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Para muchos de sus seguidores Mourad Merzouiki es el renovador mundial del hip hop. Hijo de inmigrantes argelinos, nació en 1973 en un suburbio de Lyon. Practicó artes marciales y de circo antes de dedicarse a la danza y con la compañía Käfig, creada en ... 1996, es uno de los coreógrafos de danza contemporánea más reconocidos de su país. Desde 2009 dirige el Centro Coreográfico Nacional de Créteil. Esta noche llega al Palacio de Festivales (20.30 horas) para la que es la última cita del Festival Internacional de Santander con la danza, un espectáculo en el que demuestra que los bailes callejeros también tiene n sitio en los grandes teatros y en las salas de conciertos. 'Cartes Blanchse' que es como se titula la propuesta que trae a Santander se creó con motivo del veinte aniversario de su compañía y supone el encuentro entre algunos bailarines que han pasado por ella.
-Llega al Festival Internacional de Santander, donde predominan la música clásica con un espectáculo de hip hop. ¿Cómo se lleva la música callejera a una sala de conciertos?
-Mi enfoque artístico desde hace más de veinte años es llevar la danza hip hop a los escenarios de los mayores teatros confrontando este movimiento con otras disciplinas para enriquecerlo y abrir las posibilidades. Mis espectáculos intentan buscar otros universos para sorprender a la gente. Desde hace unos años trabajo con el compositor Armand Amar, conocido por su gran música para películas. Este universo cinematográfico se percibe en sus composiciones y realmente aporta energía, poesía y sensación de viaje.
-¿Considera el hip hop como parte fundamental para el futuro de la danza?
-Cuando el baile hip hop surgió en Francia en los años 80, era una cultura nacida en la calle, percibida como una moda, efímera, poco seria, una cultura de los suburbios. Afortunadamente, algunos directores de teatro se arriesgaron con este estilo y abrieron sus puertas a los bailarines. Esto permitió que el movimiento evolucionara, que integrara los códigos de la creación coreográfica, pero manteniendo su propia identidad. Hoy la danza hip-hop tiene su lugar en el panorama coreográfico, está presente en las principales instituciones y lo que la convierte en un elemento esencial para el futuro de la danza es su capacidad para combinar las exigencias artísticas con la participación popular. Va y viene entre la calle y el escenario, entre los suburbios y el centro de la ciudad, es accesible al máximo número de personas, reúne al público.
- Käfig, que es el nombre de su compañía, significa Jaula. ¿Por qué decidió llamarla así?
-En 1996 decidí desarrollar mi propio universo artístico y fundar mi propia compañía, a la que di el nombre de mi primera pieza 'Käfig', que reunía a bailarines del norte de África y de Alemania, y cuyo tema era la exclusión, el confinamiento y las fronteras. Y la traducción de 'käfig' en ambos idiomas, árabe y alemán es jaula. Decidí mantener este nombre para la compañía porque es un contrapunto a todo mi enfoque artístico, que se basa en la apertura y el rechazo a encerrarse en un estilo.
-Háblenos de su compañía, muchos de sus componentes provienen de los suburbios.
-Cuando la danza hip hop se desarrolló en Francia, en realidad surgió primero en los suburbios y en la calle. Hoy en día esto sigue siendo así, pero en las compañías profesionales también hay bailarines que tienen una formación más académica, que provienen de la danza clásica o contemporánea. Estos encuentros de diferentes orígenes enriquecen el trabajo coreográfico.
-¿Cómo llegó a esta danza?
-Nací en 1973 en los suburbios de Lyon, de padres argelinos. Poco después de que naciera la cultura hip-hop en Estados Unidos. Surgió en los llamados barrios 'difíciles' con reuniones festivas en las que los jóvenes podían expresarse a través del arte -baile, canciones, grafitis- y no de la violencia. Yo era uno de esos jóvenes en Francia. De adolescente, en pleno cuestionamiento de mi lugar en la sociedad, me aficioné a este baile y a su espíritu con mis amigos del barrio, viendo el programa de televisión, ya mítico, 'H.I.P. H.O.P', presentado por Sidney. La profesionalización llegó desde el momento en que abrimos las puertas del teatro de la ciudad.
Sala Argenta Hoy. La Compagnie Käfig ofrece el espectáculo 'Cartes blanches'. Dirección artística, coreografía y puesta en escena de Mourad Merzouki. Una producción del Centre Chorégraphique National de Créteil et du Val-de-Marne/Compagnie Käfig. 20.30 h.
Sala Argenta Mañana. Orquesta Filarmónica Checa.Dirigida por Semyon Bychkov. 'Sinfonía nº7' de Mahler. 20.30 h.
Sala Argenta Lunes. Concierto de clausura de la edición. Orquesta Filarmónica Checa. Dirigida por Semyon Bychkov con las pianistas Katia y Marielle Labêque. 20.30 h.
-Ha explorado otros estilos como el circo, las artes marciales, las artes visuales, el vídeo y la música en vivo... ¿qué tienen en común para que hayan despertado su interés?
-Mi gusto por lo desconocido. La danza hip hop es generosa, abierta a los demás, y llevarla a territorios inexplorados para hacerla evolucionar es lo que me impulsa en mi trabajo. Con cada una de mis creaciones, intento agitar los códigos, creando un encuentro con otras disciplinas -circo, artes digitales, danza vertical...-y otras culturas -Taiwán, Brasil...- Esta es mi manera de reunir y descompartimentar.
-En Santander van a ofrecer 'Cartes Blanches', un tributo a los bailarines que le han acompañado en los veinte años que ha cumplido Käfig. ¿Qué va a ver el público?
-Originalmente estaba previsto que fuera un espectáculo de aniversario. No había planeado hacer una gira. La intención era reunir a los bailarines que han trabajado conmigo durante este tiempo. Por eso digo que 'Cartes Blanches' es una reagrupación. Además, la escenografía es un salón decorado con muebles de época, en el que los bailarines comparten sus coreografías que han envejecido y cambiado con los años. El público verá, pues, a seis bailarines en escena, conmovedores en su relación con los demás, virtuosos en su maestría de la danza y que a través de la memoria de sus cuerpos relatarán una extraordinaria aventura.
-Veinte años son muchos, ¿el hip-hop ha alcanzado ya su madurez?
-La danza hip hop ha evolucionado maravillosamente desde sus inicios hasta hoy en día y soy muy optimista sobre su futuro porque es un arte verdaderamente vivo. Se desarrolla en todos los lugares, en los teatros, en la calle, en todas partes. También estará presente en los Juegos Olímpicos de París 2024. Es una señal muy positiva porque está ganando reconocimiento a escala internacional.
- Si echa la vista atrás, ¿qué recuerdos le vienen a la mente de estas dos décadas?
-Muchos encuentros y muchos viajes. Con la compañía hemos viajado a unos sesenta países. Conocer otras culturas no tiene precio. Nos ayuda a avanzar en nuestra vida cotidiana y en nuestra relación con el mundo.
-En que otros proyectos trabaja ahora su compañía.
-Tras trece años como director del Centro Coreográfico Nacional de Créteil (cerca de París), mi mandato finalizará en diciembre de 2022 y me trasladaré a Lyon. Al igual que el funambulista, tengo la sensación de que todo pende de un hilo y que hay que mantener la concentración porque nada es seguro. Se puede estar muy arriba un día y muy abajo al siguiente. Siempre tengo miedo de que se acabe, así que espero que continúe. Espero seguir siendo creativo durante mucho tiempo. En cualquier caso, tengo muchos proyectos de colaboración y creación ya en marcha.
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