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Fallecido el maestro Charles Aznavour, la figura internacional de la música melódica que continúa en activo con más edad es el cantante norteamericano Anthony Dominick ... Benedetto, nacido el 3 de agosto de 1926. O sea, Tony Bennett, de quien en su día se manifestara públicamente admirador su afamado colega Frank Sinatra. «Tony es el mejor cantante que hay», afirmó rotundo. Tales palabras le inyectaron en el ánimo oxígeno de escena, declarando: «Sinatra cambió mi carrera entera cuando dijo en la revista Life que yo era su cantante favorito. Cuando escuché que había dicho esto, de repente sentí que tenía que estar a la altura de esa clase de elogios, sobre todo viniendo de alguien a quien consideraba mi maestro. Me hizo querer que mis actuaciones fueran lo mejor posible».
Bennett sigue tan en forma que incluso acaba de presentar el disco 'Love Is Here To Stay', primer álbum que graba a dúo con Diana Krall. Homenajean a los clásicos más clásicos de los inolvidables hermanos Ira y George Gershwin y lo hacen de manera espléndida, con una calidad y buen gusto nada comunes ni en la música ni en más campos del arte en los vulgares tiempos que corren. Uno de los aspectos menos conocidos por quienes admiran su trayectoria y compran cada uno sus discos es que Tony pinta muy bien. Sus propias fuentes informativas matizan al respecto para que no quede duda de que este asunto es importante que el interés por tal actividad le surgió de niño y que coge los pinceles cada día, incluso mientras realiza sus giras. De hecho, ha expuesto obras en galerías de todo el mundo y Naciones Unidas le encargó dos cuadros, uno para el cincuenta aniversario. Su pintura original, 'Homenaje a Hockney', se exhibe en el Instituto Butler de Arte Estadounidense, y el National Arts Club en Nueva York es el hogar de la pieza «Boy on Sailboat, Sydney Bay». Además, tres de sus trabajos forman parte de las colecciones permanentes del Smithsonian Museums, incluído el retrato de su amigo Duke Ellington, catalogado en la colección de National Portrait Gallery.
Tony es, sí, un artista polifacético que ha protagonizado numerosas actuaciones en favor de entidades destinadas a combatir enfermedades, carencias sociales, fomentar la educación y los derechos humanos, etc. Su expresión, de eterna sonrisa, demuestra que constituye un paradigma de alma, corazón y vida. Crooner de referencia, ha recibido innumerables premios profesionales, así como honores institucionales de máximo nivel. En EE. UU. es un auténtico ídolo. Pero no sólo allí sino también en otros países y continentes. Queda confirmado cada vez que se anuncia una actuación suya: las entradas vuelan en pocos minutos. Lógico. Somos muchos los que anhelamos verle en vivo, los que desearíamos poder contar que un día asistimos a uno de los recitales del gran Tony Bennett, referente de calidad. En definitiva, al recital de una estrella del show. La última en su género. Y eso sucede del mismo modo que todos los cantantes que ahora están de moda, en el momento cumbre de popularidad, quieren grabar con él. Lady Gaga, una de las elegidas, manifestó que su trabajo con Tony le ayudó a salir de un pozo muy profundo en el que cayó como consecuencia del éxito sin riendas. «Tienes que desprenderte de tus trajes locos y sólo cantar. Sé tu misma», le aconsejó.
Ella confiesa: «Le digo todos los días que me salvó la vida». Lo que es Tony desde el punto de vista humano -él también conoció el tremendo lado oscuro de la existencia y supo regresar a la luz- queda resumido en la respuesta que dió a una pregunta periodística: «Me gustaría que me recordaran como una buena persona». Nada más. Y nada menos.
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