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Antes de llegar a la sala de El Bosco, durante su primera visita al Prado, Fabio Biondi descubrió que había otros pintores que hacían un ... trabajo similar incluso antes que él. Le sirvió para apreciar mejor la obra y es una máxima que aplica a su labor musical. Violinista, director, fundador del ensemble Europa Galante, recala hoy con la formación en el FIS (20.30 horas), con la soprano Marie Lys y un programa de arias, conciertos y sinfonías de Antonio Vivaldi.
-En 2016 afirmaba que la música clásica estaba de moda. ¿Lo sigue estando en 2023?
-Creo que sí. Incluso, con toda la crisis que hemos pasado con la pandemia, las salas de conciertos están totalmente llenas de gente. Hay muchos jóvenes y con la privación de dos años sin música, llegan con más entusiasmo. Veo mucha gente y mucha expectación en el mundo de la música clásica, lo cual me hace ser optimista con el futuro.
-Destaca la presencia de más jóvenes.
-Absolutamente, sobre todo en el campo de la música antigua, de principios del siglo XVIII, tardorromántico o de principios del siglo XX. Hay una cercanía que sale, yo creo, del hecho que es una música con mucha improvisación y los jóvenes están pendientes de esta forma tan libre de tocar que hace que cada concierto sea diferente. Hay una nueva generación que se acerca a la música clásica.
-En este sentido, ¿se siente continuador de un patrimonio que es necesario preservar?
-Sí, sobre todo, creo que los intérpretes tenemos una obligación fundamental, justamente con esa nueva generación que se acerca a nuestros conciertos, es una buena ocasión para presentar una visión distinta de la historia de la música. Trabajar sobre compositores que no se conocen, que están a la sombra de otros. Coger de la mano al público y darle una formación y una idea más amplia de lo que compone esa increíble historia, con una riqueza enorme de nombres que hoy en día se han olvidado. El público es inteligente y hay que tratarlo como tal y estimular su curiosidad para aprender. Es una obligación por nuestra parte y un proyecto sociológico muy importante.
-Esa misión que menciona, le ha llevado 30 años de investigación. ¿Aún queda dónde buscar?
-Sí, enormemente, las bibliotecas están llenas de cosas riquísimas y habría que trabajar por mil años más. Eso sin hablar de tesoros desconocidos, perdidos entre fondos sin inventariar. Es excitante. Un trabajo increíble. En los últimos diez años he tenido la suerte de trabajar con el Festival de Varsovia, una relación que se aplica en un repertorio de romanticismo polaco en torno a Stanislaw Moniuszko, que es el Verdi de la ópera romántica polaca. Es deslumbrante. Descubrirlo y presentarlo al público es una forma de poner orden en la historia de la música. Si no, se puede pensar que fenómenos como Mozart, Rossini o Monteverdi son hongos que han salido por un milagro. Integran una generación de compositores increíbles. No es abrir y cerrar puertas, sino pasillos muy largos llenos de gente interesante.
-¿El milagro sería hacer que toda una generación cultive ese nivel de talento artístico?
-Claro. Al final del concierto se acerca gente y me dicen que nunca imaginaron que había autores con tanta calidad. Por eso hay que revolucionar un poco la forma de presentar los programas. Sobre todo de ópera; volver a una idea más global y evitar representar siempre las mismas piezas. Es una forma triste de robotizar al público.
-Marc Minkowski, que pasó el año pasado por el FIS, dijo que lo que une sus diversos proyectos es aprender nuevos repertorios y experimentar el poder de la música. ¿Qué vincula los suyos?
-Diría que tiene razón. Es una comida para el alma, entendida como crecimiento personal como intérpretes, acercarte a algo que no conocías y que te permite tener una visión más amplia. Y después, ser vector para la sociedad. El público tiene necesidad y derecho a saber que creemos que tienen esa sensibilidad.
-Ha repetido ese concepto de ampliar la mirada, de ofrecerle más contenido al público. ¿Esa era una de las metas al fundar Europa Galante?
-La época del nacimiento de Europa Galante fue sobre todo porque fallaba en el mercado una presencia italiana que se dedicara a la música antigua, una descripción de la que estoy un tanto en contra. ¿Qué es la música barroca? Son dos siglos, muchos cambios. El ensemble debe conocer el desarrollo del estilo, su evolución. El cambio de la historia es también interpretativo. Nuestro camino ha sido de curiosidad, el espejo un poco de cómo soy yo; investigar el repertorio, con un deseo de aprender. Ser músico hoy es como ser médico, un camino muy largo, nunca se llega al final y hay que tener mucha modestia, con informaciones nuevas cada día. Ser músico es una importante escuela de pensamiento que enseña a saber sobre un recurso enorme.
-Viendo su repertorio, Vivaldi, al que han dedicado 14 discos ¿es el ganador?
-Es un ganador porque cuando nació el ensemble, todo el mundo estaba esperando un Vivaldi historicista. Fue un poco el compositor mito, con el que nos han conocido, que ha supuesto premios, giras internacionales... Seguimos entusiasmados con él; nos acompaña en todo nuestro recorrido. Pero es un pequeño fragmento de una historia más compleja, da pie a que se escuche a otros menos interpretados. No rechazamos su imagen de compositor guía para nosotros, ni estamos cansados de tocarlo.
-¿Es más importante un premio para respaldar su actividad o como decía antes, que al final del concierto alguien se acerque a preguntar?
-La segunda hipótesis es mil veces más importante. Hay que darse cuenta de que los premios forman parte de un sistema de marketing, político. Te sientan muy bien, pero dudo que la gente, a cierto nivel, sepa si eres bueno o no por un premio.
-¿Encontrar una viola d´amore en un pequeño establecimiento parisino fue de lo más emocionante que le ha pasado?
-(Ríe) Ha sido una historia increíble. Hay situaciones donde la curiosidad, como encontrar un nuevo violín o un arco, pueden permitirte entrar en una historia milagrosa como esa de la de la viola d´amore. Contarla sirve para que la gente sepa que estas cosas pasan. La vida es extraordinaria.
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Ana del Castillo
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