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Ocho nuevas miradas irrumpen en el Centro Botín para mostrar su joven forma de observar el mundo. Son los ocho artistas que fueron seleccionados en la XXIV Convocatoria de Becas de Artes Plásticas de la Fundación Botín y que muestran desde hoy y ... hasta el 3 de junio el trabajo realizado con esa ayuda. En esta ocasión los artistas: siete españoles y un cubano, han optado por «traspasar los límites del lenguaje convencional para narrar lo no visible, lo inarticulado o lo indecible y servir de escaparate de las nuevas tendencias». Así al menos lo explicó ayer Benjamín Weil, comisario de la exposición y director artístico del Centro Botín, durante la presentación de la propuesta durante un acto en el que estuvieron presentes los ocho artistas y Fátima Sánchez, directora ejecutiva del Centro Botín.
Hace ya 24 años que la Fundación Botín puso en marcha este programa de becas que en esta edición ha servido para que estos ocho artistas desarrollaran su proyecto con los 23.000 euros de beca que se les ha concedido a cada uno, una convocatoria a la que se presentaron 703 solicitudes de 53 países diferentes. Una de las principales novedades en esta ocasión es que las obras, por primera vez se muestran en el edificio de Renzo Piano en la que es, además, la primera exposición de 2018.
Tras un año de trabajo en distintos puntos de mundo desde La Habana (Cuba), Oaxaca (México), Sao Paulo (Brasil), Berlín hasta varios puntos de España, los ocho elegidos por un jurado compuesto por Ibon Aranberri, Lorena Martínez de Corral, Bárbara Rodríguez Muñoz y Wilfredo Prieto presentaron ayer el resultado de su trabajo. Unas obras con muchas coincidencias y distintos lenguajes si bien, los becarios de esta edición se han decantado por la instalación y el videoarte para dar a conocer sus investigaciones.
Fátima Sánchez Directora Centro Botín
Irma Álvarez-Laviada (Gijón, 1978), Elena Bajo (Madrid, 1976), Josu Bilbao (Bermeo, Vizcaya, 1978), Felipe Dulzaides (La Habana, Cuba, 1965), Rafa Munárriz (Tudela, Navarra, 1990), Alex Reynolds (Bilbao, 1978), Leonor Serrano Rivas (Málaga, 1986) y Pep Vidal (Tarrasa, 1980) son los artistas incluidos en esta muestra y, según señaló Benjamin Weil, sus creaciones traspasan los límites del lenguaje convencional para narrar lo no visible, lo inarticulado o lo indecible, y servir de escaparate de las últimas tendencias artísticas. «Este año destacaría la importancia que adquiere el espacio, tanto el físico como el espacio expositivo con sus especificaciones. Se trata de un espacio en el que concentramos nuestra atención en una sola cosa a la vez. Es un espacio en donde podemos dedicar tiempo a mirar, a pensar y a reflexionar», aseguró.
Para el comisario de la exposición, en la muestra también se puede apreciarla preocupación del artista «por cómo interpretamos la realidad, por cómo construimos nuestro entendimiento del mundo exterior. La exposición nos muestra cómo los artistas reflexionan sobre el tema de las noticias falsas y las capas de la realidad más compleja, para contarnos algo nuevo sobre lo que nos rodea».
«Considero que la calidad del espacio expositivo ha sido parte integral en la concepción de los trabajos expuestos. Hay un origen común en ellos, que es el uso de la forma de la instalación. Una tendencia que empezó en los años 60, quizá con la idea de cambiar las reglas del juego. El visitante ya no entra a la exposición de forma pasiva, sino que lo hace de forma activa. Tiene que combinar todos los recursos para elaborar su propio itinerario narrativo, integrando los elementos que se ofrecen. Todos los proyectos de Itinerarios XXIV tienen esta cualidad común», concluyó.
Para Fátima Sánchez, «tras 23 años de 'Itinerarios' esta edición es muy especial, ya que se hace por primera vez en el Centro Botín. Lo que vamos a ver es la consolidación y el crecimiento del proyecto realizado por la Fundación Botín, que constituye una apuesta por el arte más actual».
Como viene siendo tradicional tras la presentación por parte de Benjamín Weil y la directora del Centro, los artistas seleccionados este años tomaron la palabra y fueron mostrando sus trabajos uno por uno.
