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La búsqueda trepidante por toda Europa de una antigua reliquia que marcará el curso de la Historia es la nueva aventura que Carla Montero propone a sus lectores en su nueva novela. 'El medallón de fuego', una obra ambientada en Berlín, en 1945 y que ... cuenta, entre sus protagonistas, con una de las mujeres del ejército rojo que combatió en la Segunda Guerra Mundial, una española que llegó a Rusia como niña de la guerra. De esta historia, del libro y de sus anteriores publicaciones, la escritora hablará esta tarde durante un encuentro que mantendrá con sus lectores en la librería Gil, a partir de las 19.00 horas.
-Su novela comienza con la búsqueda de una reliquia, el Medallón de Hiram. ¿Existe esa joya?
-La verdad es que es inventada, pero tiene algunas connotaciones que podríamos considerar reales. Para empezar el personaje de Hiram aparece mencionado en la Biblia y en otros escritos apócrifos y al parecer fue el arquitecto del templo de Salomón. Además está asociada a una leyenda que menciono en el libro y que se utiliza como rito de iniciación en algunas sociedades masónicas.
-A raíz de la búsqueda de ese medallón recupera a dos personajes de otra de sus novelas 'La tabla esmeralda'. ¿Es una especie de continuación de aquel libro?
-No exactamente. Sí es verdad que se recuperan esos personajes y que hay alguna referencia a aquella otra historia, pero yo he intentado que sean dos lecturas independientes. 'La tabla esmeralda' se publicó hace ya diez años y no podía obligar a mis lectores a hacer ese ejercicio de memoria ni tampoco a leerla a los que me han conocido en posteriores obras.
-Háblenos del momento histórico en el que se desarrolla la historia, ese mes que transcurre en 1945 entre que el ejército rojo entra en Berlín hasta que la ciudad es tomada por las tropas aliadas. ¿Por qué elige precisamente ese escenario?
-Porque creo que es un momento único en la Historia. Se dan una serie de circunstancias que hacen que no haya habido nunca nada igual. Las tropas soviéticas acaban de entrar en Berlín. Hitler se ha suicidado y la guerra ha terminado en Europa. Un momento que ellos llaman 'la hora cero' y en el que toca empezar de nuevo con todo. Se encuentran con una ciudad en la que la gente lo ha perdido todo y la ciudad parece un escenario apocalíptico. Bombardeada, llena de heridos, sin alimentos... en fin, unas condiciones que, como escenario para una novela, son únicas.
-La he oído decir que sus novelas más que históricas se enmarcarían en un contexto histórico. ¿A qué se refiere?
-Mis libros son una ficción que sucede en un escenario histórico. Es decir, yo no parto de un hecho histórico de verdad para la narración. Eso no quita que me guste que ese escenario esté bien construido y que sea fiel a ese contexto histórico porque al final es lo que ayuda al lector a que entre de lleno en la trama y empatice con los personajes. En mi caso me interesa el detalle de la vida cotidiana de ese momento, desde que comían hasta el tipo de ocio que desarrollaban. Cosas que creo que no se encuentran en los grandes libros de Historia.
-¿Y cómo se ha documentado?
-Esa casi es una labor de minería. Tienes que ir quitando primero las grandes piedras, es decir esos grandes acontecimientos históricos que uno encuentra según entra en la Wikipedia, y luego vas excavando, quitando piedra y capas, hasta que encuentras lo que para mí es el diamante y que como te decía son esos detalles como la marca de tabaco que fumaban o el tipo de alimentación que tenían.
-En la novela trata el tráfico de obras de arte, un tema que hasta hace poco no se consideraba un delito.
-Sí era delito, pero de forma aislada y dentro de la categoría de robo, como el que entra en una casa y se lleva todo lo que hay en ella. Ha sido a partir del año 2000 cuando las organizaciones policiales internacionales se empiezan a dar cuenta de que estos robos aislados acaban financiado mafias. Pero por la característica de estos delitos se necesitan especialistas que no solamente sepan de cuestiones policiales si no que también sepan de temas de arte. En España hemos sido pioneros y la Guardia Civil ha tenido una organización que ha servido y sigue sirviendo de modelo para otra organizaciones.
-También aborda un tema poco conocido el de las mujeres que combatieron en la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué se sabe tan poco de ellas?
-El caso de Rusia fue excepcional. En el resto de los ejércitos no admitieron mujeres en las filas salvo como enfermeras o en la retaguardia. En el caso del ejército rojo hubo cerca de un millón de mujeres en primera línea de fuego, desde pilotos en aviones de combate a conductoras de tanque o francotiradoras como la protagonista del libro. No fueron bien acogidas por sus mandos, pero me interesa mucho la visión que tienen de la guerra muy distinta a la de los hombres. Ellos tiene un relato más heroico, el de ellas es más humano y no tienen reparo en contar el lado más dramático.
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