«Ni me he ido, ni he regresado, la vida del actor es ir dando vueltas por ahí»

-'Amar' es el cuarto proyecto que comparte con el músico Fernando Egozcue. ¿Qué se va encontrar el espectador?

-Es una selección de fragmentos de los distintos trabajos que Fernando y yo hemos hecho juntos desde que nos conocimos, hace casi diez años, con algunas cosas nuevas que hemos incorporado, como algunas canciones originales nuestras. El resultado es un repertorio ecléctico de textos teatrales, poéticos, canciones propias y ajenas: de Concha Piquer a Albert Pla pasando por Serrat o Caetano Veloso, Lorca, Santa Teresa de Jesús y un variado etcétera.

-¿Cómo surgió el binomio?

-Le vi tocar con un amigo en un pueblo de Ávila. Esa misma noche ya hicimos buenas migas y le llamé después para que me acompañara en un recital en un solar en el centro de Madrid gestionado por los vecinos. Yo me llevé algunos libros. Leía cosas y él acompañaba las palabras con la guitarra. Todo improvisado. Al acabar, decidimos montar un primer repertorio. Ese espíritu de improvisación y diversión de aquella primera vez actuando juntos se ha mantenido siempre. Montamos un primer recital con voces poéticas del 27 y del medio siglo: 'Todo dice que sí', después un relato de las movilizaciones populares en España en los siglos XX y XXI (siempre a través de la música y textos de origen muy diverso): 'España ingobernable', luego un recital de literatura del siglo de oro: 'Polvo enamorado', un relato de los exilios de ida y vuelta entre España y Latinoamérica huyendo de nuestras respectivas dictaduras en el siglo XX: 'Te quiero, Benedetti'. Además, un homenaje a Machado y otro a Juan Goytisolo. Un no parar. 'Amar' es una selección de todo eso.

-Debe ser un reto girar con un espectáculo en estos tiempos del covid.

-Ha habido que acostumbrarse a ver al público oculto tras la mascarilla. Afortunadamente, parece (crucemos los dedos) que la cosa empieza a remitir.

-¿Cómo lo lleva, tanto a nivel profesional como personal?

-En lo personal, bien. Como miembro de esta sociedad, desolado.

-¿Es ahora aún más arriesgado vivir de la escena?

-Siempre habrá escena. La calle misma es escena.

-¿Su activismo social y político le ha podido pasar factura?

-Si ha ocurrido yo no me he enterado.

-Ha ganado su segundo Goya. ¿Que puede suponer?

-Los premios son alegría de una noche. No garantizan más trabajo, en absoluto. Aunque, como decía mi padre: todo es bueno para el convento.

-¿Hay proyectos?

-No hay nada seguro en la vida, salvo la muerte, dicen. Ni me he ido, ni he regresado, la vida del actor es ir dando vueltas por ahí. A veces, haces una obra de teatro. A veces, una película. A veces, nada.

-También participa en la serie televisiva 'Reyes de la noche' sobre periodismo deportivo aunque el deporte no es su fuerte.

-La serie es estupenda. Como todas, habla de relaciones humanas. Específicamente, de relaciones humanas pervertidas por la lucha por el poder.

-Estudió periodismo. ¿Cómo ve la profesión?

-El periodismo me parece una de las profesiones más nobles, apasionantes y necesarias. El gravísimo problema son las empresas propietarias de los grandes grupos de comunicación. Empresas privadas con enormes intereses privados -en sectores como la banca o la electricidad, por ejemplo- incompatibles con los intereses generales y con el derecho a la información.

-Y la política, ¿le interesa o solo como espectador?

-Todos estamos dentro de la política. A mi entender, la política no son los partidos políticos ni las instituciones oficiales. Eso es sólo una parte de la política. La más fea, por cierto. La política es cómo tomamos las decisiones que organizan nuestras relaciones colectivas e individuales y cómo las gestionamos. Si me preguntas si me interesa entrar en un partido político mi respuesta es que deseo que se disuelvan todos los partidos políticos con sus secretarías generales, sus ejecutivas, sus aparatos, sus barones, sus facciones y toda esa lacra jerarquizada que, en parte gracias a la constitución del 78, ha usurpado el derecho a la participación política del conjunto de la población.

-Entre la clase política hay mucho teatrero ¿alguno que le llame la atención?

-Llamar teatro a lo que hacen los políticos es como llamar periodismo al 'OKdiario'. O peor. Afortunadamente hay gente muy valiosa y honesta, como Mónica García o Yolanda Díaz.

-¿Cómo recuerda los tiempos de Animalario?

-Como mi escuela de teatro y vida. Fueron casi veinte años, de 1995 a 2012. Y aún hoy, y para siempre, las trayectorias artísticas de quienes formamos aquel grupo en aquel tiempo se entrecruzan habitualmente.

-¿Y aquello de la 'catarsis del tomatazo'?

-Ahí me estrené. Con Willy Toledo. Nos pusieron tibios de tomates. Una noche feliz.

-Lorca, Machado, Benedetti, Santa Teresa... ¿Algún autor, algún texto con el que no se atreva o al que quiera homenajear?

-No hay porque tener miedo a ninguna voz escrita. Ellas están encantadas de ser dichas.

-No tiene redes sociales, ¿por algún motivo?

-Ya estoy saturado con el whatssap y el mail, como para sumar más cosas. Ni jarto grifa.