Así, la gijonesa Irma Álvarez-Laviada, ha centrado su proyecto multidisciplinar en la obsesión por la materia y la concepción de la reversibilidad del tiempo en relación a las dinámicas de apropiación de las obras. Para ello ha realizado una residencia artística en el Instituto de Patrimonio Cultural de España, registrando el proceso de restauración del Ecce Homo de Jusepe de Ribera. Y todo ello lo ha captado a través de obras de vídeo, fotografía e instalación con las que ha generado una serie de piezas que dan una forma visual a la captura, catalogación y borrado de información que, como consecuencia articulan «la incompletitud de las obras de arte».
Elena Bajo, una joven artista madrileña, se desplazó hasta Tehuantepec, en Oaxaca (México) para hacer su investigación. Un trabajo intelectual y emocional en el que ha investigado el impacto ambiental y social que tienen las economías de explotación en la tierra y en las comunidades más antiguas, especialmente en algunos lugares de América Latina. Asimismo, ha recogido las voces y estrategias de resistencia utilizadas por las sociedades indígenas para descolonizar tanto el territorio como el lenguaje y el pensamiento y para ello ha estudiado el impacto de un proyecto español de energía eólica en el Istmo de Tehuantepec, en Oaxaca (México), tierra de las comunidades zapotecas.
Desde Bermeo, Josu Bilbao parte su trabajo del verbo 'asàska' que en euskera puede entenderse como una especie de desahogo emocional que hace referencia directa a nociones espaciales. Para ello ha creado un conjunto escultórico a base de objetos de distintos materiales y que ha colocado en el suelo.
El habanero Felipe Dulzaides, el mayor de todos los becarios, trae al Centro Botín un proyecto en el que el arte y la música se dan la mano. Lo hace a través del sonido de las armónicas de los afiladores de La Habana. A día de hoy sólo quedan 27 amoladores, que es como se conoce en Cuba a estos profesionales, y este artista ha querido destacar su trabajo. Además ha creado un diálogo musical entre las diferentes gamas melódicas de los amoladores con músicos profesionales de jazz de La Habana, interrumpido por sonidos accidentales urbanos.
Benjamin Weil Comisario
Para su obra Rafa Munárriz toma como punto de partida los bloqueos urbanos experimentados por el artista en la ciudad de São Paulo (Brasil). Conceptualmente su trabajo se sitúa dentro del espacio que confronta al ciudadano con su entorno, marcado por las limitaciones urbanas, sistemas de tránsito y políticas de circulación. Así ha traído una puerta metálica o 'persiana' de 5 por 2 metros y unos 100 kilos de peso que levitará ligeramente sobre el suelo de la sala generando una tensión entre pesadez y ligereza, bloqueo y circulación.
La artista y cineasta bilbaína Alex Reynolds juega en una pieza cinematográfica con el concepto de la hospitalidad y sus consecuencias a través del sonido, que atraviesa e invade con extrema facilidad espacios y cuerpos, transformándose a veces en exaltación, y otras en violencia. Así, en la película 'A Fox Comes In', Reynolds arrastra al espectador hacia un espacio dominado por el sonido, en el que la voz, los ritmos y los ruidos -tanto musicales como domésticos- generan la narrativa y una serie de dinámicas relacionales entre dos sujetos.
Para esta exposición Leonor Serrano Rivas presenta dos movimientos escultóricos entrelazados que, al desarrollarse, solapan el fondo y la figura a través de la danza y el tarareo. Compuesto por una proyección en un primer plano y, en un segundo, un área de bastidores poblada por objetos, la combinación de ambos crea una trama a partir de pequeñas acciones performativas generadas por un grupo de mujeres.
Con el objetivo de poder mostrar al máximo parte de la información invisible que está a nuestro alrededor, otro de los becarios, Pep Vidal, licenciado en matemáticas y doctor en ciencias físicas, desarrolla con 'El árbol y las vacas' un método que le permite entender y relacionarse mejor con el mundo y poder mostrar la realidad escondida. Su trabajo para Itinerarios XXIV consta de seis esferas de PVC hinchables blancas, organizadas en fila, de mayor a menor, o viceversa, según se mire. Debido al tamaño de las esferas, la instalación en su conjunto se aprecia como una experiencia inconmensurable, un juego sin normas aparentes que se sale de nuestra escala de medición cotidiana.
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