cambios, que lo aspiran a cambiarlo todo menos a si mismos. En ese sentido, la revolución digital ha multiplicado hasta tornar en atronador el eco del desprecio de quienes quieren marcar la pauta social a través del altavoz de la pantalla de su móvil o de su ordenador, sin ceder un milímetro ante quienes tienen opiniones diferentes. Por contrastadas que estén. Los medios, como garantes de la veracidad a través del tratamiento profesional de la información, se encuentran en el foco del huracán, y no se van a quedar callados.
Lograr rebatir corrientes alternas y premeditadamente desenfocadas de información es otra de las grandes cuestiones del ecosistema mediático y comunicativo generado por la irrupción de las plataformas digitales en la sociedad. Sin embargo, cuando son miles las fuentes y las técnicas, cuando se utilizan todo tipo de herramientas y estrategias enfocadas a distorsionar la experiencia informativa, el reto se torna hercúleo, monumental, casi inasequible. Pero dejarlo ser es darse por vencido y asumir que el conocimiento, el rigor y la veracidad han perdido la batalla, y no caerá esa breva. Sobre esa turbia realidad versará la siguiente ponencia del congreso, titulada 'Difamación y resentimiento: la hora de las cuentas pendientes'.
El cuarto Congreso de Periodismo Cultural encara el tsunami digital sin volver la cara ni renunciar a casos prácticos reconocibles por cualquier persona o usuario. Nada de andarse por las ramas, todo al campo de batalla: la medicina, por ejemplo. Una ciencia que en el plano virtual sufre deformaciones propias de ciencia ficción, y que provoca auténticos estragos a los que se enfrentan cada vez más los propios profesionales del ámbito sanitario. ¿Quiere usted informarse en internet de tal dolencia o sensación? Dese por muerto, en el mejor de los casos. De ello hablarán en 'La medicina sometida al acoso: crónica de un asedio'.
Volvamos al principio y repitamos una y mil veces: una mentira repetida un millar de ocasiones se convierte en verdad consistente y difícil de rebatir. A la vista de lo cual, una mentira repetida millones de veces y por cientos de miles de usuarios, ¿en qué se convierte? En una auténtica farsa planetaria. Pero no hace falta ir tan lejos, basta con jugar con la escala. Porque para rebatir y vilipendiar la información suministrada por quien puede, sabe y debe ofrecerla, bastan unos cuantos demagogos con ganas y tiempo para insistir lo suficiente, o algún programador docto en las artes de programar incansables 'bots' capaces de insistir hasta el aburrimiento o de suplantar cuentas o identidades ajenas. Aquí no todo está inventado. Muy al contrario: en el plano digital todo se reinventa constantemente y, como en el universo de Star Wars, los dos lados de la fuerza compiten sin tregua ni descanso por apropiarse del poder. El poder de decidir qué es verdad y qué no lo es, la capacidad de establecer cuál es el auténtico retrato de la realidad, y quién es el que se empeña en distorsionarla. Apasionante combate en el que se juegan infinidad de cosas trascendentes: desde miles de millones de divisas hasta los valores que alumbrarán, o no, un futuro mejor.
Hablando de millones, el oro negro del entorno digital, el valor a resguardo de toda imprevisible variación de los mercados, son los datos. Porque aquí todos son datos, y aunque no hay pólvora ni uranio de por medio, la carrera armamentística está tan a la orden del día como en el plano geoestratégico. Y sobre eso versará otra de las ponencias del evento, 'El mercado de datos personales: una herramienta de manipulación política'.
Si han llegado hasta aquí conservando algo de fe en el género humano, felicidades. Y bien qué hacen, pese a tanta sombra. Porque la ingenuidad, como el desconcierto, también tienen sus límites, y sobre la cara turbia de las redes sociales y las plataformas digitales estamos todos aprendiendo a marchas forzadas. Un aspecto fundamental que se analizará durante el debate 'El ocaso de la ingenuidad: estrategias culturales de la desconfianza'.
La tercera jornada del cuarto Congreso de Periodismo Cultural se cerrará durante la mañana del viernes 27 con las tres últimos debates: 'Bullying colectivo', 'El algoritmo tóxico: cómputo y estadística de la opinión pública' y 'Fervor y pasión en la era cibernética: emociones aflictivas y turbación digital'. Tres nuevos enfoques de una realidad, la de la información y la cultura en el ámbito digital, al albor de una transformación que aunque parece que ya lo ha cambiado todo mucho, en el fondo no ha hecho más que empezar.
Desinformación, propaganda, sesgo informativo, tecnología al servicio del descrédito, altavoces sometidos al ruido, tiranos de la imagen y la palabra, masificación discursiva, gregarismo opinativo, ausencia de filtros informativos... Mucho a debatir, mucho que aprender y, sobre todo, mucho que ganar. No unos, ni otros. La verdad. Y, con ella, la sociedad.
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