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Moncho Borrajo lleva 47 años haciendo humor sobre la realidad política y social española, pero en la actualidad está también interesado en la escritura y la pintura. En breve publicará una nueva novela, que va de asesinatos en un crucero que da la vuelta al ... mundo. Ya va por el libro número veinte. Mañana presentará en el Auditorio Salesianos su último espectáculo 'Borrajo + Perdido' (20.30 horas). Monólogos, historias, humor, ternura y un poco de mala leche, «no mucha, ya hay demasiada en este país», dice. Un espectáculo a la carta dónde el público vota lo que quiere escuchar de este cómico, poeta y pintor.
'Borrajo + perdido' «es un resumen de mis 47 años haciendo reír a este país para poder pagarme la Seguridad Social y ahorrarme antidepresivos», reconoce el cómico quien explica que es un espectáculo interactivo en el que al entrar la gente tiene que votar qué monólogos quiere ver y oír. Eso sí, «la base del espectáculo es que estoy hasta las narices de lo políticamente correcto porque ya no podemos hacer humor de nada y todo el mundo se enfada». Y recuerda que hace poco contó un chiste de homosexuales «y una señora me llamó homófobo. A mí, que hasta Franco sabía lo que soy».
Qué. 'Borrajo + perdido', un espectáculo interactivo donde el público decide lo que quiere ver.
Cuándo. Mañana, a las 20.30 horas.
Dónde. En el Auditorio Salesianos, en Santander.
Entradas. Desde 17 euros. Se compran en taquilla o en la página www.giglon.com.
Moncho Borrajo ha sido siempre humorista y por eso, insiste que «libertad de expresión es distinto a libertad de insulto». «Nunca he atacado a discapacitados o religiones. Sí he contado chistes contra las personas que dentro de la religión dicen barbaridades, como un arzobispo que dijo que los homosexuales somos unos tarados mentales y le contesté con gracia».
El espectáculo comienza con una voz que explica que «en este país ya no se puede hablar de negros, de cojos o tartamudos... y yo me pregunto... entonces ¿de qué hablo?, porque de política estamos ya cansados de que nos tomen el pelo. Durante la Transición tuve sentados en la sala a Fraga y Carrillo riéndose. Sin embargo, los políticos de ahora no tienen el más mínimo sentido del humor. Y luego han entrado en escena los graciosillos del Congreso como Rufián y toda esta panda que dice tonterías...». Los personajes de la televisión llaman poderosamente la atención de Moncho Borrajo, sobre todo aquellos que «presumen de ser burros y de no saber. Es el colmo, soy tonto y me aplauden», explica.
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¿Qué vota el público? Borrajo explica que en todos los teatros le piden el monólogo de la pareja de pijos que se compra un adosado en las afueras de Madrid. «Más bien en Toledo (ríe) y ella está encantada y él no tanto porque tiene que levantarse a las cinco de la mañana para ir a trabajar. Han dejado un piso de 250 metros en Madrid para vivir a las afueras en una casa de 180 metros cuadrados divididos en tres plantas». Si él tuviera que votar, no sabría por cual de sus monólogos decantarse -«son todos como hijos para mí», reconoce-. Y si los políticos tuvieran que escoger uno, piensa que les resultaría difícil porque «tienen un ego muy grande. No entienden el chiste sobre su persona, pero también les gusta ser protagonistas. Si los periodistas no sacaran a los políticos en periódicos y televisión se volverían locos. Ahora que empezamos con las 'erecciones cerebrales' como digo yo, pierden el culo por una foto. Es alucinante. Cualquier periódico se llena con políticos, futbolistas y esquelas. Y luego un detalle cultural y un toque urbano».
A Moncho Borrajo le hacen reír los niños y cómo preguntan las cosas. Luego, cuando crecen, hay pocos personajes públicos que le hacen reír y si hablamos de política «no le encuentro la gracia a muchas cosas que hacen», afirma. «No me hace gracia este constante insulto de facha o gilipollas. Si quieres atacarme hazlo con gracia, aunque ahora hay más censura que con Franco», indica quien opina que el inteligente no es el humorista, sino el público. «Yo tenía mucha fe en las monologuistas porque la mujer es más aguda e incisiva. Y al final se han convertido en la otra cara de la luna y hacen el mismo chiste machista. El otro día una chica ponía en Facebook que el día del padre era el día del terrorista. Y yo me preguntaba quién será su padre. Las redes sociales son como un psiquiatra para mucha gente, que las utiliza para vengarse y sacar toda su mala leche».
La clave de su éxito está en «mi ternura natural», dice. «Si me meto con el público notan que no hay odio. Digo burradas y se parten. Además, soy una persona que hablo muy clarito, al pan pan y al vino vino. Esto me ha costado que me cerraran las puertas de muchos teatros. Y luego tengo dos carreras universitarias, me gusta leer y he escrito veinte libros. No soy el comicucho sin cultura que no sabe improvisar», dice.
Terminamos la entrevista con algo gracioso... «Es un consejo: vayan a un buen médico estético porque algunos especialistas dejan la cara en pausa» (ríe).
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