Secciones
Servicios
Destacamos
Considera que «lo más pernicioso de nuestro panorama político es la doble moral con que se juzga a los amigos y a los enemigos». Echa de menos «una balanza fiable para medir la verdad y la mentira» y reivindica la tradición cultural y el humanismo ... ante los «continuos enfrentamientos innecesarios y oportunistas». El escritor santanderino Germán Gullón (1945), novelista, ensayista y crítico regresa con 'España, juguete del oportunismo', un ensayo que apela al compromiso cívico y que presenta hoy (19.30 horas) en el Ateneo. Premio de las Letras Ciudad de Santander, el autor de la gran biografía sobre Benito Pérez Galdós busca «regenerar la vida social recurriendo a la cultura española, donde se conserva la verdad humana».
-'España, juguete del oportunismo'. ¿El título ya es un editorial en sí mismo?
-En cierta manera, sí. Quiere expresar la frustración que sentimos muchos durante la campaña electoral previa al 23-J. Los valores de nuestra cultura, los logros civiles conseguidos con la Transición que fueron tratados con una frivolidad política enorme.
-¿Su libro es más un desahogo fundamentado, que un retrato del estado de las cosas?
-Ambas. Fue un desahogo y forma parte de la realización de que, poco a poco los valores que venimos defendiendo los demócratas, se van diluyendo. Volver a enfrentar a los españoles en dos bandos carece de sentido, y lo que es aún peor, nos sitúa en una situación precaria. Estamos viviendo un ataque de los principios democráticos occidentales, en Rusia, en China, en Irán, en Venezuela, y lo igualmente grave, la escasa atención prestada a las víctimas israelitas de Hamas, que ha sido borrada por una protesta masiva a favor de Gaza. Lugar en que sus habitantes son utilizados como escudos humanos por Hamas, y el Estado de Israel, la única democracia funcional en esa parte del mundo, es atacada, incluso en la ONU. Mi libro intenta demostrar que los españoles, por tradición cultural, por historia, poseemos una rica tradición de la defensa del hombre, del humanismo, que el frentismo político borra, y nos une a esos que quieren borrar la tradición humanística de Occidente.
-Habla de 'desgaste nacional'. ¿Está agotado el sistema, o padecen los ciudadanos un cansino proceso de desazón?
-El sistema está en peligro, cuando la única solución a los problemas es decir que los otros tienen la culpa. Se acerca uno peligrosamente al abismo. Las palabras gruesas no solucionan nada. Se levanta una absurda barrera moral y se juzga a los ciudadanos que piensan de manera diferente.
-¿El literato Gullón está atrapado en un bucle político melancólico?
-No, en absoluto. Quien no vea que ciertas cosas que pasan en nuestro país ahora eran imposibles hace unos años, y que hoy se consideran normales, está ciego. Por ejemplo, las mentiras que corren por los pasillos del poder y se filtran a la prensa afín.
- A su juicio, ¿en que consiste tener compromiso cívico?
-En saber que la verdad que nos guía es un proceso en marcha, que nos compromete a todos en esa búsqueda saludable. Es la llave de todo compromiso.
-Se ha mirado en Goya y en Galdós, ¿O esta España requiere de nuevos referentes?
–Goya y Galdós son buenos espejos, como Unamuno y Ortega. Hoy me parece que Manuel Azaña, el joven escritor que en 1910 empezaba a tratar el tema España en sus artículos, explicó muy bien la necesidad de una verdadera democracia en España. Sus ensayos resultan quizás más útiles en este momento.
- Eso que dijo Mario Vargas Llosa de 'votar bien'...¿sobran sherpas moralistas y faltan intelectuales críticos?
-Desde luego, sobran predicadores. Nuestro Congreso podía ser más diverso en estamentos sociales, que votaran los intereses de las gentes en su diversidad ocupacional, agricultores, pequeños comerciantes, que sustituyeran a esa clase política asentada en el privilegio económico. Menos mal que el tiempo limpia los escaños de inútiles.
-La reflexión, y el juicio crítico, ¿ha sido devorado por la vorágine del todo vale de las redes?
-Desde luego, las redes sociales aumentan el efecto de las falsedades, y las gentes que no leen prensa o leen libros quedan a merced del que le saca mejor las cosquillas de la frivolidad. Pensar es difícil, requiere concentración, de eso va una parte de mi libro. Las redes sólo ofrecen emociones.
-¿La política ha sido definitivamente sustituida por discursos incendiarios y maniqueístas de propaganda?
-Definitivamente, no. Creo que estamos en una fase histórica en todo el mundo occidental, en que la honestidad del político que busca mejorar la vida de sus semejantes vive momentos difíciles. Defenderse de la mentira, de las falsedades resulta complicado, una tarea hercúlea. Incluso, la integridad de los jueces se cuestiona y debilita las defensas cívicas, pero no cabe otra que apoyar a los políticos en su lucha por mantener una sociedad viva, fuerte, en que los ciudadanos puedan progresar.
-¿Reivindicar hoy el humanismo es un acto revolucionario?
-Desde luego. Quién en sus plenos cabales confía en los pactos políticos, pongamos amnistías. Tiene que ser un ingenuo, y parece que hay muchos. Nada revolucionario aquí, los pactos se hacen a diario para romperlos. ¿O no? Sin embargo, los revolucionarios son quienes confían en la bonhomía de Sancho Panza, que nunca cede a las tentaciones.
-Desde la publicación de su libro se ha producido el auge de la ultraderecha, que provoca pánico, y la aparición de fenómenos como el de Alvise. ¿Qué opina?
-Como dije, no me gustan las palabras gruesas, prefiero extrema derecha. Los ultras son gentes que no aceptan las reglas del estado de derecho. Creo que no estamos ante un caso así. El que tenga miedo, incluidos los miembros del gobierno, les aconsejaría reforzar el Estado de Derecho. ¿Lo están haciendo o lo socavan? Ese dilema es, en mi opinión, mucho más grave.
-¿Cómo valora lo ocontecido en Francia?
-Estaba en Tours durante las elecciones francesas, y las seguí a pie de calle. Fascinantes. No ganó la extrema derecha, y el Nuevo Frente Popular, bastante dividido, debe ahora negociar entre sus filas cómo va a proceder. Mélenchon salió nada más conocerse los resultados provisionales a acusar, sembrar frentismo, pero tendrá que negociar con el centro y con la derecha. Quizás y con suerte, aprenderán los socialistas franceses a trabajar con compromisos. Asignatura que nosotros tenemos pendiente.
¿No se planteó abordar esa radiografía política a través de la novela sobre nuestro tiempo?
-No me faltan ganas, pero mi cabeza está llena de la urgencia de defender la democracia. Quiero repetir y defender ideas conocidas, la neutralidad de los jueces, la importancia de la integridad moral, buscar formas de compromiso y esas se prestan más a la prosa más llana.
-¿Trabaja ahora en nuevos proyectos de ficción o ensayo?
-Intento escribir un ensayo que explique lo que está en juego si los rusos y los chinos consiguen aflojar las defensas sociales de la democracia occidental. Algunos españoles viven tan contentos y sin conciencia alguna de lo que nos jugamos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.